Almeida, de alcalde campechano a embarrado en escándalos

Almeida, de alcalde campechano a embarrado en escándalos

El alcalde de Madrid ve cómo la pandemia, cuya gestión sosegada le encumbró, se le ha vuelto en contra con el caso de las mascarillas.

José Luis Martínez Almeida, el pasado mes de febrero. Europa Press News via Getty Images

Marzo de 2020. Madrid, como muchas ciudades en todo el planeta, vive los momentos más crudos de la pandemia de coronavirus. Centenares de personas mueren cada día víctimas de este virus, desconocido entonces, que ha encerrado a millones de ciudadanos en sus casas.

El alcalde de la ciudad, José Luis Martínez-Almeida, aprovecha la ocasión para dar un giro a su perfil.

Del “alcalde macarra”, como algunos le llamaban durante sus primeros meses en la Alcaldía, pasa a ser una figura amable, conciliadora, que se gana el respeto hasta de la izquierda con mensajes como este en Twitter:

El tono se trasladaba hasta el Pleno del Ayuntamiento, donde alcalde y oposición protagonizaban intercambios amables.

El contraste con el líder de su partido por aquellos días, Pablo Casado, y con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, le hacía ganar aún más puntos.

“Es muy inteligente, le está dando a la gente lo que necesita en un momento muy complicado. Es consciente de que es el alcalde de una ciudad asolada por la muerte y tiene que estar a la altura. No está haciendo como Ayuso, que es la opositora de Sánchez, él se ha granjeado el respeto de parte de la sociedad que le detestaba”, explicaba entonces a El HuffPost un concejal socialista.

“Como persona que vive en Madrid, para mí José Luis Martínez-Almeida ha sido una agradable sorpresa. Le agradezco muchísimo desde aquí la discreción de su gestión”, le llegó a decir en directo el presentador de SálvameJorge Javier Vázquez.

También lo era para otros muchos, como el actor Dani Rovira, que agradeció públicamente que el regidor atendiera esta petición de PACMA sobre la perrera municipal madrileña.

Viendo cómo calaba la imagen del alcalde, Casado decidió en agosto de 2020 nombrarle portavoz nacional del PP, lo que obligó a Almeida a dejar ese tono campechano y alinearse con el que marcaba su formación.

Pese a endurecer el discurso, el alcalde madrileño siguió estando muy valorado y haciendo entrevistas amables. Su presencia en los mítines era constante, tanto en los de las elecciones catalanas de febrero de 2021 como en las de mayo celebradas en la Comunidad de Madrid.

Pero el último año le ha pasado por encima a Almeida.

Primero con la crisis entre la dirección nacional y Ayuso, que le pilló en medio. Almeida, que parecía formar parte de un tándem indisoluble con la presidenta madrileña, se vio en mitad de una refriega entre Casado, que lo puso de portavoz, y su compañera en Madrid.

El runrún sobre la presidencia del PP de Madrid y la intención de Ayuso de presentarse, algo que no gustaba nada a la dirección del partido, hizo que Almeida se pasase el día repitiendo la frase “no toca” para despejar el tema ante los periodistas.

Para asombro de muchos, durante un desayuno informativo Casado le situó como posible rival de Ayuso a presidir el PP en Madrid, algo que desgastó aún más esos días al alcalde madrileño, que pasó de evitar el tema con una sonrisa a mostrarse visiblemente molesto.

“Si le contestara que me voy a presentar, si yo le contestara que no me voy a presentar o si yo le contestara que me lo voy a pensar; lo único que haría es avivar un debate que no procede”, dijo en una entrevista en LaSexta en la que no sabía bien dónde meterse.

Aquel asunto fue el inicio del fin de la era Pablo Casado en el PP. Pero hubo que esperar a febrero, cuando se conocieron las primeras informaciones que apuntaban a un intento de espionaje a Ayuso por parte del PP.

Para colmo de Almeida, el origen de dicho espionaje era el Ayuntamiento de Madrid y, más concretamente, la Empresa Municipal de Vivienda, desde donde se habría contactado con un detective privado para obtener información fiscal sobre Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta madrileña, y los contratos públicos por los que supuestamente cobró casi 300.000 euros.

De nuevo entre la espada y la pared, Almeida compareció ante los medios circunspecto, muy serio y, eso sí, no como portavoz del PP, sino sólo como alcalde.

Aquella forma de comparecer fue el presagio de lo que se produjo apenas cinco días después: Almeida dimitía como portavoz nacional del PP.

Era día 22 y el PP estaba en plena descomposición interna. Esa misma tarde dimitió el secretario general del partido, Teodoro García Egea, y el presidente de la formación, Pablo Casado, convocaba un congreso extraordinario que ha terminado, de momento con su carrera política.

Con el encumbramiento de Alberto Núñez Feijóo como nuevo líder del PP, parecía que Almeida podía vivir tiempos más tranquilos.

Pero horas antes del Congreso de Sevilla donde se hizo oficial, eldiario.es publicaba las primeras informaciones sobre la investigación abierta por la Fiscalía Anticorrupción de comisiones millonarias en la compra de material sanitario en el Ayuntamiento de Madrid.

En total, cinco millones de euros que el hijo del fallecido duque de Feria, Luis Medina, y un empresario socio suyo se habrían llevado en comisiones por intermediar en los contratos durante los momentos más terribles de la pandemia.

Casualidades del destino, sucesos que ocurrieron al inicio de la pandemia han terminado mostrado a la vez la cara más amable y a la vez, la más dura, del alcalde de Madrid. Porque el hombre calmado y conciliador de aquellas fechas ha dado paso, dos años después, a un Almeida duro y enfadado.

Porque a las informaciones conocidas hace una semana hay que sumar que uno de los comisionistas, Luis Medina, contactó indirectamente con Carlos Martínez-Almeida, primo del alcalde, para obtener los contratos.

El regidor, airado y con el ceño fruncido, ha defendido que él “no tenía ni idea” de que su primo hubiera “intervenido” en dichos contratos y negó haber mediado “ni directa ni indirectamente” para que se aprobasen esas licitaciones.

“Si usted me dice que a posteriori, sabiendo lo que ha pasado, haríamos un contrato para que dos personas se compraran coches de lujo y yates, lógicamente no lo haríamos, pero yo les pido que se pongan en esa situación”, ha reclamado el regidor en las explicaciones más extensas que ha dado desde que estalló este escándalo y que ha calificado de “estafa”.

Al otrora campechano alcalde sólo se le ha escapado una sonrisa. Ha sido cuando un periodista le ha preguntado que “qué tal”. “Fenomenal”, ha contestado irónico el alcalde, embarrado ahora por los escándalos.

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Jefe de Política de El HuffPost