En Barajas: "A mí no me han hecho controles de temperatura. Eso sí, todos con mascarilla"
Una mañana en la terminal 4, la única operativa, con el acceso restringido por culpa de la covid-19 a trabajadores y viajeros.
El aeropuerto de Madrid tiene acceso restringido. Solo empleados y viajeros pueden entrar en la terminal 4, la única operativa. La megafonía recuerda cada 10 minutos la necesidad de respetar la distancia de metro y medio. Cerca de allí destaca la mole ovoide de la Ciudad de la Justicia, una de las morgues improvisadas durante el pico de la epidemia de coronavirus.
Un ejército de taxis permanece desplegado en la puerta de llegadas, donde también se arremolinan familiares y amigos en busca de los suyos. Los carteles de ‘mascarilla obligatoria’ se codean con los paneles que informan de la llegada de los aviones. En uno de ellos, con origen Lima (Perú), ha viajado una mujer acompañada de su hija y su madre. “Un grupo se quedó apartado al salir del avión para hacerse más pruebas de coronavirus porque les dio la temperatura alta”, cuenta.
Desde que estalló la crisis sanitaria, el trasiego del aeropuerto es diferente. Menos gente, menos vuelos y menos contacto. Ya no hay abrazos. “Choca esos codos”, dice una mujer. “No me abraces”, pide otra a su acompañante. Alrededor, los dispensadores de gel hidroalcohólico y los mensajes en las pantallas digitales son la nueva normalidad aeroportuaria.
El departamento de Sanidad Exterior ya ha preparado las cámaras termográficas para automatizar el control de temperatura de todos los pasajeros internacionales. La viajera de Perú, de un vuelo de repatriación, dice que el personal le ha medido la temperatura en Lima y en Madrid. Pero el previsible aumento del tráfico que se espera a partir del 1 de julio, cuando se abran las fronteras a terceros países, ha motivado la instalación de las cámaras.
Antonio Torres, un viajero de mediana edad procedente de Ámsterdam, sospecha que ha tenido que pasar por delante de una de esas cámaras porque cuenta que nadie se ha acercado a él con un termómetro. “No me han hecho nada. Solo he entregado la hoja informada con mis datos. Pero controles de temperatura no me han hecho directamente. Me figuro que habrá cámaras. Yo no he visto que se llevaran a nadie o apartaran a nadie para hacerle pruebas”.
Fomento asegura que se está vigilando tanto a los pasajeros que llegan en vuelos de repatriación de todo el mundo, como a los procedentes de territorio Schengen. El propio ministro, José Luis Ábalos, insistió en que el nivel de exhaustividad de estos controles, que ya se están haciendo desde el 15 de mayo en las zonas de facturación, embarque y recogida de equipajes, se hará a partir del próximo 1 de julio a los viajeros de terceros países.
El PP, con la presidenta madrileña al frente, quiere convertir Barajas en un nuevo 8-M para criticar la gestión del Gobierno en la crisis del coronavirus. Los populares dicen que es un coladero de infectados; una bomba que puede estallar en cualquier momento y provocar rebrotes en la ciudad más poblada de España y en el resto del país ahora que las carreteras han recobrado el pulso tras el fin del estado de alarma.
Los tres filtros
El Ministerio de Fomento precisa en un comunicado en que Barajas incorpora tres filtros de seguridad: el control de temperatura, “en un proceso muy eficaz y de alto rigor”; un control documental, basado en las declaraciones responsables con información sanitaria que permite el seguimiento de la persona y un control visual.
En Barajas hay empleados que hacen un control visual para descubrir a ojo si hay viajeros tosiendo, amerados o congestionados, síntomas que, aún sin fiebre, son un indicio para que las autoridades hagan una evaluación médica que permita despejar dudas.
Algunos policías, sin embargo, dicen que estos filtros dejan mucho que desear. Es más, el Sindicato Unificado de la Policía (SUP) ha pedido este viernes que se pongan en marcha “controles más rigurosos” a los pasajeros y que regresen al aeropuerto los policías que se marcharon a otras funciones durante el estado de alarma.
Ábalos visitó esta semana el aeropuerto, junto a su colega de Sanidad, Salvador Illa, y dijo que su departamento se encargará de que no se produzcan colapsos en estos trámites. Por eso, el ministerio ha reforzado las plantillas de personal de apoyo de Sanidad Exterior.
“La obsesión de los trabajadores es no tocar nada. No te cogen el DNI con las manos. Y todos los trámites están preparados para hacerlos lo más rápido posible. A mí no me han hecho controles de temperatura. Eso sí, todos con mascarilla. Y si alguien no la lleva, bronca”, cuenta Lucía, una universitaria de 21 años que espera el autobús junto a su hermano y que viene de Ibiza.
El registro para la localización del pasajero, que ahora se cumplimenta en el avión y se entrega en mano en el control de temperatura, se está digitalizando para contribuir a un tránsito más fluido por el aeropuerto. “Otra de las cosas que chocan es que no puedes volver a entrar a la terminal una vez que sales”, cuenta esta joven universitaria. Y añade a modo de queja: “En mi vuelo han estado todos los asientos ocupados. Hemos venido muy juntos”.
Aena dice que es suficiente, Madrid que no
El presidente de Aena, Maurici Lucena, no ve necesario implementar planes específicos de seguridad ni para el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ni para el Josep Tarradellas Barcelona-El Prat. El máximo responsable de gestor aeroportuario aboga por que los 46 aeropuertos españoles “cumplan todos sin excepción” las recomendaciones europeas sobre controles sanitarios, contó este jueves en Radio Nacional de España.
Una portavoz de Fomento precisa que los protocolos obedecen a las directrices de la Comisión Europea y de la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA). Además, en su elaboración ha participado el Centro Europeo para la Prevención de Enfermedades en coordinación con los países europeos y las asociaciones internacionales de aeropuertos y aerolíneas.
La Comunidad, sin embargo, no está tranquila. Por eso envió propuestas desde la Consejería de Sanidad al ministro Illa sobre Barajas. El Gobierno de Ayuso propone establecer “un punto 24 horas del Summa”, el servicio médico de urgencias de la Comunidad, para atender a los pacientes detectados por Sanidad Exterior; realizarles una PCR y enviarles a un hospital si requieren asistencia médica.
Díaz Ayuso lleva varios días exigiendo a Sánchez mayores controles y medidas efectivas de prevención y contención que contribuyan a evitar la importación de casos de covid-19 por pasajeros de vuelos internacionales que llegan al Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
Malestar en las aerolíneas
Los costes en los que incurra el gestor de los aeropuertos españoles se convertirán en tarifas que pagarán las aerolíneas, salvo la parte que pueda reducirse a través de subvenciones. Esa medida ha disgustado a las aerolíneas, que reclaman al Estado que cargue con el gasto en que caiga Aena para frenar el covid-19 en sus instalaciones.
El pasado domingo, cuando la alarma dejó de sonar en España y se abrieron las fronteras a los países europeos, llegaron a Barajas 40 vuelos, de los que 18 fueron internacionales. Desde entonces, el aeropuerto opera en la nueva normalidad y con los filtros listos para mitigar la incidencia de los casos importados.