Bien... ¿o te cuento?

Bien... ¿o te cuento?

Los hombres no hablamos de nosotros mismos. Sí contamos nuestras aventuras y anécdotas, pero creo que es difícil aún escucharnos decir "me siento/temo/necesito ayuda", y más si estamos frente a otro hombre. Esta actitud alimenta la falta de visibilidad que tienen las "enfermedades masculinas".

DAVID CUSPINEDA

Es difícil hablar de hombres y no pensar en la película del Cesc Gay Una pistola en cada mano. La protagonizan Ricardo Darín, Javier Cámara, Luis Tosar y Eduard Fernández, entre otros muchos grandes nombres, y narra pequeñas historias de hombres. Encontramos hombres que lloran, que se encuentran, que aman y que callan.

No podría elegir de entre todas la que más me gusta pero sí la que creo que mejor representa lo que, y perdón por generalizar, nos ocurre a los hombres. La historia protagonizada por Jordi Mollá y Alberto San Juan ejemplifica a la perfección cómo dos amigos de toda la vida descubren, a través de la mujer del otro, lo que de verdad le está pasando a su amigo. Juegan todas las semanas al fútbol juntos, comparten cañas, fiestas y años de amistad y, sin embargo, ignoran qué le preocupa al otro, qué bache está pasando o los logros emocionales que está consiguiendo.

Porque los hombres... no hablamos de nosotros mismos. Sí contamos nuestras aventuras, nuestras anécdotas, pero creo que es difícil aún escucharnos decir "me siento/temo/necesito ayuda", y más si estamos frente a otro hombre. De alguna manera, esta actitud es la que alimenta la falta de visibilidad que tienen las que llamamos "enfermedades masculinas", como el cáncer de próstata o el cáncer testicular.

Aunque tendríamos que recurrir a una voz experta para explicarnos los motivos más inherentes - psicológicos, sociológicos, educativos-, no se nos escapan las diferencias que existen entre la visibilidad que tienen estas enfermedades y otras como el cáncer de mama, que permite que el mensaje de la importancia de un diagnóstico precoz a la hora de enfrentarlo haya calado ya en gran parte de la sociedad, aunque siga siendo importante recordarlo cada año.

No se nos escapan las diferencias que existen entre la visibilidad que tienen estas enfermedades y otras como el cáncer de mama. Conseguir esta visibilidad es el objetivo de Movember.

Conseguir esta visibilidad es el objetivo de Movember, una campaña que pone en marcha Movember Foundation durante el mes de noviembre en 21 países, entre los que se encuentra el nuestro. Con ello se busca concienciar, facilitar el primer paso hacia una conversación sobre salud, y recaudar fondos para financiar programas de investigación en todo el mundo.

La propuesta que hacemos a los hombres de que se dejen bigote desde el día 1 del mes es una forma de demostrar un cambio que queremos que se produzca, tanto en la cara de la salud del hombre, como en su mentalidad. Que así, ante la pregunta de si te estás dejando bigote, se inicien conversaciones de algo tan divertido como Movember, y tan serio como la salud.

Que ese día a día de ver cómo crece el bigote quede reflejado en el perfil que cada uno se hace en la web de Movember.com y, a partir de ese esfuerzo, se recauden los fondos que se destinen a investigación. Por eso, cada bigote cuenta (no tenemos nada contra las barbas, pero el bigote es el símbolo de Movember), y por eso son tan importantes los bigotes de verdad.

Treinta días de campaña que aún siguen siendo muy necesarios, porque el camino es largo. Sin embargo, no estamos solos. Contamos con la cercanía y experiencia de asociaciones de pacientes, organizaciones médicas, centros de investigación, marcas, empresas, y los miles de MoBros y MoSistas que se registran cada año y nos ayudan a recaudar, muchas veces poniendo más que su cara en favor de la campaña.

Así, poco a poco, los hombres empezaremos a hablar más de nosotros y, ante la pregunta de "¿cómo estás?", aprenderemos a contestar con un: "Bien... ¿o te cuento?".