Naranjas de la China
China fue la primera economía del mundo hasta mediados del siglo XIX. Hoy le pisa los talones a EE UU y, aunque su desmesurado desarrollo presenta muchos flancos débiles, es sólo cuestión de tiempo que acabe desbancando al gigante americano.
China fue la primera economía del mundo hasta mediados del siglo XIX; después, la fuerza expansiva de la colonización abrió un paréntesis que comenzó a cerrarse hace apenas tres décadas. Hoy le pisa los talones a Estados Unidos y, aunque su rápido y desmesurado desarrollo presenta también muchos flancos débiles, es sólo cuestión de tiempo -no demasiado- que acabe desbancando al gigante americano en el liderazgo económico global.
Más allá de las apabullantes cifras -más de 1.300 millones de personas; un crecimiento medio del PIB superior al 10%-, en los últimos 15 años la sociedad china ha sufrido una transformación probablemente desconocida hasta ahora por la historia de la Humanidad; un cambio que afecta no sólo a las políticas y a la proyección del país sino también, y sobre todo, a la vida de la gente. Este proceso es el que, de un modo ameno y cercano, se narra en Naranjas de la China. Un español en Pekín, de Julio Arias. El libro describe las impresiones de un joven español que llega a la capital asiática en 1998 para aprender el idioma y que vive, a lo largo de los siguientes diez años y de primera mano, ese auténtico "gran salto hacia adelante" que ha supuesto el desarrollo económico. Una obra en la que trata de poner rostro a los que, para el resto de nosotros, no supone más que una masa informe de personas de las que tanto ignoramos.
Como no puede sorprender tratándose de China, su sociedad está llena de contrastes; entre una parte de la población marcada por la Revolución Cultural -con un intenso sentido del deber, de la disciplina e incluso de la humildad- y una nueva generación mimada -fruto de la política del hijo único-, más arrogante y nacionalista, consumista hasta la médula y convencida de su potencia como pueblo; entre una modernización arrolladora e implacable y el amor por las tradiciones y la identidad; entre los que proceden del campo -todavía en muchos aspectos ciudadanos de segunda categoría- y una clase urbanita que ya reclama sus derechos. Aunque los derechos políticos siguen sin estar entre sus prioridades.
Ese fue, precisamente, uno de los temas de debate en la presentación de libro en Madrid esta semana, organizada por FP en español. Ante la dicotomía libertad/democracia, los chinos parecen tener suficiente con disfrutar de sus recién adquiridas libertades, pero siguen sin reclamar democracia. ¿Es ese un modelo viable o acabará su pujante clase media, como ha ocurrido en otros lugares, en otros momentos, por exigir también su papel político? El actual modelo ha logrado sacar a 500 millones de personas de los índices de pobreza, pero, ¿será posible mantener el suficiente ritmo de crecimiento económico como para seguir haciéndolo? De hecho, suenan ya voces de alarma ante una ralentización que ha comenzado. ¿Va a contribuir China de algún modo a la solución de la crisis del euro? ¿Quiere? ¿Puede? ¿Veremos a los chinos dominar el mundo? El debate suscitó más preguntas que respuestas, nada extraño tratándose de un país tan fascinante y tan desconocido.
Poco a poco, sin embargo, crece el interés en España por conocer más y comprender mejor la realidad del imperio del centro. Y si bien no es comparable con la ingente producción anglosajona, cada día aparecen más títulos que, en español, y escritos por españoles, contribuyen a esa tarea. La segunda revolución china, del por tres veces embajador en Pekín, Eugenio Bregolat; La actualidad en China, del corresponsal de La Vanguardia, Rafael Poch; La silenciosa conquista china, de los periodistas Heriberto Araujo y Juan Pablo Cardenal; o China 2050, de Marcelo Muñoz, decano de los empresarios españoles en el país asiático, son sólo algunos ejemplos recientes. Por si este verano quieren comenzar a zambullirse en aquella realidad; por lo que pueda pasar.