Ciudadanos no quiere elecciones hasta que no conquiste poder territorial
Albert Rivera y los suyos están tan crecidos que casi ni caben por la puerta del hemiciclo, pero ni quieren romper con el PP ni están dispuestos a provocar un adelanto electoral mientras no conquisten poder territorial. "No queremos elecciones anticipadas y además solo las puede convocar Rajoy", recalca José Manuel Villegas.
Así se ha enfrentado hoy Ciudadanos al PP. Escenificación pura y dura, más que una intención seria de debilitar las buenas relaciones que existen entre ellos. Están crecidos, tanto como los 2,42 metros de Handia, la historia del gigante de finales del XIX que se ha llevado 10 premios Goya. Pero no existe intención seria de hacer volar las relaciones con el partido de Gobierno, solo de exprimir su posición.
Se lo ha dicho Albert Rivera al grupo parlamentario, lo ha repetido Juan Carlos Girauta en los pasillos del Congreso y Miguel Gutiérrez nos lo razona: "Hemos desbloqueado nueve proyectos de ley, no es una escenificación de ruptura. Nosotros tenemos sentido de estado y queremos que haya estabilidad en la legislatura".
Si Ciudadanos finiquitara el acuerdo con Rajoy, se le acabaría la posibilidad de echarle en cara en la tribuna del Congreso que incumple sistemáticamente el pacto de investidura. Y el mensaje de regeneración frente a la corrupción del PP sería más difícil de transmitir a tantos ciudadanos que escuchan atónitos a Correa o a Ricardo Costa ratificar el entramado de financiación ilegal, montado por el partido que gobierna sin que haya consecuencias.
El poderío que la intención de voto les otorga lo están utilizando también para minar un poco más la delicada situación emocional de diputados, barones y hasta el último alcalde popular ante el cada vez más evidente trasvase de votos. Para incrementar el miedito, Rivera está de gira. Arrasando por donde pasa con un discurso local adaptado a la idiosincrasia de cada lugar.
Puede que sea de nuevo una burbuja pero lo cierto es que hasta el CIS certifica lo que los recientes estudios de opinión apuntan: Rivera se está expandiendo y en cada territorio que pisa, futuros votantes esperan para recibirle. Más de 800 personas abarrotaban la semana pasada el encuentro en Teruel, cuando PP y PSOE tiene serias dificultades para congregar a más de 80. "El último pueblo de la provincia de Teruel será igual de español e importante que el Paseo de la Castellana de Madrid", prometió el líder entre aplausos.
Aunque Villegas dice que no está "de acuerdo en que para ganar unas elecciones generales haya que ganar poder territorial, mira Macron", lo cierto es que trabajan con rapidez.
No quieren elecciones anticipadas, pero mantendrán las fricciones con Rajoy, como la de hoy en el Congreso de los Diputados. Albert Rivera, engordado como todos los suyos, le ha exigido a Rajoy que alguien dimita si se descubre que un solo céntimo público fue a financiar el referéndum del 1 de octubre. Rajoy le ha asegurado un "ni un céntimo", pero poco después, en los pasillos, Cristóbal Montoro admitía que quizá alguna factura falsa les podían haber colado.
Otro detalle de que el mantra de anticipar elecciones es más deseo que realidad, es que los diputados del partido naranja, como destaca Miguel Gutiérrez, acaban de desbloquear nueve proyectos de ley y van a aprobar los Presupuestos del Estado "si cumplen con lo acordado claro" ratifican el propio Villegas y Gutiérrez por separado.
Y poco más. El frío de febrero ha llegado al patio del Congreso, pero también se ha instalado entre las filas del PSOE –los diputados socialistas cada día se quejan más en susurros sobre la poca "ilusión" que le pone Margarita Robles a sus enfrentamientos con Rajoy.
El presidente le sigue dando cancha a Pablo Iglesias, comparándole con Torquemada, tras afirmar sin cambiarle un músculo, que la corrupción es un tema de hace diez años. Será que el presidente sabe, como los demóscopos, que los de Iglesias han tocado suelo en su caída. Y necesita que Pablo remonte. Mucho más que Ciudadanos, que le ataca los nervios.