Biden admite fallos en su primer año en el poder y predice un ataque ruso a Ucrania
Reconoce que debió hacer más test contra la covid, pero defiende su gestión ante la inflación, y la lía hablando de una "incursión menor" de Moscú y sus consecuencias.
El presidente estadounidense, Joe Biden, admitió esta madrugada haber cometido algunos fallos en su primer año en el poder, al tiempo que pronosticó que Rusia invadirá Ucrania y generó confusión sobre cuál será la respuesta de Occidente.
En una rueda de prensa de casi dos horas, Biden hizo balance de su mandato hasta ahora en lo relativo a la pandemia, la economía y la inflación, los proyectos de ley pendientes sobre gasto social y derecho al voto, además de las relaciones con Latinoamérica, Rusia, China, Irán y el Yemen.
“Ha sido un año de desafíos, pero también ha sido un año de avances enormes”, aseguró el mandatario, que este jueves cumple su primer aniversario en la Casa Blanca.
Los fallos del primer año
Aunque Biden negó que hubiera “prometido demasiado” en su campaña electoral y opinó que ha hecho las cosas “mejor de lo esperado” dadas las circunstancias, reconoció que hay mucha “frustración y fatiga” por la pandemia de la covid-19.
Admitió que su Gobierno debería “haber hecho más test antes”, sobre todo dado el pico de contagios que ha generado en Estados Unidos la llegada de la variante ómicron de la covid-19, pero dijo que lo importante es que ahora hay más pruebas de antígenos disponibles.
La Casa Blanca ha atribuido a esa fatiga pandémica el hecho de que Biden llegue a su primer año en el poder con una popularidad de apenas el 42 %, el índice más bajo para un presidente desde mediados del siglo XX con la única excepción de su predecesor, Donald Trump, cuya tasa era del 39,5 %.
Biden, que quiso declarar la “independencia del virus” a mediados del año pasado pero luego se vio forzado a lidiar con las variantes delta y ómicron, insistió en que llegará un momento en el que la covid-19 “no será una crisis” en Estados Unidos.
En cambio, no reconoció fallos en lo relativo a la inflación o la cadena de suministros, aunque consideró “apropiado” que el presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell, “recalibre” el apoyo prestado a la economía durante la pandemia.
Fin del sueño bipartidista
Lo que sí admitió es que “subestimó” la resistencia que opondría a sus medidas el Partido Republicano, que sigue bajo las riendas de Trump, controla un amplio número de escaños en el Congreso y no ha votado por ninguna de las medidas aprobadas hasta ahora por los demócratas.
El mandatario desechaba así el sueño de cooperación bipartidista con el que llegó al poder hace un año y que parece muerto a diez meses de las elecciones legislativas de noviembre, en las que es probable que los demócratas pierdan el control de la Cámara Baja.
En ese contexto, admitió que no podrá aprobar intacto su plan de gasto social de 1,75 billones de dólares, sino que tendrá que conformarse con porciones más pequeñas del mismo, entre las que citó una inversión contra la crisis climática.
En el mismo sentido, lamentó que no se haya aprobado la propuesta de reforma migratoria que presentó hace un año, al subrayar que no hay “ni un solo voto de los republicanos” a favor de esa medida, al contrario que hace unos años.
Respecto al descontento de muchos votantes negros, Biden negó que él no haya prestado la atención suficiente a temas como el derecho al voto y opinó que lo único que debe hacer es explicar mejor su gestión.
“Es un problema que yo mismo he creado, al no comunicar las cosas tan bien como debería”, dijo Biden, que prometió viajar más este año y explicar directamente a los votantes su gestión de los problemas.
Confusión sobre Rusia y Ucrania
A nivel internacional, Biden pronosticó que Rusia acabará por “entrar” en Ucrania con sus tropas y considero “posible” mantener otra cumbre con el presidente ruso, Vladímir Putin, para tratar de rebajar las tensiones.
Aunque alertó de que Putin “no ha visto nunca sanciones como las que” ha “prometido que se impondrán si se mueve” hacia Ucrania, también generó confusión al insinuar que la respuesta de Occidente podría no ser tan dura si Moscú opta por alguna medida que no suponga una invasión a gran escala.
“Una cosa es que se trate de una incursión menor y que acabemos discutiendo (en la OTAN) sobre qué hacer y no, pero si (lo rusos) hacen lo que son capaces de hacer con una fuerza en masa en la frontera, va a ser un desastre para Rusia”, subrayó.
Esa afirmación generó alarma en Ucrania, donde una fuente oficial dijo a la cadena CNN que parecía que Biden estaba “dando luz verde a Putin para entrar” en el país siempre que se tratase de una “incursión menor”.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, se vio obligada a aclarar después en un comunicado que, “si cualquier fuerza militar rusa cruza la frontera con Ucrania”, Washington lo considerará “una nueva invasión” e impondrá represalias “rápidas y graves” de forma coordinada con sus aliados europeos.
Biden también dijo que “no es el momento” de abandonar las negociaciones para salvar el acuerdo nuclear con Irán, que China “tiene una obligación” de dar más detalles sobre el origen de la covid-19, que es “muy difícil” que acabe la guerra en el Yemen y que no se arrepiente de su gestión de la retirada militar de Afganistán.
Por último, se refirió a sus conversaciones con países latinoamericanos sobre la inmigración procedente de Centroamérica y la situación en Venezuela y dijo que ya no quiere hablar del continente como “el patio trasero” de EEUU, sino como “el patio delantero”, porque considera que son naciones “iguales” a la suya.