Campo de Gibraltar: ¿narcos acorralados o narcos fuertes?

Campo de Gibraltar: ¿narcos acorralados o narcos fuertes?

Las nuevas agresiones a guardias civiles y policías reabren el debate sobre la falta de medios en la zona

Agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, portando parte de un alijo, en el puerto de Cádiz. JORGE GUERRERO via Getty Images

En apenas nueve días, ocho guardias civiles y dos policías nacionales han sido víctimas de ataques por parte de narcotraficantes en la sierra de Cádiz, el Campo de Gibraltar y la Costa del Sol. Emboscadas, atropellos y disparos que han llevado a los agentes al hospital, en algunos casos con heridas graves. Hace dos años, cuando casos como estos eran diarios, el Gobierno aprobó un plan de seguridad para frenarlas. Pasado este tiempo, ¿a qué se debe el rebrote? ¿Los narcos están acorralados o sacan músculo?

Lo primero, dice el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska (PSOE). El lunes pasado estuvo en Algeciras y explicó que su departamento trabaja “para ir por delante de las redes” del narcotráfico, para “adelantarse” a ellas. Recuerda que las plantillas están dotadas “al 100%” respecto a las relaciones de puestos de trabajo de a zona  y que en estos años se ha avanzado en cuanto a medios materiales.

En sus dos primeros años de funcionamiento (se acaba de ampliar hasta 2021), el Plan Integral de Seguridad para el Campo de Gibraltar ha dado como resultado la incautación de 268,2 toneladas de droga -en su mayoría, hachís-, la detención de 2.000 personas por narcotráfico y contrabando -un 30% más que en el mismo periodo anterior-; la recuperación de 1.403 vehículos y embarcaciones y de mas de 1,2 millones de cajetillas de tabaco; y la requisa de 8,3 millones de euros en metálico. También se han reducido en un 85% los episodios violentos sufridos por los agentes por sus actuaciones contra los grupos criminales de la zona. Son datos de Interior.

“Hemos recuperado el principio de autoridad -defiende el ministro-, y eso se ve”. Los “atentados” de estos días, sostiene, son muestra de que los malos se ven “encerrados”. “La desesperación los lleva a estos actos violentos”, señala. El hecho de que se den incidentes en provincias limítrofes a Cádiz como Málaga es, a su entender, señal de que la presión surte efecto y los traficantes de drogas deben buscarse otras vías.

El “parón” del confinamiento

Antonio Ramírez, el jefe provincial de la Policía Nacional en Cádiz, ahonda en esta idea, habla de “repunte ocasional” por el “acorralamiento” al que los agentes someten a los delincuentes. Eso hace que ofrezcan “más resistencia”, que califica de “agresiva” en algunos casos. Se debería, añade, a la manera explosiva con que han querido tomar la calle los narcos tras el confinamiento por el coronavirus, meses muy duros en los que el negocio se han resentido notablemente. El “parón técnico”, lo llama. “Que ahora les quitemos un alijo de droga les supone una merca de capacidad”, explica.

Pese a la lectura positiva de que los traficantes salen a morder porque les va todo en ello, Ramírez asume que un refuerzo no les vendría mal. “Conviene, quizá, un segundo incremento de personal ante un posible rebrote generalizado de violencia”, avisa. Desde la llegada del Gobierno presidido por Pedro Sánchez, en junio de 2018, la plantilla se había incrementado con 181 efectivos, hasta los  2.137 actuales.

La Plataforma Por tu seguridad, por la de todos, que une a asociaciones antidroga y sindicatos policiales en la lucha contra el narco en la novena provincia andaluza, quita el “quizá” y reclama directamente más medios. Francisco Mena, su portavoz, contradice a Grande-Marlaska y afirma que las mafias “siempre van por delante”, aún pasados estos años del plan de choque. “Se ha avanzado en lo policial y en lo judicial, pero hacen falta más medios”, resume. Concede que no estamos ante un problema estructural como en 2018, sino ante un brote puntual, pero “hay mucho trabajo por hacer”.

