Un mundo sin liderazgos
En una época de crisis y desesperanza global, donde los cambios se dan a mayor velocidad de lo que hubiera ocurrido en cualquier época de la historia, cuando hacen falta más liderazgos, es cuando más déficit de ellos tenemos. Algunos podrán consideran que tenemos a Obama, otros a Merkel.
Hace unos días ha muerto un líder: Nelson Mandela. Seguramente, de los últimos grandes líderes vivos que nos quedaban. A cuenta de esto hecho me he parado a pensar si nos quedaba algún líder del que poder tirar y mi conclusión es que no.
En una época de crisis y desesperanza global, donde los cambios se dan a mayor velocidad de lo que hubiera ocurrido en cualquier época de la historia, cuando hacen falta más liderazgos, es cuando más déficit de ellos tenemos.
Algunos podrán consideran que tenemos a Obama, incluso otros pensarán en Merkel, pero según el concepto que tengo de liderazgo no los podemos considerar como tal. Es cierto que la elección de Obama fue un hecho relevante de nuestra historia, por ser el primer presidente negro y llegar al poder con una metodología distinta a los anteriores. En este punto les recomiendo que se lean este de entre los muchos análisis que puede haber de sus campañas. También es cierto que Merkel es la persona con más poder de Europa, marcando el ritmo a todo el continente. Pero para mí ninguno de los dos son un ejemplo claro de liderazgo.
Al contrario de lo que puedan pensar muchos de los que se consideran líderes, un líder no es el que es elegido para una responsabilidad, sea mucho o poco democrático el proceso de elección. Los liderazgos de verdad se demuestran cuando uno los tiene que ejercer después de haber sido elegido. Solo tenemos que pararnos a pensar en Rajoy para tener claro que no es un líder, aunque fuera elegido por una gran mayoría de españoles. Sin embargo, desde su posición de presidente ha sido incapaz de generar ilusión y esperanza a través de sus políticas. Obama no ha conseguido grandes logros a nivel nacional, ni a nivel internacional, al contrario se han visto frustradas muchas de las esperanzas que había generado. Merkel sí ha conseguido todo lo que se propuso, pero su objetivo no ha sido el interés común.
En España en los últimos tiempos solo me vienen a la cabeza dos personas que han ejercido de presidente del Gobierno y que se les pueda considerar líderes: Adolfo Suarez, que consiguió llevar a cabo el proceso de transición de forma muy razonable, enfrentándose incluso a los suyos, y Felipe González que llevó a cabo la verdadera transformación de nuestro país, con momentos de crítica interna y externa.
Hace algún tiempo con motivo de la escritura de #DemocraciaHacker, pregunté a amigos sobre las características que debía que tener un líder y estas son las que me indicaron: cercano, abierto y extrovertido, crítico y autocritico, con capacidad de empatía, luchador, perseverante y tenaz, humilde, emprendedor, innovador y observador, resolutivo y conciliador, con capacidad de trabajo en equipo, colaborador y participativo, que entienda que la dedicación política es algo temporal, transparente, independiente y libre.
Pudiéramos creer que para tener los mejores líderes tenemos que tener procesos de elección más democráticos, y según los ciudadanos las primarias lo son. Si hacemos un repaso a los últimos procesos de primarias que se han celebrado en Europa vemos que no han conseguido elegir a verdaderos líderes. Francia eligió por este sistema a Hollande y en pocos meses se ha convertido en el presidente con menor popularidad. También en Italia el centroizquierda eligió a Bersani por primarias como candidato a las elecciones generales obteniendo posteriormente un peor resultado del esperado. Ninguno de los dos son líderes. Y si hacemos repaso a los distintos líderes de la historia ninguno fue elegido por un proceso de los que podemos considerar de los más democráticos.
Es cierto que el siglo acaba de empezar y todavía queda tiempo para que esté poblado de nuevos líderes, pero se parecerán muy poco a los que hemos tenido hasta ahora. La sociedad ha cambiado y cambia a más velocidad que nunca, los retos son distintos, las inquietudes sociales no son las mismas y las formas de organización se encuentran en un punto de inflexión que nos traerá nuevos modelos.