Bielorrusia, donde las mujeres se ponen en pie
Tres mujeres arrinconaron a Lukashenko en las elecciones denunciadas por amaño y miles copan las calles pidiendo libertades
El levantamiento popular de los ciudadanos de Bielorrusia contra su presidente, Alexandr Lukashenko, tiene mucho de lucha feminista. La de las profesoras, las sanitarias, las informáticas, las ama de casa, las madres, las que se han cansado de un mandatario que se ha acabado convirtiendo en autoritario, tras 26 años de mando.
El sábado, más de 10.000 mujeres marcharon durante casi cinco horas en la capital, Minsk, en protesta contra la violencia policial ejercida durante las últimas tres semanas y con exigencias de libertad para los presos políticos del régimen. Las participantes de la gran “Marcha de las mujeres” portaban flores, banderas y sombrillas blanquirrojas, los colores nacionales.
Las fuerzas de seguridad -cientos de efectivos y vehículos de policía- las vigilaron durante todo el trayecto e incluso intentaron intentaron en varias ocasiones bloquear y dividir la marcha. Sin embargo, se produjeron momentos de extrema sororidad, como cuando un grupo de manifestantes rodearon a los antidisturbios y los forzaron a irse, una imagen viral que se ha convertido ya en el icono de las protestas contra Lukashenko. Ocurrió en la plaza Yakub Kolos. No necesitaron más que rodearlos. Sin violencia.
Efe informa de que mientras se producía esta estampa, otra parte de la columna cruzó la avenida y, cuando ambos grupos se reunieron, comenzaron a gritar “Uno para todos y todos para uno” y “Nos vamos al mercado”.
El clamor femenino está siendo clave en la movilización popular, iniciada tras las elecciones de 9 de agosto en las que el presidente se proclamó vencedor con el 80% de los votos, unos comicios que los opositores, la UE y la OSCE entienden como irregulares. “Nuestro presidente dijo que nuestra Constitución no está hecha para las mujeres y que las mujeres aquí sólo pueden servir al Gobierno, servir a los hombres .Que no tenemos fuerza, conocimiento o la posibilidad de gobernar. Supongo que el símbolo de tres mujeres mostró que tenemos la fuerza y la voz. Somos iguales y en algunos casos creo que somos aún más fuertes”, resume una manifestante a Euronews.
El machismo del presidente es evidente: durante sus casi tres décadas en el poder, el presidente Lukashenko se ha encargado de expandir el mensaje de que el papel de las mujeres en Bielorrusia es el de “esposas, madres y amas de casa”, aunque luego haya dicho que no quiere sonar ni “irrespetuoso” ni “misógino”.
Pero hay más: al desprecio y a la falta de oportunidades laborales para levantar a las familias se suma la persecución específica contra las mujeres que denuncia Amnistía Internacional, que hanacusado a las autoridades de atacarlas durante una campaña en la que los activistas informaron de que habían sido amenazados con violencia sexual y de que sus hijos estaban siendo protegidos.
Las lideresas
Pero es que, también, las tres cabezas visibles de la oposición al régimen son, hoy, mujeres. La comisión electoral nacional, presionada por el Ejecutivo, ha ido rechazando la mayoría de las candidaturas de disidentes, una tras otra. Al final, sólo seis aspirantes lograron inscribirse oficialmente en los comicios del mes pasado y nueve se quedaron por el camino.
Entre las candidatas que seguían vivas, tres mujeres que han mantenido el pulso al presidente: Svetlana Tijanovskaya, que decidió presentarse en las urnas después que arrestaran a su esposo, Serguéi Tijanovski, un reconocido youtuber que ya no pudo concurrir a los comicios; Verónika Tsepkalo, extrabajadora de Microsoft, mujer de Valery, que dio el paso adelante también para ocupar el espacio de su marido exiliado, y Maria Kolésnikova, segunda de una formación de Babaryko, su jefa de campaña, convertida en líder por el encierro de su compañero. Tijanovskaya, una exprofesora de idiomas de 38 años, ha sido la que ha encabezado a los opositores. La llaman Juana de Arco. Bajo su paraguas han competido las tres juntas contra el presidente, un gesto sin antecedentes que ha calado también entre sus conciudadanas descontentas.
Maria Kolesnikova es la única que queda en el país, después de que sus dos compañeras de campaña huyeran por motivos de seguridad. Dice que no se va a ninguna parte, ya que su misión no ha terminado aún: “Vamos a seguir insistiendo en la celebración de elecciones libres y justas, en la liberación de todos los presos políticos, entre los que se encuentran nuestros amigos y seres queridos, y vamos a crear una plataforma para apoyar a los que sufrieron en las protestas”.
Las que valen para tan poco se las están haciendo pasar muy mal a Lukashenko... Y lo que queda.