Su colega Antonio Flores, representante del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en la plataforma, insiste en que “no pueden” acabar con estos delincuentes con los mimbres actuales, mientras los profesionales “se juegan la vida en las calles”. Por eso reclaman que declare el área zona de especial singularidad, lo que hará que lleguen manos y euros. “Lo que tenemos es de hace 20 años”.

“Desamparados”

La Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) dice, directamente, que están “desamparados”, que el sur de España es una “zona de confort” para los traficantes de droga. Sostienen que carecen de medios “del siglo XXI” para frenarlos. Reconoce que fórmulas como el Organismo de Coordinación contra el Narcotráfico (OCON), que es una especie de célula con los mejores cerebros del Cuerpo para luchar contra el hachís, dan resultados, pero eso lleva a que las mafias “expandan sus rutas” y logren sus objetivos en zonas menos protegidas. Enumeran llegadas a plena luz del día, el uso de lanchas rápidas, barcas recreativas e incluso motos de agua, algo que en el Campo de Gibraltar está extremadamente controlado.

Por eso, entre sus peticiones a Interior, están la creación de una unidad de élite en el mar, con personal que pueda parar a los narcos en el agua, pero que “obviamente” debe ir acompañado de una mejora en las lanchas y barcas usadas por la Benemérita. También de los coches, aplastados estos días en diversos controles y persecuciones.

El sindicato Jucil (Justicia para la Guardia Civil) va más allá y, directamente, dice que hay que reforzar la zona para que no “se convierta en Sinaloa (México)”, tierra de uno de los mayores cárteles del planeta. “Las redes de narcos actúan de esa manera porque ven debilidad en el sistema, saben que está fallando” y subraya que “un todoterreno es más mortífero que una pistola”, sostiene en un comunicado.

Por tu seguridad, por la de todos apoya esa petición, como la de la mejora de las telecomunicaciones o el incremento de penas, y añade que hacen falta chalecos antibalas (los agentes deben compartirlos porque no hay uno para cada uno), una mayor persecución de las narcogasolineras, mejoras y ampliaciones en los juzgados e incentivos para que guardias y policías pidan voluntariamente este destino.

Y, de reojo, toca mirar a otro factor que ya no depende del Gobierno: los agentes que se dejan seducir por las mafias y acaban colaborando con ellas. 27 guardias civiles, por ejemplo, han sido detenidos desde 2018, informa El País. Algunos capos llevan años evitando operaciones gracias a sus confidentes entre los uniformados.

Qué ha pasado en estos días

- 3 de septiembre: Tres agentes de la Guardia Civil resultan heridos al ser tiroteados cuando llevaban a cabo una operación antidroga en la sierra de Cádiz, en el término de Bornos. Tuvieron que ser ingresados en un hospital. 200 de sus colegas se echaron al monte para buscar a los culpables. Los agentes se habían identificado, con lo que no pudieron ser confundidos con otro clan, como se especuló inicialmente.

- 5 de septiembre: Un agente de la Policía Nacional acaba en el hospital tras ser arrollado por un todoterreno robado y cargado de hachís, cuyo conductor fue detenido poco después. Su colega de patrulla resultó con heridas menores. Ocurrió en Algeciras.

- 6 de septiembre: Dos agentes de la Guardia Civil, heridos tras ser embestidos por un vehículo cargado de droga que trataba de escapar de una operación policial contra el narcotráfico en Estepona (Málaga). Los uniformados localizaron una lancha recién llegada con droga y abordaron a los ocupantes en la playa. Tres fueron detenidos y uno escapó, en un todoterreno de alta cilindrada. En su camino embistió “con gran violencia” a un vehículo del Instituto Armado que le cortaba la huida.

- 10 de septiembre: Tres agentes de la Guardia Civil resultan heridos de diversa consideración tras ser embestido el vehículo oficial camuflado en el que viajaban por un todoterreno durante una operación en San Roque (Cádiz), en la que han intervenido 700 kilos de hachís.

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.