Consumo alerta de que uno de cada cuatro niños toma bebidas energéticas
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, plantea una regulación de estos productos por sus riesgos para la salud.
Uno de cada cuatro niños de entre 3 y 10 años consume bebidas energéticas, la prevalencia entre los adultos es del 30% y entre los adolescentes aumenta hasta el 62%, según los datos que ha presentado este lunes el Ministerio de Consumo dentro de una encuesta elaborada por el comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) sobre los riesgos asociados al consumo de estos productos.
Según el estudio, una persona que tome más de 1,4 miligramos de cafeína por kilo de peso al día puede sufrir insomnio, pero si el consumo aumenta a los 3 miligramos puede conllevar riegos cardiovasculares y hemotológicos, entre otros.
Según Consumo, los envases más habituales de bebidas energéticas contienen 32 miligramos de cafeína por cada 100 mililitros, teniendo en cuenta que hay envases también de 300 y 500 mililitros.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha planteado la regularización de estos productos que pueden suponer un “riesgo” para la salud. Ha incidido en que la prevalencia de consumo entre los adolescentes de entre 10 y 18 años es del 62% y en los niños de entre 3 y 10 años es del 26%.
“Esto quiere decir que uno de cada cuatro niños consume bebidas energéticas, estamos hablando de edades que no deberían tener acceso a este tipo de productos por su naturaleza y composición”, ha advertido Garzón.
“Se suelen equiparar a un refresco normal”
“Hablamos de un tipo de consumo que se hace con desconocimiento de los componentes y características del producto y se suelen equiparar a un refresco normal”, ha dicho el ministro, quien ha aclarado que ambos tipos de productos son diferentes, con lo que hay que explicar los riesgos de un consumo no moderado.
La Administración, ha dicho Garzón, debe ser capaz de saber trasladar eso, “naturalmente en complicidad con todo el ecosistema industrial” y con los productores, que tienen que transmitir esos riesgos y los componentes del producto para que esa información llegue a los consumidores.
Garzón ha dicho que tiene la obligación de escuchar a la comunidad científica y aprender de ellos y de la evidencia, de forma que “se pueda poner en marcha junto con otros actores medidas que permitan regular este sector en particular”, que hoy en día carece de ella.
Ha incidido en que el hecho de que estas bebidas estén equiparadas a los refrescos “retroalimenta esa confusión que existe en el consumidor”.
Así, Consumo pondrá en marcha un grupo de trabajo con agentes institucionales, sociedad civil y expertos para abordar las medidas que empiezan a tomar con este “mercado que está en auge”.
De hecho, las recomendaciones del informe presentado este lunes por Consumo van en esa línea, tal y como ha explicado la coordinadora y autora del documento, Carmen Rubio.
Dosis máximas
Entre otras cosas, incide en que el término bebida energética no está recogido en la legislación, con lo que recomienda avanzar en que se incluya su definición, los ingredientes que pueden contener, su concentración máxima y posibles combinaciones.
Además, recomienda unas dosis máximas concretas de consumo en función del peso de la persona, y en el caso de los que pesen menos de 50 kilos, aconseja evitar su ingesta si contiene más de 32 miligramos por 100 mililitros para evitar alteraciones del sueño.
Sugiere que se verifique que el etiquetado de las bebidas energéticas recoge la cantidad de cafeína procedente de todos sus ingredientes y valorar, “tal como han hecho algunos países, la regulación del contenido máximo” de esta sustancia en estos productos.
El informe también alerta de otros componentes con principios de activos naturales como el ginseng o el gingko, con ingesta contraindicada durante el embarazo y la lactancia. En el caso del ginseng también en la infancia y adolescencia.