La mano que mece la cuna o la imputación de Aguirre y Cifuentes
El juez las cita como investigadas por la financiación irregular del PP
“Yo destapé Gürtel”. Palabras de Esperanza Aguirre que quedaron grabadas en la mente de todos. Entre la podredumbre que dominaba el PP de Madrid, la gran lideresa se presentaba siempre como el azote de la corrupción. Nada tenía que ver con ella, el mundo oscuro bajo su despacho no le salpicaba judicialmente. Hasta ahora.
Pero desde este lunes resuenan otras palabras: las del juez de la Audiencia Nacional, Manuel García Castellón, encargado de indagar en el caso Púnica. “La investigación arroja indicios racionales de que (Esperanza Aguirre) sería quien ideó la búsqueda de recursos que financiaran las campañas que ella misma seleccionaba, y la supervisora última de las sinergias entre sus consejeros de confianza, que impulsó con dicha finalidad”, dice en el auto publicado este lunes. Es decir, la mano que mecía la cuna.
Un auténtica bomba política lleva este escrito con la imputación tanto de Esperanza Aguirre como de Cristina Cifuentes por la presunta financiación irregular del Partido Popular. Las dos mujeres que han dominado la derecha en Madrid durante los últimos quince años.
El PP de Madrid ha sido una auténtica máquina en las urnas durante este tiempo, con la misma fuerza que fue acumulando corrupción bajo su administración. Los hombres de confianza de Aguirre cayeron en las garras de la Justicia -con Ignacio González y Francisco Granados pasando hasta por la cárcel-. Pero ella siempre se salvaba in extremis.
El Madrid de oro... y fango
Durante estos años, el PP de Madrid era el gran ejemplo del partido. Ultraliberales, dominadores de la política autonómica, paraíso fiscal, guardianes de las esencias conservadoras, la élite con sello de calidad de Faes. Y un dolor de cabeza también para Mariano Rajoy.
Pero a la vez se fraguó un partido lleno de conspiraciones, espionajes mutuos, tramas de corrupción, adjudicaciones irregulares, contratos opacos, un entramado salpicado por políticos y empresarios. Y la Audiencia Nacional investiga esa supuesta financiación irregular entre 2003 y 2011, los años gloriosos, el boom.
Una investigación que tiene su origen en una agenda del ex secretario general del PP de Madrid Francisco Granados -niño bonito de Aguirre y cabecilla de Púnica- en la que aparecían unas siglas junto a cantidades de dinero. Se intenta aclarar si eran donaciones a los populares de manera irregular a cambio de adjudicaciones públicas.
Y el magistrado continúa con esta macrocausa imputando también al expresidente Ignacio González -ya investigado por el caso Lezo- y a los exconsejeros Borja Sarasola, Manuel Lamela, Juan José Güemes y Gádor Ongil. En el auto también se cita como investigado al expresidente de Indra Javier Monzón y a la propia empresa en calidad de persona jurídica, como pedía Anticorrupción.
Un duro golpe para Casado
La imputación de Aguirre, especialmente, y de Cifuentes, supone todo un terremoto político. La expresidenta madrileña, que se apartó de la primera línea por esos casos, había vuelto a tener una fuerte influencia en la calle Génova tras la victoria de Pablo Casado en las primarias del PP. Un animal político hasta en sus horas bajas.
Y es que el aguirrismo y el aznarismo habían revivido tras haberse enfrentado duramente al marianismo en los últimos años. Casado es un producto de Aguirre, quien le mimó políticamente durante su juventud y a quien promocionó activamente desde Nuevas Generaciones. Es la gran mentora del actual líder del PP.
Para Casado es un duro golpe. Desligarse de ella no será nada fácil. Madrid se ha convertido en el gran fortín de los populares, gobernada ahora por Isabel Díaz Ayuso, que fue otra joven que creció en política gracias a Aguirre y a Cifuentes. Hasta llevaba la cuenta en Twitter de Pecas, la perrita de la expresidenta madrileña. Fuentes de Génova dicen que respetan las decisión, pero apelan a la presunción de inocencia.
Supone un golpe muy duro para el PP cuando Madrid es su trampolín para intentar reconquistar La Moncloa. Y vuelve a ser un gran problema porque se une a esa imagen de corrupción fomentada también por los escándalos de los másters. Una prueba de fuego también para su socio de gobierno autonómico, Ciudadanos, que se presenta como adalid de la regeneración democrática. Y más ingredientes para el cóctel sucio: las sospechas sobre Avalmadrid que implican a la propia Díaz Ayuso.
El juez es muy ilustrativo en su auto. El papel de Aguirre, detalla, fue “decisivo y esencial”. El PP de Madrid, señala, se financió de “forma opaca y fradulenta” en las campañas de 2007 y 2011 -regionales y 2008 -nacionales-. Y el magistrado posiciona a la expresidenta en la “más alta supervisión” de la contratación de servicios de la campaña y el origen se sitúa en 2003, cuando llegó al poder. Los dirigentes del PP, añade, fijaron “una estrategia para obtener fuentes de financiación para el partido”. Una fecha marcada en la política por el ‘tamayazo’, cuando dos tránsfugas socialistas no invistieron a Rafael Simancas y se tuvieron que repetir elecciones -que ganó Esperanza Aguirre-.
En este auto aparecen por primera vez imputados juntos los tres presidentes de Madrid entre 2003 y 2018. Lo que evidencia la existencia de este entramado y una forma de entender la política. Pero, sobre todo, ya se acaba la argumentación de que habían salido “ranas” los colaboradores más cercanos. El corazón popular.
La comparecencia de Cifuentes será el 1 de octubre, en tanto que la de Aguirre será el 18 de octubre. Unas fechas que pueden provocar un gran dolor de cabeza a Casado y al Partido Popular si se repiten elecciones -los comicios serían el 10 de noviembre y se producirían en plena precampaña-. Para el PP la corrupción ha sido uno de sus grandes agujeros electorales, lo que puede aprovechar un Cs en horas bajas.
En abril de 2017 dejó Aguirre su cargo en el Ayuntamiento de Madrid y abandonó la primera línea política tras la entrada en prisión de González. Dijo que no había vigilado lo que debía y se marchaba. Pero hoy el juez ha ido más allá. Ella fue la que “ideó” el sistema. La mano que mecía la cuna.