Castilla y León cierra campaña con el Casado más radical y el PSOE lanzado "a por el cambio"
Pedro Sánchez vaticina que la región se sumará "a la ola roja que impregna toda Europa" y pide al PP que "no manche el nombre de España".
Las cartas ya están sobre la mesa, al menos las que los candidatos han querido mostrar en las últimas semanas. La campaña de Castilla y León termina entre incógnitas, miedo a las encuestas, recelos a anunciar pactos (especialmente el esperado del PP con Vox) y últimas llamadas al voto concentradas una jornada frenética de mítines, sonrisas y buenas promesas.
Este viernes, las principales fuerzas han tirado de sus pesos pesados para el sprint final. No hay margen para relajarse en unos comicios que trascienden lo regional para convertirse en una reválida en clave nacional, especialmente para Génova 13. Y, de rebote, pueden significar la puerta de entrada a otra votación, la de Andalucía, con Moreno Bonilla muy pendiente del resultado del domingo.
Con las encuestas a la baja y un cambio de discurso en los últimos días, al PP le ha tocado sacar músculo y enseñar colmillo en el último acto, presentes (contandtodos sus mandatarios territoriales, incluida Ayuso, el gran reclamo mediático y social de los últimos tiempos. Pero esta vez no ha sido la líder madrileña la protagonista ni el propio candidato castellano y leonés, sino Pablo Casado, que ha mostrado su versión más radical para cargar contra Sánchez, sus socios “podemitas”, López Obrador y cuantos se cruzaran por medio.
De paso, ha reventado la estrategia que en los últimos días ha marcado el actual presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. Si este lleva tiempo asegurando que “quien se la juega es él y no Pablo Casado”, ha sido Casado el que ha revestido de cita nacional lo del domingo: “Quien va a perder va a ser Sánchez y el partido sanchista”. Así, ha planteado solo dos opciones reales: “O el PP o el caos”, eslogan de clarísima inspiración ayusista y sin hueco para Vox, una posible alianza que Mañueco ha venido obviando pese a que podría necesitar sus votos para gobernar.
Muy duro, Casado ha proferido ataques al presidente del Gobierno, hasta afirmar que Sánchez “tiene miedo de pisar la calle porque en cuanto la pisa le insultan y le pitan”, sin un atisbo de condena de esos comportamientos. Y tirando de patriotismo en Castilla y León, “la cuna de la hispanidad”, ha atacado a López Obrador por sus recientes declaraciones —“al de México” le ha llamado—, a Zapatero, que ha vinculado con “sus negocios con Maduro” y “a los podemitas que están con dictadores bananeros que asesinan y violan”.
Minutos después ha sido el turno del líder castellano y leonés. Otro tono, otro enfoque. Más suavizado, sin parar de presumir por los “logros” y de las mejoras que, promete, están por llegar y que llegarán solo con él, sin dar aún espacio a pactos con Vox (palabra casi prohibida desde hace días) ni con otras fuerzas. No obstante, tampoco han faltado alusiones críticas a Sánchez, uno de sus temas favoritos en campaña, aunque ha asegurado que “no es verdad que yo me he metido con él, sino él con Castilla y León”.
El cambio, “más posible que nunca”, es la meta a la que aspira Luis Tudanca. No es un pensamiento caprichoso, se sustenta en la evolución de las encuestas y el creciente miedo en el PP. En clave ganadora, no en vano él fue el vencedor de los comicios en 2019, el candidato socialista ha culminado la campaña llamando a victoria y rodeado de Pedro Sánchez y otros altos cargos socialistas, también en Valladolid.
Tudanca ha vaticinado “una lección a Mañueco que no va a olvidar en muchísimo tiempo”, jugando con el cambio en la tendencia del voto: “Se nos ha ido ensanchando la sonrisa y a ellos, el enfado”.
Sánchez, por su parte, ha pedido concentrar el voto de izquierdas en torno al PSOE para evitar que “se repita la historia de un cambio que los cuarteles generales de Madrid la derecha impidió”, en referencia al pacto PP-Cs dejó a los socialistas sin Gobierno en 2019. Para el domingo vaticina un escenario muy distinto, en cambio: “Estas elecciones van a cerrar la puerta a la coalición del PP y la ultraderecha”.
