Hermes: el Cristiano Ronaldo de la antigua Roma
si creían que la pasión que levanta hoy en día dentro y fuera de los terrenos de juego Cristiano Ronaldo es algo nuevo, están equivocados. En época romana, el gladiador Hermes ya era un auténtico fenómeno de masas, y existen muchos paralelismos con el futbolista luso.
Fuente: GETTYIMAGES
En muchas ocasiones nos pensamos que este mundo en el que vivimos difiere mucho de la antigüedad y no nos paramos a pensar que de innovadores tenemos poco, y que solo seguimos los pasos de nuestros antepasados, salpimentado, eso sí, con tecnología de última generación, pero, al fin y al cabo, más de lo mismo.
Munera, el deporte rey
En España, el deporte rey es el fútbol y tanto el fenómeno fan como el negocio económico que hay tras él, alcanza unas dimensiones que, en ciertas ocasiones, uno no puede llegar a imaginar. Los derbis Real Madrid - Barcelona o Inter - Ac Milan, entre otros muchos, la final de la Champions League, la final de la Copa del Mundo... se tratan de eventos seguidos por miles de espectadores, tanto en vivo en el propio estadio como por televisión.
Si retrocedemos hasta la antigüedad y dejamos a una lado la televisión, el fútbol prácticamente no difiere en nada de unos juegos gladiatorios. Incluso es probable que el anfiteatro Flavio -el Coliseo- tuviera muchos más espectadores que muchos campos de fútbol, habiéndose estimado su aforo entre 50.000 y 80.000. Es más, si creían que la pasión que levanta hoy en día dentro y fuera de los terrenos de juego Cristiano Ronaldo es algo nuevo, están equivocados. En época romana, el gladiador Hermes ya era un auténtico fenómeno de masas, y existen paralelismos con el futbolista luso que ahora veremos.
Balón de oro versus rudis
Los juegos gladiatorios o munera eran un espectáculo que iba mucho más allá del anfiteatro, al igual que el deporte rey en la mayor parte de Europa trasciende mucho más allá que un simple partido en un terreno de juego. Si bien es verdad que en un primer momento la gladiatura no gozaba de gran prestigio -eran simplemente esclavos despreciables-, con el paso del tiempo lo fue adquiriendo, llegando a convertirse los gladiadores en verdaderos objetos de veneración. Dicha elevación de la figura del gladiador fue produciéndose paulatinamente hasta llegar a convertirse en auténticas estrellas aproximadamente a comienzos de la época imperial.
Hoy en día se genera mucha expectación sobre quién conseguirá el Balón de oro, que designa al mejor jugador del mundo. Lo medios de comunicación se tiran meses opinando y elucubrando acerca de quién obtendrá el preciado trofeo. Buscando paralelismos, en la antigua Roma también los gladiadores tenían su particular Balón de oro. En este caso, los mejores gladiadores conseguían un galardón cargado de simbolismo, la rudis. El trofeo en sí era simplemente una espada de madera carente de valor, pero aquello significaba que quien lo conseguía había alcanzado su libertad, abandonando la condición de esclavo, si es que lo era. Al mismo tiempo, el gladiador alcanzaba la excelencia en su profesión. Si seguimos buscando similitudes, el ganador del balón, a raíz de conseguirlo, comienza a firmar multitud de contratos publicitarios, del mismo modo que ocurría con algunos rudiarii, que incluso que se llegó a pagar lo que hoy equivaldría a 200.000 € por participar en un solo combate.
Hombres anuncio
El reclamo publicitario de personajes célebres del deporte ya era algo habitual en la antigua Roma. Al igual que los más celebres deportistas de hoy en día son la imagen de todo tipo de productos, los grandes gladiadores estaban presentes en anuncios de los muros de las viviendas, en lucernas, espejos, vasos, pinturas, mosaicos, en hitos de las calzadas... Incluso bienes de consumo básico como tortas, pan o botellas de bebida, entre otras cosas, tenían representados a gladiadores, intentando atraer la atención de posibles compradores.
En campos artísticos como la pintura, cerámica o escultura, la temática gladiatoria estuvo muy presente, llegando a haber en varias domus, incluso en algún que otro palacio, cuadros que inmortalizaban determinados combates de gladiadores. Caso aparte merece la literatura, donde raro es el autor latino que no menciona los famosos munera, siendo las égoglas y epigramas donde el tema gladiatorio cobra un papel relevante, de forma especial en el periodo flavio.
Gladiadores en los periódicos
En la actualidad, la prensa deportiva goza de una gran popularidad, ¡al igual que en la antigua Roma! Los periódicos de la época romana, los acta diurna, se hacían eco de todo lo acontecido en el mundo gladiatorio, chismes incluidos. Por ello no sería raro pensar que, al igual que ocurre en los trabajos y círculos de amigos en los que el fútbol suele ser un tema de debate prácticamente diario, en la antigua Roma sucediera lo mismo, discutiendo acerca de las virtudes de uno u otro gladiador.
Hermes: el Cristiano Ronaldo de la antigua Roma
Podrían citarse varios gladiadores de reconocido prestigio como Spiculus, Espartaco, Cómodo... Pero Hermes lo tenía todo. Según nos ha llegado a través de fuentes escritas, éste fue uno de los gladiadores más completos, dominando perfectamente todas las disciplinas gladiatorias. Pero esta no fue su virtud más destacada sino la de vencer a sus oponentes sin llegar a herirlos. No tenemos que olvidar que pese a que exista la creencia popular de que en cada combate se luchaba a vida o muerte, la pérdida de un gladiador suponía un elevado coste económico y no se producía de forma tan habitual a como nos lo muestra Hollywood. Es por ello que el hecho de que un gladiador fuera capaz de ganar sin herir a su contrincante estaba muy valorado, principalmente por los organizadores y responsables de los luchadores. En el caso de Hermes, además de gladiador era entrenador y, como ocurre con las estrellas deportivas actuales, físicamente despertaba verdaderas pasiones. En un epigrama referido a Hermes, Hermes dice: "Hermes cura laborque ludiarum". Es decir, "Hermes, preferido y tormento de las mujeres de los gladiadores". Otros adjetivos de este poema se refieren a él como el insustituible o "tres veces único" entre otros.
Como ya he dicho en muchas ocasiones, aunque alejados en el tiempo, nos parecemos a nuestros antiguos mucho más de lo que nos pensamos y seguimos haciendo las mismas cosas, ¿o no?