Ada Colau, otro paso en el camino a la Generalitat
Con las elecciones catalanas en un horizonte próximo, la alcaldesa de Barcelona emerge como la figura capaz de cohesionar a los catalanes partidarios de una consulta. La coreografía perfectamente ensayada por Pablo Iglesias y Ada Colau tras la intervención de Puigdemont en el Parlament pone las cartas sobre la mesa y vislumbra una salida para el enrocado conflicto entre Moncloa y el Govern.
"Lo que se está preparando, tras la declaración de ayer, son unas elecciones y serán en dos o tres meses, casi con seguridad, si Rajoy no comete ningún error, humillando. Los independentistas extremos están pendientes de él para volver a tomar la calle. La relación entre la CUP y Junts pel Sí estaba rota. Puigdemont, Mas y Junqueras sabían que no podían hacer más locuras tras la salida de bancos y empresas". Así se expresa un político próximo al PDeCat, quien asegura que este partido tradicionalmente conservador siempre estuvo incómodo con la CUP y que lo que buscan es diálogo mientras llegan las inevitables elecciones.
La misma fuente, con una importante vinculación con Mas, añade cómo el ambiente era "infernal en las calles, con miedo, preguntando los abuelos si tenían que ir a sacar el dinero", y hacía la situación insostenible. También de la Unión Europea llegaron las preocupaciones a Puigdemont y el expresidente Mas, reunidos ayer constantemente. "La DUI significaba que estallaba un conflicto muy serio dentro de Europa". Con este panorama, "la gran triunfadora de esta crisis fue Ada Colau, que puede ser la próxima presidenta de la Generalitat, con apoyo de Junqueras, que está muy quemado, mientras que ella es savia nueva".
En medios próximos a ERC reconocen que esta es una posibilidad, aunque no va a ser fácil "controlar a la CUP. Sustituir a la CUP por Podem tendrá otras consecuencias, aunque es cierto que nosotros nos sentimos más cómodos con los de Podem", explica otro político de Esquerra, visitante semanal de Madrid.
En las encuestas de la semana pasada las empresas de demoscopia coincidían en situar a ERC en torno al 30% de intención de voto, si las elecciones se celebrasen ahora. Colau y los 'comuns' apoyan la celebración de un referéndum dentro de la legalidad, y en ese viaje bien podría acompañarles el PSC, que al igual que la alcaldesa es partidario del derecho a decidir y del diálogo. Dos partidos que no se han quemado a lo bonzo en el procés.
Ayer, Pablo Iglesias fue el primer dirigente político en abandonar el hemiciclo, minutos antes de las ocho de la tarde, tras la no declaración de independencia de Puigdemont y valorar las palabras del president de la Generalitat. Un Iglesias con la cara de los momentos serios, transcendente, que consideró "la sensatez" demostrada por Puigdemont "un acierto" y pidió a Rajoy que no aplicara el 155 ni suspendiera las libertades.
Después, Alberto Garzón y Xavi Domènech, el portavoz de En Comú Podem en el Congreso, y para muchos posible candidato de la formación a la Generalitat (otros apuntan a que su tirón es mucho menos que el de Colau), siguieron la misma línea. Destacaron la sensatez de Puigdemont e insistieron en recuperar el diálogo. La actuación de los tres coincidía casi en el tiempo con el tuit de Ada Colau, dando las gracias a Puigdemont por apostar por el diálogo.
Un diálogo con el que el propio Gobierno de Rajoy cuenta en su hoja de ruta desde hace meses. Eso sí, solo con el Govern elegido después de unas elecciones en Cataluña. Después de haberse quitado de encima al actual president, a quien no considera un interlocutor válido.
En la misma tesitura se muestra Albert Rivera. Su partido no ha dejado de tener contactos con el resto de grupos parlamentarios catalanes, y aseguran en privado que Junqueras estaría dispuesto a negociar, aunque a una consulta pactada no renunciarían en ningún caso.