Carambolas Sánchez
Pese a los malos augurios, muchos cuervos volando alrededor, nada más empezar mayo llegan buenas noticias del mercado laboral.
Tanto tiempo yendo y viniendo a Bruselas y Estrasburgo para descalificar al Gobierno de España y boicotear el envío de los fondos europeos destinados a recuperar y transformar al país tras la pandemia; tantas advertencias sobre el riesgo inminente de un terremoto económico, tanta mala baba al confundir el proyecto europeo Next Generation con los famosos ‘hombres de negro’ de la troika comunitaria… y viene el viernes 6 de abril Ursula von der Leyen, política alemana, presidenta de la Comisión Europea, miembro del grupo popular europeo, cuña de la misma madera ideológica que el PP español, y les presenta a sus correligionarios una enmienda a la totalidad de su discurso catastrofista.
Además, donde más les duele, donde más daño puede hacer en estos momentos de tribulación y cuenta atrás electoral: agradeció a Sánchez su liderazgo en la creación de los fondos europeos de recuperación, algo que Casado siempre negó. El zurriagazo fue de los que hacen época: “España siempre ha estado en cabeza. Fue el primer país en solicitarlos y ahora también es el primero en solicitar el segundo tramo de la financiación…” “Habéis estado entre los más golpeados por la pandemia y sin embargo vuestra recuperación tiene bases sólidas. Sois líderes globales en energías limpias…” Otra carambola en el tablón de Sánchez. Todo eso en el ‘Círculo de Economía’ en Barcelona donde “entre atronadores aplausos”, como reflejaban los periódicos, recibía el ‘Premio a la Construcción Europea’.
Y mientras Feijóo pedía rebajar el IVA de la luz meses después de que el PP no apoyara bajar el IVA de la luz, absteniéndose en base a un camuflaje de consideraciones estratosféricas, y sus diputados pedían en el Congreso que el flamenco se incluyera en los ciclos de FP (quizás en una asignatura de folklore regional ad hoc) la plana mayor de Volkswagen, el presidente Sánchez y el presidente valenciano Ximo Puig presentaban en Sagunto el inicio inminente de las obras de una de las mayores giga-factorías de baterías eléctricas de Europa.
El primer ejecutivo del grupo VW completaba datos: “Vamos a movilizar 10.000 millones para electrificar España”, además con inversiones complementarias procedentes del Future Fast Forward. Así hasta el infinito, o casi. Todo lo que ni siquiera existía, resulta que existe. La reforma laboral, por ejemplo, iba a ser una catástrofe. Iba a sembrar el caos y la desolación. Iba a dejar la economía como los cañones, los tanques y los misiles rusos han dejado Mariúpol. Tierra quemada. Campos arrasados. Un amigo me ofrece la imagen de esas comunas norteamericanas que construyen búnkeres subterráneos esperando el fin del mundo, que día a día se aplaza sine die.
Encuentro en uno de los libros apilados en la mesilla de noche —‘Los Ensayos’, de Michel de Montaigne— una posible explicación a tanto tropiezo: “Es necia presunción desdeñar y condenar como falso aquello que no nos parece verosímil…” Cinco páginas antes una nota a pie cita a ’La Servidumbre Voluntaria’ de su íntimo amigo La Boétie: “Teatro, juegos, farsas, espectáculos, gladiadores, animales exóticos, medallas, cuadros y otras bagatelas similares eran para los pueblos antiguos los cebos de la servidumbre, el precio de la libertad, los instrumentos de la tiranía”….. Están volviendo a Europa, empotrándose en cada país, disfrazándose de otra cosa.
Pese a los malos augurios, muchos cuervos volando alrededor, la pandemia que sigue activa aunque no se note, los efectos de la guerra tremenda en Ucrania, con un Putin desatado, en pleno delirio mezcla de bolchevismo y nazismo, nada más empezar mayo llegan buenas noticias del mercado laboral: por primera vez se alcanzan los 20 millones de afiliados a la Seguridad Social. Encima, se firman casi 700.000 contratos fijos, con lo que se aleja un riesgo del que cada vez con más insistencia advertía la OCDE y la UE: el exceso de contratación temporal era un factor de inestabilidad al agrandar la brecha social. El paro baja en 86.000 personas en abril y se sitúa en la cifra más baja para este mes desde 2008. Los empresarios suspiran. Todo ha salido bien. Las cosas no van mal para el mundo del dinero.
