Carta abierta a un catalán independentista
Soy consciente de que voy a tratar un tema cargado de un carácter fuertemente emocional. Liberarse de las emociones a la hora de razonar e intentar argumentar es completamente imposible, incluso el simple esfuerzo por intentar desprenderse de ellas pienso que es nocivo; la plena objetividad no existe, todo lo que podamos decir tendrá siempre un tinte subjetivo que no por eso lo hace menos valioso, el verdadero problema se encuentra cuando las emociones nos desbordan, cuando no hacemos un esfuerzo por buscar un equilibrio entre razón y emoción, nadie aceptará de buen grado este desequilibrio ni, de aceptarlo, asumirá que esto invalida el razonamiento, que este sustantivo es contradictorio con el dominio emocional. No es difícil descubrir este dominio si lo que predomina es el maniqueísmo, la abundancia de adjetivos dañinos o grandilocuentes y la ausencia de matices. Ese texto sirve para nuestro desahogo pero, a menudo, para poco más.
Es imposible en un pequeño escrito como este tratar todos los aspectos de un tema tan complejo como la realidad catalana. Por avanzar te invitaría, si dudas de mis posiciones, a que visites las diferentes entradas que sobre este asunto he publicado ya en mi blog "mensaje en una botella". Comprobarás varias cosas: no me siento nacionalista y, por lo tanto, tampoco españolista; sobre el famoso referéndum, independientemente de cuáles sean mis sentimientos, entiendo que la política es el arte de gestionar la realidad y esta no siempre coincide con nuestros deseos; gestionar la realidad y hacerlo mediante el diálogo. Los conceptos de patria y nación son artificios creados por el hombre que tuvieron un principio y con total seguridad tendrán un final. No hay nada sagrado en ellos que exija defenderlos a capa y espada hasta la última gota de nuestra sangre. La historia es un continuo cambio en el que se mezcla sangre, culturas, idiomas, lo que hoy tenemos es producto de este cambio, el intento de fijar en un momento determinado esa realidad como si fuese inalterable es a la vez ingenuo y peligroso, por mucho que lo intentemos nunca se podrá parar el curso de historia. Fijar el momento exige partir la ciudadanía en dos, los que creen mantener esa esencia y los que la destruyen. No es un problema de gestión política sino de supremacía cultural. Esta afirmación la considero igual de válida para la realidad catalana como para el española. Creo que en las entradas del blog referidas se pueden encontrar los suficientes matices y las suficientes pruebas de un pensamiento abierto.
La idea de nación y nacionalismo lleva necesariamente a las de patria y patriota, lejos del concepto de sociedad abierta y ciudadanía. La patria es la antítesis de la sociedad abierta y con ello voy llegando a donde quiero ir a parar: el pensamiento de Quim Torra. No se trata del pensamiento de un ciudadano cualquiera, uno más como cualquier otro; se trata del presidente de la Generalitat catalana, representante de todo los catalanes y el elegido por una mayoría parlamentaria que supuestamente se siente representada por él. Sus palabras no forman parte de un simple anecdotario, son representativas, como las de todos los humanos, de su altura moral e intelectual y, por el cargo que ostenta, también lo son de la altura moral e intelectual de aquellos que no han elegido. Torra lamenta que la palabra patria sea un sustantivo y no un verbo, y piensa que ante la patria toca escoger "tierra, bandera, lengua, historia, formas de vida, humor", lógicamente la tierra con los límites que el señor Torra considera, la bandera que el ondea, la lengua que el señor Torra habla, la historia en la que él cree y su forma de vida y sentido del humor, si es que lo tiene. Es fácil de entender que de aquí surgen catalanes de primera, catalanes de segunda, etc. Y, por supuesto, extraños, no catalanes. La patria necesita enemigos, con mayor valor si además se encuentran dentro del territorio de uno; necesita una mitología, un relato creado para poder sustentar la noción de patria. La historia puede contarse de una u otra manera dependiendo de la intención con la que se haga.
