Obama quiere ser Lincoln
Todo es sobre la economía ("¡estúpido!", que diría Bill Clinton), pero Barack Obama pasó de puntillas. La igualdad como principio brilló encima de todos. Igualdad para los inmigrantes que persiguen el sueño americano, igualdad de oportunidades para los desfavorecidos a través de un sistema fiscal que también tenga impuestos para los ricos.
Todo es sobre la economía ("¡estúpido!", que diría Bill Clinton), pero Barack Obama pasó de puntillas. En la puesta de largo de su segundo mandato, el presidente reelegido apenas trató el tema estrella de la campaña electoral, el que marcó su primera legislatura y su primer discurso de inauguración, en 2009. "La recuperación económica ha comenzado", se limitó a decir, justo después de certificar el fin de "una década de guerra", quizás la muestra más evidente de la herencia recibida de un ayer ausente George W. Bush. Obama no será el centro de ese futuro económico, sino que se ha afanado en sentar las bases de un tiempo que en todo caso acabarán protagonizando otros.
Ante los cerca de un millón de personas que según la organización abarrotaron Washington pese al frío, Obama trató de marcar el tono de su segundo mandato centrándose en otros asuntos, mucho más políticos, a los que se refirió como protagonistas de su legado.
La igualdad como principio brilló encima de todos. Igualdad para los inmigrantes que persiguen el sueño americano, igualdad de oportunidades para los desfavorecidos a través de un sistema fiscal que también tenga impuestos para los ricos. Igualdad para los hombres que quieren casarse con hombres (o mujeres con mujeres), igualdad de trato para todo tipo de minorías, ya que son esas minorías las que conforman la mayoría de un país muy diverso.
El discurso de Obama apenas versó sobre la economía en un país rendido al recuerdo de Abraham Lincoln. Se cumplen 150 años de la Guerra Civil que retrata bien la película dirigida por Steven Spilberg y en la capital de EEUU no deja de recordarse. El Museo de Historia Americana ofrece una exposición sobre Lincoln y su defensa de la igualdad entre negros y blancos, por la que él reconoció antes de ser asesinado que sería el motivo por el que sería recordado. Allí se exhibe incluso el sombrero que llevaba al ser asesinado, y cada rincón de la ciudad, desde el restaurante que lleva su nombre hasta su monumento oficial, uno de los más visitados, recuerdan al líder imprescindible en la historia del país.
El senador Charles Schumer, presidente del comité organizador de la ceremonia, recordó incluso que cuando Lincoln juró el cargo, en 1961, la cúpula del Capitolio estaba a medio hacer. Poco más de un mes después estallaría la Guerra de Independencia, llamada a paralizar también la finalización del monumento por su coste y otras prioridades. "Pero para el presidente Lincoln la cúpula a medio acabar simbolizó una nación dividida en dos. Lincoln dijo: "Si la gente ve que el Capitolio va para adelante, será un símbolo de que la unión seguirá", recordó el senador demócrata.
Obama también citó otros retos, como el cambio climático y el modelo energético, el control de armas, la defensa de las fuerzas armadas y el papel de EEUU en el mundo. Pero su discurso perseguía esos ecos de Lincoln.
"La tarea de nuestra generación es llevar a cabo lo que comenzaron los pioneros", dijo Obama. "Hacer esas palabras, esos derechos, esos valores de vida y libertad y la búsqueda de la felicidad reales para cada estadounidense".
Obama está ya en plena búsqueda de su legado, un tema muy analizado por los grandes periódicos estadounidenses. Busca hacer realidad el sueño de Martin Luther King, de cuyo discurso en Washington (Anoche tuve un sueño) se cumplen cincuenta años en 2013 y al que se refirió también el presidente. Obama busca algunos avances políticos clave antes de convertirse en el pato cojo, o el presidente que en su segundo y último mandato va perdiendo cada día influencia mientras el país moldea líderes para la siguiente década.
De paso, y con cada repetición de expresiones como "nosotros, el pueblo", o "juntos", el presidente convertía la filosofía en pragmática y mandaba un recado a la mayoría republicana en el Congreso, que lo tiene contra las cuerdas en asuntos clave como el techo de deuda y decidirá sobre el control de armas.
A través de esa unidad que pretende forjar con sus adversarios políticos, al igual que hiciera Lincoln en cuanto a la enmienda que abolió la esclavitud, Obama espera pasar a la Historia no como un presidente economista o gendarme del mundo, sino como el que impulsó los derechos de sus ciudadanos.
Tras su discurso, el segundo y último de puesta de largo de legislatura, Obama se paró y dijo, en las escaleras del Capitolio y ante la multitud: "Quiero echar un vistazo, una vez más. No lo volveré a ver". La pregunta es cómo le acabará viendo a él finalmente el país y la Historia.