Alemania entra en recesión: la caída de las exportaciones pasa factura
La evolución del proteccionismo que sacude al mercado global jugará un papel determinante en el futuro de la economía germana.
Primero lo hizo Italia, ahora Alemania. De acuerdo con los registros que nos ha dejado el PIB alemán, la economía alemana entra, tal y como estaba previsto, en una recesión técnica tras cosechar una nueva contracción en el PIB en el tercer trimestre del año. Una contracción técnica constatada por el propio Bundesbank, que, pese a descartar una recesión profunda en la economía alemana, sí se muestra preocupado por la posible postergación en la resolución de determinados conflictos, como la guerra comercial, que dañan continuamente a grandes agregados y fuentes de crecimiento del PIB germano.
Esta situación, como digo, era algo que casi todos los economistas estaban esperando. Esta contracción en el PIB alemán, bajo mi criterio, es algo que no ha pillado por sorpresa a nadie. El fuerte deterioro que ha experimentado la economía alemana en los últimos meses, sufriendo abruptas caídas en su industria –un gran componente de su PIB–, así como el efecto generado por la fuerte caída que ha experimentado el sector exterior, ha acabado lastrando el PIB germano hasta la recesión técnica.
Como digo, la industria en Alemania representa cerca del 29% del PIB del país, mientras que las exportaciones, por otro lado, representan cerca del 40% del mismo. Estas representaciones de gran magnitud, ante la fuerte caída que han experimentado ambas, justifican el lastre que ha sufrido el PIB. Mientras que no se espera una recesión profunda, como decía anteriormente; la posibilidad de que la guerra comercial siga sacudiendo al escenario comercial, a nivel global, preocupa al Banco Central de Alemania, el cual vería una gran dificultad para recuperar el nivel de exportaciones al que estaba acostumbrada la economía alemana.
Junto a Estados Unidos y China, Alemania supone la tercera economía del mundo en materia de exportaciones e importaciones. El sector exterior representa cerca del 80% del PIB en el país. Esta fuerte supeditación al sector exterior ha provocado que la fuerte exposición a la que se encuentra sometida su economía haya acabado siendo un riesgo de gran magnitud, en un escenario donde la demanda externa se ve salpicada continuamente por una escalada proteccionista que sigue en aumento. Una escalada proteccionista que ya amenaza a Europa con los nuevos aranceles que desea imponer el presidente Donald Trump a los productos de origen europeo.
A su vez, la economía global, dentro de sus conflictos, está experimentando otro fenómeno como lo es el final de un ciclo expansivo de la economía. Los crecimientos previstos para el este año, así como los próximos, muestran una mayor moderación de la economía, la cual, desde el propio FMI ya califican como una desaceleración global sincronizada. Esta moderación de las tasas de crecimiento, producto de esa desaceleración a la que hacemos alusión, ha acabado por lastrar el consumo, y con ello la propia industria en el país. Una industria que, como veíamos, posee un gran peso en la economía alemana. A su vez, uno de los sectores con mayor peso en la misma, el del automóvil, es uno de los que, causalmente, se está viendo más afectado en todos los países.
Estamos ante, como digo, una recesión técnica que, de acuerdo con las previsiones pasadas, ya se preveía. Sin embargo, el factor decisivo está ahora en cómo lo va a hacer el país para salir del atolladero en el que se encuentra. Pese a que las estimaciones previstas por los organismos muestren una mayor dinamización de la economía germana para los próximos años, estos crecimientos pronosticados no dependen únicamente del país, ya que, como comentábamos, están supeditados en gran parte de la evolución que experimente el mercado internacional, así como la propia industria a nivel global.
El escenario comercial sigue siendo un facto clave para la economía alemana, y las tensiones que mantiene Trump con los distintos bloques comerciales que integran el mercado global, pese a mostrarse optimista con la pronta llegada de acuerdos entre los mismos, siguen acentuándose con el paso de los meses. Una situación que, de no solventarse, podría poner en juego los crecimientos futuros de la principal economía de la Unión Europea; una economía que, como tal, representa el motor de crecimiento de la propia Zona Euro.
No obstante, Alemania, por la estructura de su economía, sigue presentando unas fortalezas que la distancia mucho de otras economías homólogas de la Zona Euro. El empleo en el país sigue marcando cifras récord; su economía, con un 53% de ratio deuda/PIB, es una de las economías menos apalancadas del mundo; la deuda alemana sigue siendo la deuda más solvente de la Unión Europea; una serie de factores que le aportan una mayor ventaja a la economía germana ante posibles shocks que, como este, puedan dañar la economía. Sin embargo, el comportamiento de determinadas variables jugará, como he dicho, un papel fundamental en el futuro del país que, hasta ahora, ha liderado los crecimientos en la propia Unión Europea.