Las bodas del covid: de cancelaciones masivas a reinventarse con laboratorios móviles de test
El sector dejó de facturar 80% de las bodas que se tenían planificadas en 2020 y pide no ser visto como un foco de contagios.
“Pensamos que si pasaba algo el día de la boda íbamos a tener cargo de conciencia para toda la vida”. Sergio y Laura recuerdan con tristeza la llegada de la primavera de 2020. A medida que se acercaba la que iba a ser la fecha del día más feliz de sus vidas, el 18 de julio, eran más conscientes de lo imposible que iba a ser celebrar su boda como ellos siempre habían soñado. Por eso, en pleno confinamiento tomaron la difícil decisión de retrasarla, con la esperanza de que, un año después, la situación hubiera mejorado.
Ahora sus esperanzas están puestas en el próximo 1 de mayo. La situación es, por decirlo de alguna manera, distinta. Del lado bueno, la llegada de las vacunas que ya está recibiendo buena parte de la población española. Del lado malo, la irresponsabilidad de parte de la ciudadanía para la que el virus ni existe ni les merece ningún respeto.
Pero Laura y Sergio darán el paso adaptándose a lo que ya se llama “nueva normalidad”, que pasa por una celebración con mascarillas, sin baile, sin cóctel, con mucha separación entre invitados y con menos comensales de los que hubieran querido. “Nos imaginamos la boda más fría, hay gente que vendrá con miedo… Aunque es verdad que ahora se tiene muchas más ganas de tener algo que celebrar, de algo tan entrañable como es una boda. Pero tenemos la esperanza de que, aunque será muy, muy distinta a cómo nos la habíamos imaginado, será bonita”, explican.
Distinta, seguro que es, pero puede que no se arrepientan, como asegura Patricia, organizadora de bodas en OC Events y novia casada en plena pandemia. “Por mucho que fue una celebración diferente a lo planeado fue especial y bonito igual y no faltó nada”, recuerda. Por no faltar, hasta tuvo un vals improvisado con música del móvil.
Su caso, en sus propias palabras, es “de los más extremos”. Su boda era en Barcelona el 21 de marzo de 2020, pero al decretarse el estado de alarma, tuvo que aplazarla. La celebró siete meses después, en octubre, y justo una semana antes cerró la hostelería en Cataluña. Adiós banquete.
Pese a su doble “shock”, lograron casarse por la Iglesia en una ceremonia que transmitieron por redes sociales, y un “minibanquete” en un hotel con los más allegados —parte de la familia del novio ni pudo asistir por un cierre perimetral—. Todo ello aderezado con sus “geles hidroalcohólicos personalizados y carteles divertidos recordando el uso de la mascarilla”.
Lo que no hicieron fueron test previos: “En mi familia hubo un pequeño susto dos semanas antes por contacto con un par de casos. Toda mi familia se hizo test. Nosotros no estuvimos confinados pero tuvimos cuidado en los días de antes de no ir a restaurantes, no vernos con mucha gente...”. “En mi opinión dan una falsa sensación de seguridad y no eximen de cumplir las medidas. Cuesta dinero y no lo vimos necesario”, añade.
Laboratorios móviles para hacer test a los invitados
Sin embargo, cada vez son más los novios que optan por iniciativas ‘extra’ —aunque tampoco eliminen todos los riesgos de contagio— como una que está cada vez más en auge: laboratorios móviles que realizan test a los invitados para que puedan celebrar con más tranquilidad. En este campo, uno de los equipos pioneros es el formado por C&ch-salud. Fue su director, Juan Manuel, el que tuvo la idea al acudir a un enlace durante la pandemia y no sentirse “completamente seguro”. A raíz de este episodio personal, elaboró en enero de 2021 un sistema basado en tests móviles de LUMIRA —que realiza test de antígenos de altísima sensibilidad, comparables con los resultados de una PCR— y unidades móviles para realizar test covid-19 en bodas y eventos. Actualmente tienen cerradas 57 bodas para Madrid y el resto de España.
Según explican desde la empresa, realizan tests rápidos de antígenos “por inmunofluorescencia con resultados en 15 minutos, test PCR con resultados en 24/48 horas y PCR exprés con resultados en 2-4 horas”, explican. Esta última prueba “es un servicio exclusivo que garantiza el menor tiempo de exposición al virus para personas de riesgo como pueden ser las personas mayores, ya que se hace unas horas antes de la celebración”.
El mecanismo, exponen, es sencillo: “Uno o días antes de la celebración colocamos una unidad móvil en el lugar que nos indiquen en cualquier punto de la península e iremos realizando las pruebas a los invitados a medida de que vayan llegando para que no se acumulen”. “Por esa razón vamos días antes del matrimonio para evitar aglomeraciones y cumplir con las normas de seguridad”.
Los costes varían en función del servicio: una unidad móvil para realizar test de antígenos por un día para cien personas tiene un valor de 3.500 euros. Por cada día extra de la unidad móvil hay que sumar otros 600 euros; y por cada test extra de antígenos otros 27 euros.
Las PCR, una reclamación del sector
Precisamente que se permita la realización de PCR para la celebración de bodas es una reclamación del sector, gravemente azotado por la pandemia. Basta con mirar el INE: solo en el primer semestre de 2020 las bodas celebradas cayeron un 60,8% y eso que hasta marzo no hubo confinamiento. La curva habla por sí sola.
“Igual que para viajar a un montón de sitios piden una PCR, estamos pidiendo que nos dejen hacerlas”, explica Isaac Amselem, presidente de la Asociación de Profesionales de Bodas de España. “Igual que en un plató de la tele la gente se hace unos antígenos y está sin mascarilla o que en otros ámbitos sí se está permitiendo, como los jugadores de fútbol que pueden estar juntos”.
“El Gobierno nos ve como un foco de contagio”, lamenta. “De las 23.000 bodas del año pasado solo ha habido dos focos. Uno en una de Murcia con 200 invitados, en la que el novio sabía que estaba contagiado y siguió adelante y otro en Navarra, de una que se celebró en un restaurante”.
Porque sí, se celebraron 23.000 bodas pero se dejaron de realizar 145.000, según los datos que maneja su Asociación: “El sector ha dejado de facturar el año pasado un 80% de las bodas que se tenían planificadas y las que se han realizado son muy pequeñitas debido a las restricciones”.
Pese a que ciertas bodas puedan salirse “un poco de madre”, en opinión de Amselem “se están cumpliendo todas las normativas que nos piden” y destaca algo más en caso de contagios: “Las bodas lo bueno que tienen es que se puede hacer una trazabilidad perfecta, tanto de invitados como de proveedores”.
Sergio y Laura coinciden en que son medidas “que nos vienen a todos bien”. Lo bueno es, aseguran, que siempre ha existido “ayuda en el sector”. “Todos, desde la finca, hasta los fotógrafos, pasando por los que nos hacen los vestidos nos han apoyado, haciendo hasta de psicólogos. Siempre nos han dicho que a por ello, que será una boda diferente, pero bonita”.
Al fin y al cabo, PCR o antígeno mediante, el fin siempre será el mismo: que los novios coman perdices y vivan felices para siempre. Y eso no se lo va a robar nadie, ni el coronavirus.