El pequeño Nicolás, el narcisismo y la pseudología fantástica
O bien sus declaraciones son verdaderas, o este muchacho padece un trastorno narcisista de la personalidad con tintes megalómanos y tendente a la pseudología fantástica. Ambas hipótesis no son excluyentes: el éxito parcial de sus intrigas sólo es factible en un entorno político y económico repleto de corruptos y mediocres.
Desde hace semanas somos muchos los que seguimos con interés las noticias y apariciones del Pequeño Nicolás. Es difícil asimilar las andanzas de este joven e integrarlas en la actualidad política y social de un país occidental. A priori se plantean dos hipótesis. Bien podemos creer que sus declaraciones son verdaderas y por tanto asumir que este país está gobernado por políticos y empresarios extremadamente ingenuos, corruptos y mediocres. O por otra parte, no dar crédito a su historia y pensar que este muchacho padece un trastorno narcisista de la personalidad con tintes megalómanos y tendente a la pseudología fantástica.
El trastorno narcisista de la personalidad se define como 'un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de admiración y una falta de empatía, que empieza al principio de la edad adulta y que se da en diversos contextos'. Se trata de un diagnóstico poco frecuente; se estima que afecta a menos del 1% de la población general. Son personas egocéntricas y con escasa empatía que tienden a instrumentalizar sus relaciones sociales para obtener diferentes tipos de beneficios. Además de mostrar una percepción superior de sí mismas, mantienen unas expectativas muy altas en lo que esperan de la vida. Dado que sienten que son personas especiales, tienden a requerir un estilo de vida diferente y esperan una valoración en el otro que implique admiración y respeto. En muchos casos el narcisista pretende manifestar su superioridad de status en aspectos relativos a su capacidad adquisitiva, poder, atractivo físico o capacidad intelectual.
Algunos trastornos de la personalidad (concretamente el histriónico, narcisista y límite) acostumbrar a acarrear cierta tendencia a la mentira patológica. El término pseudología fantástica fue acuñado a finales del siglo XIX y se caracteriza por la elaboración continua de mentiras complejas sobre las que el propio individuo estructura parte de su identidad. Sin embargo, a diferencia de los delirios psicóticos, el sujeto es consciente de su realidad y generalmente confiesa si es sometido a suficiente presión. En muchos casos, las mentiras acostumbran a tener componentes reales que el individuo distorsiona para adecuar a su discurso grandilocuente. La mentira llega a convertirse en un rasgo de la personalidad y su contenido está orientado a hacer del sí mismo una figura importante, heroica o digna de admiración.
El relato de este joven de 20 años incluye la colaboración con altas instancias gubernamentales como la Casa Real, la Vicepresidencia o el CNI. Francisco Nicolás habla de contactos que implican cercanía personal con figuras poderosas como son las llamadas telefónicas del Rey Juan Carlos, el agradecimiento y el beso de la Infanta Cristina o los viajes en vehículo oficial con la Vicepresidenta de Gobierno. También refiere su protagonismo en las misiones más cruciales y peliagudas, como solucionar la posible secesión de Cataluña o la exculpación de la Infanta en el Caso Nóos.
La presencia del pequeño Nicolás en los medios ha sido masiva. En sus apariciones en televisión parece tener un control absoluto de la situación. Responde a las preguntas con precisión y naturalidad. Parece establecer con claridad una línea divisoria entre la información que quiere suministrar y la que quiere sugerir. Transmite una seguridad que no se corresponde con un joven de su edad en medio de una grave crisis vital.
Se trata de un personaje complejo. Su escasa biografía está repleta de fotografías en actos institucionales con personas influyentes. Además de denotar un esfuerzo tenaz e incansable por buscar su proximidad, también podría relacionarse con un impulso de registrar estos contactos, de otorgarles veracidad. Estas fotografías, además de útiles para sus supuestas estafas, certifican un componente de realidad en su identidad ansiada. Es decir, dan coherencia a su relato interior de joven excepcional en un mundo de personas VIP, situándole en el mundo cómo y dónde él quiere estar situado.
Probablemente, las hipótesis que planteaba al inicio no son excluyentes. El pequeño Nicolás puede padecer un trastorno de la personalidad y el éxito (parcial) de sus intrigas sólo es factible en un entorno político y económico repleto de corruptos y mediocres.
