Rusia sufre un inesperado efecto boomerang
Moscú pretendía ahogar a los países europeos que dependían de su gas, pero los nuevos mercados, las energías limpias y las sanciones han dado la vuelta al plan.
El analista Szymon Kardaś, uno de los mayores expertos europeos en energía, ha publicado un informe en el European Council on Foreign Relations en el que desvela que a Vladimir Putin se le ha "vuelto en contra" su guerra del gas. El mandatario ruso emprendió la guerra en Ucrania con una poderosa posición, ya que muchos países del continente europeo necesitaban de su gas, la dependencia llegaba al 50% en países como Alemania, pero la fuerte unidad de los aliados de Kiev en su contra lo han llevado al ostracismo, por más que aún venda gas al oeste.
El año pasado, Moscú redujo "drásticamente" el suministro de gas a la UE para "empujar a los países europeos a reducir el apoyo político, militar y económico que prestaban a Ucrania" pero justo eso, a la postre, ha tenido (...) los efectos más lesivos en la propia Rusia". Según sus datos, "Rusia ha perdido su posición como principal proveedor de gas de la UE. Sus exportaciones de gas por el gasoducto a clientes de la UE cayeron de casi 146.000 millones de metros cúbicos (bcm) en 2021 a entre 61 y 62 bcm en 2022. El gas ruso sigue llegando a Europa a través de gasoductos que atraviesan Ucrania (según los acuerdos de tránsito vigentes hasta finales de 2024) y a través de Turquía por el gasoducto TurkStream, pero en cantidades cada vez menores".
Su recopilación, publicada en castellano por El Confidencial, es tan novedosa como completa. Añade que en los cinco primeros meses de 2023, "las exportaciones de gas ruso a través de los gasoductos en funcionamiento ascendieron a sólo 10 bcm, frente a los 62 y 42 bcm, respectivamente, del mismo periodo en 2021 y 2022". A su entender, "es muy poco probable que Moscú y Kiev prorroguen el acuerdo sobre el gasoducto que atraviesa Ucrania después de 2024", porque Rusia "ya ha amenazado repetidamente con cortar el suministro incluso antes de que expire, lo que significa que las cantidades de gas ruso que llegan a la UE por gasoducto probablemente se reducirán aún más".
Complicaría aún más las cosas, pero en el caso de Europa, para entonces podría estar ya prácticamente desligada del gas ruso, gracias a los otros proveedores que ha buscado y a la alternativa de fuentes de energía. Argelia, Israel o Estados Unidos son ahora contrapartes reforzadas en ese campo. "Rusia mantiene considerables exportaciones de GNL a la UE -que aumentaron de 16 bcm en 2021 a 22 bcm en 2022 y han crecido en la primera mitad de 2023-, pero es poco probable que aumenten significativamente", añade.
"El descenso de las exportaciones a la UE pasará una elevada factura a los ingresos de Gazprom en 2023", augura. "A 31 de marzo de 2023, los acuerdos relacionados con el suministro de gas de terceros países representaban más de la mitad de todos los acuerdos energéticos celebrados por los países de la UE desde el estallido de la guerra. Según la investigación de ECFR, 56 de los 110 acuerdos energéticos que habían firmado para entonces estaban relacionados con el gas natural", añade el informe del especialista.
Se le han ido los mejores clientes, como Alemania, cuyas autoridades "han decidido construir varias terminales de gas natural licuado (GNL) y reforzar la cooperación gasística con Noruega", por ejemplo, o Italia, "el que más acuerdos de cooperación gasística ha firmado con socios de terceros países desde la invasión rusa de Ucrania". Polonia, que ya se empezó a separar del gas ruso en 2019, ha visto "reforzada" su apuesta.
"La pérdida del mercado europeo está obligando a Rusia a buscar nuevos mercados, pero encontrar una alternativa rápida e igualmente atractiva desde el punto de vista financiero a Europa parece poco realista en estos momentos", afirma Kardás. Quiere exportar más a China, pero el problema es de canalización, "no puede redirigir el gas extraído de los yacimientos de Siberia occidental y los de la península de Yamal a países fuera de Europa y Turquía", está por eso pensando en hacer "un nuevo gasoducto de exportación de Rusia a China a través de Mongolia, Power of Siberia 2".
Hay avances en las negociaciones, pero queda lejos la primera piedra, porque Pekín tampoco quiere problemas con Occidente, en su posición supuestamente neutral en la guerra de Ucrania. Tampoco destacan por volumen los nuevos acuerdos con Kazajstán y Uzbekistán, a los que quiere usar también como países de tránsito para llevar gas a China, pero el proyecto está muy verde.
El autor, al fin, apuesta por seguir sin comprar a Rusia e imponer más sanciones, manteniendo las ya en vigor. Reducir la dependencia desde la unidad da frutos, concluye.