Referéndum en Hungría: una derrota para Orban

Referéndum en Hungría: una derrota para Orban

Puede que el líder de Hungría sea experto en entusiasmar y en expresar prejuicios generalizados, pero sigue siendo igual de vulnerable a extralimitarse y a ser víctima del descontento popular, igual que otros políticos. Pero, sin una oposición seria, seguirá siendo una autoridad indiscutible, incluso después de las derrotas.

Hungarian Prime Minister Viktor Orban answers to the journalists in front of a polling station at a school in Budapest, on October 2, 2016. Hungarians vote in a referendum on taking migrants as part of an EU-wide mandatory quota scheme, a plan ...ATTILA KISBENEDEK via Getty Images

Se suponía que iba a ser el golpe maestro de Viktor Orban: un referéndum sobre el plan de la UE de número de refugiados. El año pasado ya había sentado las bases al hablar de la "invasión de inmigrantes" en Hungría para alimentar una histeria de islamofobia en su propio país y al desafiar a la canciller alemana y a la UE cuando agrupó a miles de refugiados en la estación de Keleti, en el centro de Budapest, mientras los centros de refugiados situados a las afueras de la ciudad se mantenían prácticamente vacíos. Y se suponía que, este año, se iban a matar dos pájaros de un tiro con el referéndum sobre el desafortunado plan de la UE del reparto de refugiados: se pretendía acabar con las políticas "a favor de la multiculturalidad" de la UE y con el Movimiento por una Hungría Mejor -más conocido como Jobbik-, el principal opositor político de Orban.

El plan parecía perfecto a la par que sencillo. Al igual que hizo el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en julio de 2015, Orban eligió un plan impopular (y por lo general irrelevante) de la UE para ganar apoyo nacional con la intención de usar ese poder para desafiar a la UE. El referéndum hizo del primer ministro la personificación del Estado, cosa que no dejó lugar para la oposición nacional. Después de todo, cualquier persona que se opusiera al referéndum no sólo apoyaba al multiculturalismo, sino que también apoyaba a la idea de que la Unión Europea está por encima de la propia nación. Las dos cosas supondrían el suicidio electoral de Jobbik, que se supone que es el partido radical de derechas de Hungría, pero que siempre se queda detrás de Fidesz, el partido de Orban.

Durante los últimos meses, el Gobierno de Fidesz ha gastado millones para asegurarse de que los húngaros tuvieran miedo de los inmigrantes -Orban se niega a considerarlos refugiados- gracias a una campaña de incitación al miedo patrocinada por el Estado que ha consistido en colocar carteles y enviar propaganda con falsa información de sitios peligrosos, abusos sexuales y terrorismo en Europa Occidental. La prensa, cada vez más simple, se unió con entusiasmo, ya que ahora es completamente dependiente del Estado. Incluso el fin de semana pasado, cuando empezó a quedar claro que la participación iba a ser escasa, la televisión estatal entrevistó a un "inmigrante" en Belgrado que afirmó estar esperando "buenas noticias" por parte de Hungría (una indirecta nada sutil de que una derrota en el referéndum supondría otra invasión de inmigrantes musulmanes).

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Sin embargo, esta vez, el habilidoso populista había malinterpretado a su pueblo. Las encuestas a pie de urna indicaban que la participación en el referéndum no había llegado al mínimo del 50%. Aunque casi todos los votantes (el 98%) rechazaban el plan de la UE, tal y como se esperaba, menos del 40% de los húngaros llamados a las urnas acudieron a la cita. No es de extrañar, ya que ni en los referéndums sobre el ingreso en la UE y en la OTAN se superó el 50% de participación.

Obviamente, el Gobierno húngaro va a hacer hincapié en el porcentaje que ha votado "nem" ("no" en húngaro), pero, que nadie se confunda, es una derrota clara. Orban ha hablado mucho sobre que la política de refugiados de la UE es una amenaza real para Europa y para Hungría. Ha puesto a trabajar en la campaña a todo el intolerante sistema estatal y, aun así, sólo una minoría de los húngaros se han molestado en ir a votar.

¿Cómo deberíamos interpretar el resultado de este referéndum que tanta expectación había generado? Obviamente, no significa que la mayoría de Hungría ahora apoye al programa de reparto de refugiados ni que tenga la mentalidad abierta con respecto a los refugiados e inmigrantes. Todas las encuestas demuestran que los húngaros son una de las nacionalidades de la UE que más prejuicios tiene (sólo superada por los griegos). Al igual que ocurre en la mayoría de elecciones y referéndums europeos, esta fue un votación (en contra) de las políticas nacionales. Gran parte de los que se oponen a los refugiados demostraron que se oponen todavía más a Orban. No han querido darle apoyo, ni siquiera aunque eso hubiera supuesto una ayuda para que el país siguiera siendo una "Hungría para los húngaros".

Aunque solamente haya sido una pequeña victoria -ya que el programa de reparto de refugiados de la UE estaba obsoleto desde antes de que se celebrara el referéndum (una situación similar a la del referéndum de Tsipras de 2015) se trata de una oportunidad importante para que los demócratas liberales de Hungría y de la Unión Europea desarrollen, por fin, una alternativa (constructiva y coordinada) a la democracia intolerante de Orban. Puede que el líder de Hungría sea experto en entusiasmar y en expresar prejuicios generalizados, pero sigue siendo igual de vulnerable a extralimitarse y a ser víctima del descontento popular, igual que otros políticos. Pero, sin una oposición seria, seguirá siendo una autoridad indiscutible, incluso después de las derrotas.

Este artículo fue publicado originalmente en 'The WorldPost' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.

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