Ignacio Garriga (Vox): tenemos que hablar, de negro a negro
El Tribunal Constitucional ya lo ha dejado bastante claro respecto al derecho a la libertad de expresión: la Constitución no reconoce un pretendido derecho al insulto. Y esta línea roja, que constituye el insulto en la emisión de opiniones, es la única que me comprometo sin fisuras a no cruzar. Pero, de negro a negro, tenemos que hablar.
Digo de negro a negro porque lo cierto es que cuando nos quitamos el traje o abandonamos cada día el trabajo donde nos tienen por profesionales cualificados, así como en nuestros círculos de amistades, pasamos ipso facto a ser unos negros más. Que nadie le engañe: cuando nos ven tanto a usted como a como a mí por la calle, o a todos los demás con su mismo tono de piel, a muchos les es totalmente indiferente si tenemos papeles en regla o no. Lo mismo respecto a nuestra procedencia. La realidad es que a sus ojos somos de esos negros que vienen a chupar del bote. No pretendo molestarle en su reconquista, pero es así. Que no se olvide.
Con los debidos respetos, no sé cómo usted puede compartir y defender planteamientos supremacistas siendo hijo de inmigrantes que vinieron a una tierra en busca de un futuro mejor. Entiendo que todos estamos hechos en gran parte de contradicciones, pero las suyas me resultan particularmente llamativas. Si resumimos bien, en pocas palabras usted es el hijo de inmigrantes, azote de inmigrantes, que añora la grandeza del país que le ha acogido a él y a su familia. Como directivo de Vox, asumo que usted cree que algunas personas, por su mera procedencia, son inferiores a otras tal y como lo defiende la formación política a la que usted pertenece y para la que está jugando un papel fundamental; asumo que lo sabe.
Usted asevera que aquí hay una caridad malentendida en materia de políticas migratorias porque un Estado decide adoptar medidas solidarias y respetuosas con los derechos humanos con el fin de amparar a personas que se arriesgan la vida en pateras en busca de un futuro mejor. No sé si usted lo entenderá, pero su aproximación a un tema tan sensible, triste y trágico es cuando menos cínica, sabiendo que muchísimos son los inmigrantes que se mueren en el Mediterráneo en busca de un futuro mejor y escapando de toda suerte de desgracias.
Huelga decirle que los que se aventuran en barcos de papel para llegar a un puerto más seguro para su vida siguen siendo personas como usted. Pobres la mayoría de ellos, pero su condición económica no les ha despojado, y nunca lo podrá hacer, de su condición de humanos. Si no, pregúntales a los españoles emigrados durante la guerra civil y, más fácil aún, a los que muy recientemente han tenido que emigrar a distintos países en busca de un futuro mejor.
Perdone la molestia, pero no sé si a David Duke (del Ku Klux Klan) le hará gracia compartir mesa con usted para celebrar la anhelada reconquista, porque a sus ojos usted es y seguirá siendo un negro más, como yo y los demás, vamos. Y esta es la lucha del comunitarismo que defiende la insuficiencia del reconocimiento de los derechos individuales a cada persona y persigue proteger al colectivo como grupo, ya que la discriminación no se fija en individualidades sino en la pertenencia o no a un grupo determinado.
Y, como consejo, cuidado con gran parte de sus votantes, porque a muchos de ellos no les gustan los negros (o inmigrantes) y, a sus ojos, usted lo es. No vaya ser que, fuera de su localidad y en plena reconquista, ellos mismos le agredan a usted o a sus hijos por su color de piel y sin preguntarle previamente si tiene los papeles en regla, si es de aquí o de allá. O peor aún, sin darle tiempo suficiente para avisar o demostrar que usted es el negro de Vox, como ya le conocen por estos lares.
Mientras tanto, por qué no, bona reconquesta, company!