Lo que supone políticamente el acuerdo de Ayuso y Vox sobre los presupuestos
Los populares y la ultraderecha se alían para sacar las primeras cuentas en Madrid desde 2019.
La ley más importante que puede sacar un Gobierno es la de presupuestos generales. Marca su hoja de ruta, sus prioridades, su modelo. Y más en una comunidad autónoma, donde las principales partidas van para Sanidad y Educación, los pilares del bienestar. Son números y directrices políticas, porque también supone fijar tus principales apoyos a la hora de dirigir una región.
Isabel Díaz Ayuso y Vox han llegado a un acuerdo este martes para pactar los presupuestos de la autonomía, los primeros que sacará adelante la presidenta madrileña (ya que están prorrogados desde 2019 y los vigentes son obra todavía de Cristina Cifuentes). Y lo que pasa ahora en la Puerta del Sol y en la Asamblea de Vallecas tiene también ecos nacionales, ya que es un auténtico laboratorio de lo que puede suceder en el futuro a nivel nacional.
Lo primero y básico: Ayuso apuesta por el apoyo y el entendimiento con la extrema derecha. La presidenta madrileña es una de las figuras más cercanas a Vox dentro del propio Partido Popular, se siente cómoda gobernando con el apoyo de los de Santiago Abascal y se presentan como muro frente a la izquierda (es una propia arma política el rechazar cualquier tipo de acuerdo con el otro ala de la Asamblea).
Ayuso juega en un terreno que le gusta, el de la derecha más ortodoxa y que atrae mucho a los votantes de Vox. De hecho, ella era incluso la preferida por los votantes de Vox en las encuestas para ser la presidenta de Madrid. Además, este estilo le ha funcionado electoralmente, ya que supo frenar el ascenso de los de Abascal, a la vez que se engullía directamente a Ciudadanos.
La presidenta de Madrid no tiene ningún reparo en pactar con la ultraderecha, son sus aliados naturales. Este estilo tiene poco que ver con la mayoría de Europa, donde este tipo de pactos están mal vistos y se hace un cordón electoral. Esto sería impensable, por ejemplo, con Angela Merkel y su CDU.
Ayuso se ha convertido, además, en la gran figura de moda dentro de la derecha española y está enfrentada directamente con Pablo Casado. Dentro de su partido muchos la ven como la líder espiritual y el camino a seguir: “una máquina de votos”, como confiesa un barón del PP. A muchos en el partido les gustaría verla como candidata en las elecciones generales, por lo que todo lo que hace se lee en clave de futuro.
Pues ella ha dejado bien claro cuál es su modelo: gobernar con el apoyo de Vox. Ella ha normalizado totalmente esa relación, y todos en el PP ya asumen que si tienen posibilidades de lograr La Moncloa, será de la mano de la ultraderecha, y nadie levanta la voz. Todos lo dan por hecho. Pero es que Ayuso lo hace además sin filtros y orgullosa.
Por eso, ha querido pactar los presupuestos (que se aprobarán en la Asamblea a finales de mes) para evidenciar ese matrimonio de apoyo externo. Y Vox también ha querido amarrar este acuerdo en un momento en el que en Madrid no tiene el tirón que creía (debido a Ayuso) para decir que son útiles y que son los que condicionan lo que pasa en la Comunidad.
A Ayuso le ha costado tres años sacar unos presupuestos propios. Ahora ya todo lo que pase será de su responsabilidad y dominio, ya son sus cuentas, como ella había pedido. Unas cuentas para 2022, lo que será la parte final de la legislatura. Aunque se adelantaron las elecciones, según el Estatuto, habrá de nuevo comicios dentro de dos años (en mayo de 2023). Por lo tanto, con estas cuentas podría aguantar prorrogándolas hasta las próximas urnas.
Ayuso sigue viviendo su luna de miel demoscópica, y en las últimas encuestas publicadas se refleja que incluso aumentaría su resultado respecto al 4-M y rozaría la mayoría absoluta. Su tirón se nota también en que sacaría hasta 15 puntos más en Madrid que Pablo Casado en las generales en esta comunidad, según un barómetro de El Confidencial.
Hay que esperar a ver los números exactos y el proyecto de presupuestos con las enmiendas de Vox, pero han sido, según ha anunciado Rocío Monasterio, 13 puntos. Y por lo que ha avanzado, se ven una serie de líneas maestras. No entra dentro de este pacto la derogación de artículos de las leyes LGTBi, pero eso no significa que no se vaya a hacer. La Comunidad de Madrid ha dicho que se seguirá “negociando” con Vox este asunto, por lo tanto cederán dentro de unos meses a esa exigencia más ultra.
Entre los acuerdos se potencian medidas para las “familias”, que es uno de los ejes políticos que siempre citan tanto Ayuso como Vox y que se ha convertido en uno de sus campos de batalla para los votos. Además prometen acabar con los “chiringuitos” y se hará una auditoría de todas las subvenciones hechas por la Comunidad en los últimos cuatro años. La ultraderecha tiene aquí uno de sus principales reclamos en mítines, aunque siempre se le olvida que Santiago Abascal tuvo uno durante años bajo el paraguas de Esperanza Aguirre. No es baladí que esas auditorías sólo se hagan de cuatro años atrás, por lo que no se investigará aquella fundación.
También Vox le ha arrancado otra medida disfrazada de economía, pero con un claro mensaje ideológico: auditoría completa de los costes de los servicios y de las subvenciones asociadas a los centros de menores no acompañados. Tendrá un coste de 50.000 euros. Este fue otro de los grandes ejes de la campaña del 4-M de la ultraderecha, fomentando el odio contra los menores no acompañados diciendo con su polémico cartel que reciben más que una abuela pensionista.
Vox ha logrado también otro punto que no tiene mucho que ver con la economía: la Comunidad estudiará la posibilidad de personarse en las acciones judiciales que se desarrollen en aquellos asuntos que “pongan en grave riesgo la seguridad personal de los ciudadanos o sus propiedades (okupación), ante infracciones administrativas o penales provocadas por grupos organizados (bandas latinas) o individuos”.
Con el acuerdo en Madrid, Andalucía ya es la única comunidad autónoma que no cuenta con presupuestos para el año que viene en un momento de inestabilidad económica y esperando la recuperación. Allí la situación entre Vox y el PP es totalmente diferente, y todo huele a urnas. La ultraderecha quiere forzar las urnas.
Vox y Ayuso ya han pactado sus presupuestos, y los números lo dicen todo.