Para el presidente del Gobierno y también secretario general de los socialistas, Castilla y León se va a subir “a la ola roja que impregna toda Europa, con Italia, Alemania, Portugal o España” de la que ha confesado sentirse “orgulloso”.
Aunque lejos de la virulencia de Casado, en la intervención de Sánchez tampoco han faltado reproches a la oposición por su negativa a todo, también a “echar una mano, lo que no hicieron ni en los peores momentos de la pandemia”. Así, se ha dirigido al PP para pedir que no cuestione la democracia por el error en la votación de la reforma laboral, que cumpla la Constitución Española y ayude en la renovación del Poder Judicial y que “no manche el nombre de España” en Europa, como ha venido haciendo el propio Casado y buena parte del partido conservador.
Con una semana menos de calle que el resto por su reciente positivo por coronavirus, a Francisco Igea le ha tocado multiplicarse en los últimos actos. El hasta hace meses dos meses vicepresidente de la Junta ha vuelto a hacer bandera de los “valores”, pidiendo el voto porque “Cs tiene que estar en el Gobierno para cerrar la puerta a la mentira y la deshonestidad”.
Esa última palabra la ha repetido desde que se convocaron las urnas, siempre dirigida a la misma persona, su expresidente y ahora enemigo público número 1, Alfonso Fernández Mañueco, contra el que Igea ha construido una campaña de mucho cuerpo a cuerpo.
Sabedor de que el rol de Ciudadanos no podrá ser principal —se movería en una horquilla de 2-5 escaños desde los 12 que hoy conserva—, Igea defiende la posibilidad de pactar con casi todos... aunque ese “todos” no son tantos, porque excluye los extremos (cita a Vox y UP) y excluye, cómo no, a Mañueco aunque no al PP. Desde las filas naranjas se plantea, incluso, un posible pacto a tres siempre y cuando no lo encabezase el presidente castellano y leonés.
“Somos lo que más necesita este país en este momento, un momento en el que la política es un auténtico desastre instalados en el ciclo corto. Porque si ha habido una cosa idiota es acortar la legislatura”, ha proseguido, defendiendo la necesidad de legislaturas “largas”.
Igea ha encontrado también en el cierre de campaña el respaldo de Inés Arrimadas, quien fuera su rival en la batalla por el mando ‘naranja’. Muy dura contra el PP, la presidenta de Ciudadanos ha deseado que el PP reciba “un baño de realidad y el castigo por jugar con Castilla y León”.
A poca distancia del mitin popular, Unidas Podemos ha tirado de su peso en el Gobierno central para reforzar a su candidato, Pablo Fernández. Junto a él han intervenido Irene Montero, Alberto Garzón e Ione Belarra, líder nacional de los morados.
No era solo imagen. A lo largo del acto, los ponentes han querido servirse de la “utilidad” de UP en el Ejecutivo para avanzar en logros sociales, citando la reforma laboral, el salario mínimo o el ingreso mínimo vital, frente a un “PSOE que cada vez que nos damos la espalda vuelve a mirar a la derecha e intentan incumplir el acuerdo de Gobierno”, ha recalcado Belarra.
La previsión de la formación mejora con el paso de los días y calculan un techo de cinco escaños, por los dos que actualmente tienen en el parlamento regional. Sus números podrían ser el factor clave para el definitivo cambio en Castilla y León si suman con el PSOE de Tudanca y ante la incógnita de la ‘España Vaciada’.
La ultraderecha tiene un objetivo único, Mañueco. Solo les cabe esa vía para ganar relevancia y entrar en un potencial ejecutivo de coalición, extremo que miembros del PP verían bien, aunque su candidato prefiera guardar silencio. Los cerca de diez escaños de Vox que aventuran los sondeos podrían valer que Mañueco siga o no al frente de la Junta.
Por ello, el líder territorial de Vox, Juan García-Gallardo, ha reclamado a Mañueco que se “aclare” de una vez y que explique con quién va a pactar: “Dígalo ya y deje de esconderse”. Por supuesto, no sería un pacto gratuito y ya ha advertido de “reivindicaciones obligatorias”.
Los de Abascal también han optado por Valladolid, pero marcando distancia en esto, han optado por un acto al aire libre y no bajo techo para su cierre. Como de costumbre, se han vendido como “mejores” que el resto de partidos, a los que García-Gallardo ha acusado de fomentar “el odio frente a la ilusión que representa Vox”.