Y eso que casi a la vez, en la Carrera de San Jerónimo, cundía el pesimismo el 28 de abril: el PP iba a votar en contra del decreto de medidas urgentes para paliar las consecuencias de la crisis desatada por Rusia. El ambicioso plan de medidas paliativas que incluía ayudas a las empresas y al combustible en gasolineras salió avante por la mínima. 176 votos a favor, 172 en contra y una abstención. Qué cosas: PP, VOX y ERC unieron sus noes. Ese día, además de los empresarios, también suspiraron millones de españoles a los que llenar los depósitos de sus coches o camones o autobuses les dejaba en números rojos.
Hay veces en que en política unos problemas tapan a otros. Sin duda, de cara al público, la tensión continua de un gobierno tan contradictorio en su seno influye en los ‘estados de opinión’. Sobre todo si las redes sociales se convierten en púlpitos de desinformación y furia. Quien da primero, se lleva premio. Proclamar que todo es mentira y anunciar la quiebra queda ahí, ‘rulando’, aunque los datos lo desmientan… si bien es difícil negar que el pacto del PSOE con Bildu y ERC para la inmensa mayoría de españoles es un engendro instrumental al servicio de la táctica genuinamente ‘anti natura’. Y eso tiene un peaje inevitable.
Pero todo no va tan mal como aquella canción de entreguerras “Tout va très bien, madame la marquise…”
Repsol, por ejemplo, dobló sus beneficios hasta marzo por el alza del crudo, ganando 1.392 millones el primer trimestre (eso explica muchas cosas, como porqué parte del dinero de la gasolina cambió de bolsillos); el BBVA mejora un 36% el beneficio y gana 1.651 millones; CaixaBank supera los resultados de antes de la pandemia y ganó 707 millones hasta marzo, un 21.9% más; en 2021 Microsoft elevó su ganancia en España un 60%. Coca Cola un 24%, que tampoco está mal. A mayores, la demanda hotelera se dispara a pesar de la subida de tarifas. “La gripalización de la covid ha funcionado”, me dice el dueño de un pequeño complejo de apartamentos de Gran Canaria.
Aparte de todo esto la UE, que al principio recibió con recelos la propuesta bilateral de España y Portugal de la ‘isla energética peninsular’ y de ‘topar’ el precio del gas, para que no fuera el factor decisivo para fijar la tarifa eléctrica, no solo le da ‘luz verde’ sino que ahora se abre ‘totalmente’ a revisar las reglas de ese mercado porque (al menos se reconoce) el sistema actual “no está diseñado para situaciones de emergencia”. La factura según los cálculos de Moncloa podría reducirse hasta un 30%.
De momento la inflación se desaceleró ante esas perspectivas y bajó casi un punto, del 9.8 en marzo al 8.4 en abril.
Es una rendija, porque ahora hay que definir qué es una emergencia. Y los últimos años las ‘emergencias’ se acumulan. El caminar de la perrita empezó a visualizarse cuando durante uno de los conflictos periódicos entre Rusia y Ucrania por el gaseoducto del sur por la tasa de paso reclamada por Kiev, Putin cerró la llave y dejó sin calefacción a países como Alemania, Polonia, las tres repúblicas bálticas, los nórdicos… A un amigo de VOX que erre que erre ignora todos los datos que no le cuadran con sus cuentas ya preestablecidas y que se centra como razón doctrinal en la alianza con activistas comunistas, con separatistas y amigos o herederos de ETA, alguien le recordó que el CNI y quién sabe si más gente y servicios secretos los espiaba sin descanso, con ‘Pegasus’ o en el asiento de detrás en un autobús de línea. Los matrimonios de conveniencia son por conveniencia, y la conveniencia es como el aire de cada día.
La clave la puede dar un conocido aforismo marinero: ‘No hay buen viento para quien no sabe a qué puerto se dirige’. Sánchez parece que lo tiene claro clarísimo: proa a Moncloa otra vez. Pero igual termina la singladura sin grumetes.
La ruleta sigue girando. Feijóo exige bajar más los impuestos, que ya han bajado, y Bruselas estudia subirlos; y, a mayores, ya se plantea, a la fuerza ahorcan, controlar los ‘beneficios caídos del cielo’ de las eléctricas, porque el cielo es de todos. Como el sol y el viento, por cierto, a los que el PP quiso ponerles un impuesto en tiempos de Rajoy y Soria.