Una Eurocopa con poco orgullo de barrio
La Eurocopa podría encumbrar en semifinales a los equipos de los cuatro países rescatados de la zona Euro. España, Portugal, Italia y Grecia.
Se lamenta Benjamín Prado en la revista Líbero de la monotonía de la mayor parte de los jugadores de fútbol actual. "Yo soy de Guti, de los números 10. Los Zidane, Laudrup...", define. "Primero desaparecerán los 10 y después los espectadores que aman a los 10. Así que tienes fecha de caducidad", le responde Jorge Valdano en la misma conversación.
Ese peligro en extinción de la imaginación y la innovación en los futbolistas es cada vez más patente en los grandes campeonatos por países. El desarrollo de la capacidad física de los futbolistas y la victoria incuestionable de las tácticas frente al individualismo, destrozan poco a poco lo imprevisible de este deporte que antes fue juego. Pese a que Luis García Montero defendía en este mismo medio de comunicación hace unos días el espectáculo ofrecido hasta ahora en Polonia y Ucrania, ningún partido roza el nivel de emoción de cualquier choque de grandes clubes europeos. ¿Qué falta? Los jugadores argentinos, brasileños y africanos, por ejemplo. Pero sólo eso no justifica tantos minutos de jugadas inconclusas sin que el espectador vea nada nuevo.
Hay quien dice que el desarrollo de la táctica y del aspecto físico del fútbol en las últimas décadas, mejoró a los jugadores con un talento mediocre y perjudicó la aparición de jugadores espontáneos. En este arte llamado fútbol, la academia y el entrenamiento acabó con la imaginación. Atendiendo a los autores de los mejores goles del campeonato, sólo se puede dar la razón a los que opinen de esa manera. Utilicemos tres ejemplos de jugadores que han marcado gol en esta Eurocopa. Balotelli, Ibrahimovic y Cristiano Ronaldo.
De inicio, un italiano de origen africano. Mario Balotelli (Ghana, 1990) recorría de niño siete kilómetros en bicicleta para entrenar porque si le llevaba su hermano en coche le obligaría a ir al colegio. En un fantástico reportaje de Guillermo G. Uzquiano en Canal Plus, sus compañeros y entrenadores del campo de tierra de Bagnolo Mella (norte de Italia) señalan que si hacía un remate de chilena, pero su equipo perdía, él era igual de feliz que si hubieran ganado. Desde pequeño, Balotelli tuvo que aguantar silbidos y abucheos por su raza negra. Antes de comenzar la Eurocopa declaró que mataría a aquel que le tirara un plátano al césped.
Zlatan Ibrahimovic (Malmo, 1981) se crío en un barrio marginal de Rosengard en Malmo, la ciudad donde emigraron los padres balcánicos de este delantero. Criarse en este barrio con un 60% de población nacida fuera de Suecia no es fácil. En 2008, el incendio de una mezquita provocó un conflicto entre jóvenes que derivó en batalla campal con la Policía de varios días.
'Ibra' es un auténtico producto de Rosengard que progresó gracias una gran academia, la del Ajax. El día de su presentación en Ámsterdam, le preguntaron: "¿Cómo se define?" "Técnico", se limitó a responder. "¿Pero es muy alto para ser técnico?", insistió el periodista. "Ya, soy alto, pero tengo los pies técnicos", le espetó con decisión.
Por último, Cristiano Ronaldo (Funchal, 1985). A los 20 años, un lustro antes de que se autodefiniera como "guapo, rico y buen jugador" para explicar los silbidos que recibe en los campos, el enorme talento de Madeira sufrió la pérdida de su padre por una crisis renal provocada por el alcohol. Su padre, José Dinis Aveiro, sacó adelante una familia de cuatro hijos con su trabajo como cuidador del vestuario del Andorinha, el equipo del barrio natal del capitán de Portugal.
Al margen del juego exhibido por estos tres orgullos de barrio, sólo el juego colectivo de la selección española ha llamado la atención hasta ahora. Precisamente un equipo que carece de una estrella que sobresalga por encima del resto. Es un conjunto coral de una generación de jóvenes crecidos en la optimista década de los 90 en España.
La Eurocopa podría encumbrar en semifinales a los equipos de los cuatro países rescatados de la zona Euro. España, Portugal, Italia y Grecia. Podría pensarse que las dificultades económicas son la gasolina del talento balompédico. Alemania, cuyos jugadores atesoran más talento que tres generaciones de griegos juntos, romperá esa teoría. O quizá pueda más el orgullo de barrio de los helenos.