El pensamiento de Quim Torra, no se trata de una cuestión menor, es representativo de una manera de pensar ampliamente extendida en Cataluña. Una manera de pensar y sentir que califica a los que disienten con él de bestias carroñeras, hienas cargadas de un odio nauseabundo. ¿Es posible gestionar en paz una comunidad, tierra, bandera, lengua, historia, formas de vida, humor en la que a una parte muy importante de la misma se la califica de bestia es decir, se la desprecia de esta manera? ¿Nos encontramos con un mensaje pensado para llegar al diálogo o en uno que nos lleva al conflicto? Una sociedad en la que es necesario defender de forma encarnizada, con uñas y dientes, no ya la realidad que estás viviendo, sino la realidad ficticia que consideras continúa existiendo y la que crees debe existir siempre, y para ello has de barrer todo lo que consideras foráneo, en especial defender la lengua expulsando a quien no la hable. Afortunadamente, señor Torra, la Cataluña de hoy se ha ido haciendo desde hace siglos, el catalán de hoy es producto del mestizaje al igual que lo será el catalán de mañana; es producto de una invasión tras otra, al igual que lo es el castellano. Torra piensa que vive el momento en su máxima pureza, el de la raza aria y es esa raza la que toca conservar, una ideología de la que puedo ahorrarme su nombre.
Este señor es tu presidente, el que has votado y que te representa. ¿Es así? Al principio de su mandato, cuando se intentaba definir su perfil, se le denominada como intelectual. Dudo que el intelecto tenga que ver con ese pensamiento claramente supremacista. De ninguna otra manera puede entenderse un pensamiento que establece quién es ciudadano catalán y quien no, quien por su origen es un ser humano cabal y quien una bestia, quien una solución y quien un problema. No sé si tú te llamarás de izquierdas, si esa manera de "razonar" tiene cabida dentro de tu pensamiento social, si ese pensamiento se rige por categorías sociales o nacionales, si esa nación se construye en base a ciudadanos o a una supuesta genética, si antepones el concepto nación al concepto opresión, si esta para ti está causada por una confrontación nacionalista o por una confrontación de orden social, si ese pensamiento es para ti tan simple que se puede dividir en buenos y malos y adjudicar uno y otro calificativo a catalanes y charnegos, si aún que nunca te llamaste nacionalista hoy ese concepto es el que marca tu comportamiento y el que decide quienes son tus compañeros en el Parlament. Te toca a ti valorar si todo esto es coherente y si entra dentro de esa coherencia dividir Cataluña en dos, los nacionales y los que no.
La dinámica de una movilización impide a menudo que haya tiempo y espacio para pensar puesto que es muy cómodo el tener ya asignado un lugar y este lugar siempre se encuentra entre los buenos; y una acción que siempre justifica estar haciendo algo, por eso es necesario no parar, mantener constantemente activa la causa, no dejar pensar y dejar clara la condena que supone el más mínimo matiz, el más mínimo contrapensamiento: la traición. No se impide solo pensar de una manera determinada sino que también se impide simplemente pensar. Intenta reflexionar un rato sobre todo lo que he dicho y si hay algo en lo que se está haciendo que merece la pena hacerlo de otro modo. Por favor, hazlo. Cataluña ha sido siempre para mi un referente en el ámbito cultural, un lugar que he respetado y defendido, una nación (si necesitas llamarla así) hermana, siempre hasta hoy que ha mostrado a las claras su cara oscura, de pronto muestra su miseria en lo que se defiende a sí mismo como más catalán, un pensamiento troglodita (no se puede llamar de otra manera un pensamiento xenófobo) y una política antidemocrática. Valora si una nación para dejar huella en el nuevo mundo globalizado ha de unirse a otros o ha de separarse, si ha de ser mayor o menor. Si el poder económico es diferente en Cataluña y en España y qué tipo de fuerzas son necesarias para hacerle frente. Piensa como vivirías unos adjetivos de ese tipo sobre ti y una política contra ti sin estar sujeta a norma legal alguna. Piensa, y si es posible, después, intentemos encontrarnos.
Este post fue publicado originalmente en el blog del autor