Ciudadanos, ahora sí
El problema es que ahora tiene diez escaños y llegó a tener cincuenta y siete...
Ciudadanos acaba de apoyar la prórroga del estado de alarma y el mantenimiento del mando único tras negociar y pactar con el Gobierno de Pedro Sánchez. Así, tras meses casi apartado de la acción política, actitud que lo llevó a un batacazo electoral de dimensiones estratosféricas, parece que la nueva dirección liderada por Inés Arrimadas ha cambiado de estrategia y ha decidido comportarse como debe comportarse un partido político, es decir, haciendo valer su fuerza electoral y los votos obtenidos para, de ese modo, tratar de condicionar la política, intentar que sus ideas se materialicen (en lugar de solo quejarse de que sean las ideas de los otros las que se apliquen) y ser útil a los ciudadanos. Al fin y al cabo, no se trata tanto de quejarse de que el PNV o ERC traten de condicionar al Gobierno de España para alcanzar sus objetivos… sino de que los que no son nacionalistas también lo hagan y, de paso, no tengamos que seguir pagando la factura a aquellos con quienes no se puede ir ni a la vuelta de la esquina.
El problema es que ahora tiene diez escaños y llegó a tener cincuenta y siete, justo antes de aquella época en la que Albert Rivera, obsesionado por ocupar el centro derecha y sustituir al PP, llevó a Ciudadanos a la irrelevancia. En lugar de condicionar al PSOE e incluso conformar un Gobierno razonable sin tener que depender de los nacionalistas que quieren romper España, optó por negarse incluso a reunirse con quien había ganado las elecciones, con la esperanza de que este se echara en brazos de los nacionalistas y esto le permitiera a él convertirse en jefe de la oposición política. Esto lo recuerdo porque conviene hacer memoria y aprender de los errores, aunque algunos, comprensible, prefieran olvidarlo o disimulen. Por semejante error estratégico, Albert Rivera está fuera de la política… y Ciudadanos a punto estuvo de desaparecer como partido político. No sé si ahora tendrá tiempo de remontar y alzar el vuelo. En todo caso, tampoco es indispensable tener mayoría absoluta o formar parte del Gobierno para ser útil a los ciudadanos.
La cuestión es que ahora ha decidido cambiar de estrategia. Y que acaba de dialogar, negociar y pactar con el Gobierno de España su apoyo a la prórroga del estado de alarma, que supone una acción centralizada contra el coronavirus. Tras meses negándose incluso a dialogar, lo normal ahora parece revolucionario. El asunto no es tanto lo que en concreto Ciudadanos ha conseguido en esta negociación (seguramente, no demasiado) sino su disposición a ser nuevamente un partido político útil para España. Y ni siquiera hablo de que se haya centrado o, mucho menos, de que haya vuelto a ocupar su originaria posición en el centro izquierda. Esto está descartado, salvo milagro. Lo relevante es que ha tenido la suficiente cintura política como para abandonar el rincón y volver a hacer política. Alguno dirá que lo ha hecho por interés, habida cuenta su menguante apoyo electoral, pero tal cosa tampoco debería asustarnos ni importa demasiado ahora. Al fin y al cabo, algunos líderes solo reaccionan cuando no les queda otra, salvo terquedad supina (casos, haberlos los ha habido).
Lo ideal es que todos los partidos políticos actuaran siempre para defender el interés general y el bien común y se mostraran dispuestos a dialogar con quienes tienen ideas diferentes a las suyas (siempre, claro, que sean ideas democráticas), pero esto son seguramente palabras mayores para los tiempos que vivimos. De momento sabemos que Ciudadanos ha vuelto a la arena política y ha decidido mojarse y tomar partido, y quizás ahora le coja gusto a esta actitud o quizás próximas encuestas lo animen a seguir haciéndolo en el futuro. Ojalá.