El cableado marino se enreda con dos grandes problemas
Las soluciones de energías verdes intercontinentales submarinas avanzan afrontando duros desafíos.
Bajo las aguas marinas se esconden todo tipos de especies animales, barcos hundidos de todas las épocas y fosas que por su profundidad desafían a la imaginación. Pero también, y cada vez más, el lecho marino se encuentra plagado por una red de cables que no deja de crecer, según informa La Voz de Galicia. Si bien es cierto que, a pesar su proliferación, el despliegue de este cableado también entraña desafíos.
3.800 kilómetros. Esa es la distancia que separa España y Rusia, y también la que tendrá el cable que Reino Unido pretende tender entre ese país y Marruecos. Se tratará de un cable que canalizará energía eléctrica producida a través de paneles fotovoltaicos, materia que el reino alauita se ha propuesto producir en grandes cantidades con la colaboración, además, de empresas españolas.
Rabat podría suministrar, a través de esta conexión con el reino anglosajón, suministrar energía eléctrica para cubrir la demanda de en torno al 7% y 8% de los británicos. Pero no será tarea fácil.
Las dificultades
Según explica el rotativo gallego, uno de los principales problemas es el componente conductor, es decir, la parte central y esencial del cable. Está compuesto por alambres de cobre o aluminio y para su aislamiento requiere polietileno reticulado con un espesor de hasta unos 30 milímetros.
Asimismo, para mayor protección, estos enormes conductores están equipados con una funda de plomo extruido para evitar la entrada de agua, además de la corrosión y el impacto de mordeduras de la fauna marina. Por tanto, la infreestructura no es, ni de lejos, sencilla y fácil de instalar.