Los 'boomers' se jubilan y nadie quiere sus fructíferas empresas

El envejecimiento de la población en España está generando un problema inesperado: la falta de sucesión generacional en el mundo empresarial. Con la próxima jubilación de la generación del baby boom, la nacida entre 1946 y 1964, muchas empresas enfrentan la difícil tarea de encontrar al líder dispuesto a tomar las riendas de sus fructíferos negocios.

Este problema se hace más palpable en el ámbito de las empresas familiares, donde la jubilación de su fundador sin un heredero interesado en continuar la tradición empresarial -la mayoría ha hecho carrera fuera de esas empresas- conlleva la posibilidad del cierre y la pérdida de empleos. Según datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, en 2023, el 70% de las empresas familiares carece de un plan de sucesión y un 30% no logra sobrevivir al cambio generacional, según los datos de un estudio del Instituto de Empresa Familiar recogido por el portal Xataka. 

Para afrontar este reto, algunas empresas han optado por extender la jubilación activa de los empresarios, permitiéndoles desempeñar funciones administrativas y de supervisión mientras se busca una transición gradual. Según datos de la Seguridad Social, más de 57.000 autónomos han recurrido a esta modalidad para seguir al mando de sus negocios.

La falta de planificación en la sucesión empresarial, a menudo ligada a la fuerte personalización de la cultura empresarial, ha llevado a la consideración de varias alternativas. Entre ellas, la venta de la empresa o la contratación de directores externos que gestionen la compañía, manteniendo la propiedad en manos de la familia.

Sin embargo, esta problemática no solo afecta a los empresarios, sino también a los empleados, quienes se enfrentan a la incertidumbre laboral. El Estatuto de los Trabajadores establece procedimientos de extinción por jubilación del empleador, lo que podría resultar en despidos colectivos o individuales, dependiendo de la empresa.