¿Qué fue de los Estados Unidos de Europa?
Sobran los motivos por los que una Europa federal, una Europa unida y fuerte, es la mejor forma para que los europeos superemos los retos de nuestro tiempo. Unidos en la diversidad, como reza la literatura oficial de la Unión, podemos evitar el diminutismo al que nos aboca el siglo XXI.
Conviene releer estos días en que tenemos las elecciones europeas a la vuelta de la esquina el discurso que pronunció Winston Churchill en la Universidad de Zurich el 19 de septiembre de 1946. Europa estaba entonces sembrada de muertes, desolación, hambrunas y odios cruzados. Mujeres viudas que asistían solas a bailes de salón, familias rotas y apesadumbradas ante futuros horizontes oscuros. Churchill habló entonces de un antídoto:
Es evidente que la Europa de hoy se parece mucho más a los Estados Unidos de Europa que el viejo continente arrasado de 1946. Pero es sintomático de las dificultades de nuestro tiempo que el país del que fue primer ministro Winston Churchill tiene un pie fuera de la UE, y amenaza con poner el otro fuera también. En Francia puede ganar Marine Le Pen las elecciones europeas.
Sobran los motivos por los que una Europa federal, una Europa unida y fuerte, es la mejor forma para que los europeos superemos los retos de nuestro tiempo. Unidos en la diversidad, como reza la literatura oficial de la Unión, podemos evitar el diminutismo al que nos aboca el siglo XXI.
Alemania puede estos días caminar dos palmos por encima del resto de europeos, pero habrá de acostumbrarse a agachar la cabeza en este mundo de gigantes, si es que piensa actuar sola. Ningún país europeo será miembro del G8 en un par de décadas. ¿Cómo parar los pies a la Rusia de Putin por separado? ¿Cómo hablar de tú a tú con la emergente China? ¿Cómo relanzar las relaciones transatlánticas si no estamos más unidos?
La soberanía nacional ya no existe, pero estamos a tiempo de inventar la soberanía europea. Si algo ha demostrado la crisis es que unos señores con gomina, trajes caros y obsesión por el dinero pueden provocar una crisis y repartir los costes sin pagar por ello. Tenemos una suerte de SSF: Soberanía y soberbia financiera. Europa ofrece condiciones para blindarnos y mantener viva la democracia en los tiempos de la globalización.
Pero no seamos ingenuos. ¿Cuántas veces lo que más conviene no sucede? Hay extraordinarias rocas en el camino hacia los Estados Unidos de Europa y se buscan urgentemente pértigas flexibles y atletas dispuestos a relanzar la Unión por encima de ellas.
Escribía en mi anterior post que necesitamos recuperar las emociones y alejar la idea de Europa de la alargada sombra de los tecnócratas, en una suerte de primavera europea. El legendario Daniel Cohn-Bendit, líder de la revolución del 68, se despedía esta semana del Parlamento Europeo con un extraordinario discurso lleno de fuerza y desacomplejadamente emotivo sobre el sueño europeo.
El discurso íntegro, de unos diez minutos, merece ser visto.
Se puede hablar de Europa y emocionar haciéndolo, sólo es cuestión de talento y voluntad. ¿Volveremos a asistir a una campaña electoral europea nacional? Europa no está para perder el tiempo ni tomar el pelo a los ciudadanos.