Brexit: un, dos tres, responda otra vez
La derrota parlamentaria del acuerdo entre el Gobierno británico y la UE para la salida del Reino Unido no es precisamente una mala noticia, a no ser que uno prefiera vivir en la tranquilidad de lo irreversible, independientemente de que el resultado sea bueno o malo. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos (hacer predicciones deberíamos dejárselo a Merlín, porque para los mortales es un ejercicio improductivo a estas alturas), pero un análisis de urgencia arroja algunas conclusiones operativas:
- La Unión Europea es un lugar demasiado importante como para entrar o irse sin más, de manera que incluso en el Reino Unido aquello de marcharse no termina de materializarse por mucho que se haya votado en un referéndum.
- Las instituciones europeas son bastante más sólidas de lo que algunos piensan: de hecho, los estrategas del Brexit estaban convencidos de que la UE se fracturaría ante esa perspectiva, pero ha pasado exactamente lo contrario, a saber, que quien se ha partido ha sido su país.
- Ante la falta de acuerdo, tras el voto de los comunes, es más probable que Londres se quede antes de que se marche a las bravas, porque todos saben que el caos correspondiente a este último escenario lo pagarían a un alto precio y sobre todo los británicos.
- Con o sin gobierno May, con o sin gobierno Corbyn, con o sin elecciones generales anticipadas, la única solución racional y democrática sería convocar un segundo referéndum en el que, esta vez sí con toda la información veraz al alcance de la ciudadanía, haya un pronunciamiento definitivo. La UE debe dar todas las facilidades en ese sentido.
- Lo que está sucediendo, por encima de cualquier otra consideración, significa una clara derrota del populismo antieuropeo que mintió impúdicamente y envenenó el voto del referéndum y, finalmente, no ha conseguido, por mucho que ha insistido, un Brexit a palo seco.
- Ya sabemos que en el Partido Conservador están en vías de autodestrucción. Pero sigue sin entenderse bien a qué juega Corbyn: cuando la mayoría ciudadana reclama un segundo referéndum, empezando por los votantes laboristas –que apoyarían nítidamente la permanencia-, da la impresión de que Jeremy quiere gobernar para negociar la salida de la UE. Estupor.
- Les guste o no, los británicos tienen que asumir la verdad: ya no son ni el primero de la clase, ni el centro del universo, sino un país más, importante, claro, pero no tan relevante como para la Tierra gire alrededor de su capital. En el mundo actual, estar en la casa europea con los socios comunitarios es lo único que les garantiza seguir contando.
Desde España tenemos que ayudar a que todo este lío termine positivamente. Y es lo que estamos haciendo con europeísmo y responsabilidad.