No es nieve, es caspa de la España vintage
Monseñor Gallardón, ¿por qué piensa usted que países como Francia, Reino Unido o Alemania, que nos sacan ventaja en modernidad y trayectoria democrática, han llegado a una conclusión distinta de su propuesta? No haga el ridículo. Deje en paz a las mujeres y a sus derechos. No toque la ley y dedíquese a otra cosa.
Frótate bien los ojos. Es lo que parece. Brilla el sol de Madrid, pero todo se ha quedado blanco. No hace tanto frío. No es nieve, son olas de caspa. Proceden del Palacio de La Moncloa, pero se apoderan de todos los espacios públicos. Así celebramos la Navidad en España. Con corrupción desbordada, abuso de poder, viaje al pasado y copas de cava en blanco y negro. Brindemos por tu padre y por tu madre, por el pasado que vuelve. España desahuciada de su entorno. Ajena. La marca España es vintage. Feliz 1985.
Regresemos al callejón del gato de Valle Inclán a por un poco de vino. Pero antes repartamos mascarillas, para el pelo y la cara. Y gafas de ventisca para los turistas. Hagámoslo por Botella. Sujeto, verbo y predicado, alcaldesa.
Viajemos a 2007. ¿Qué ha quedado de nuestro país? Íbamos a superar a Italia y Francia y ahora lo que nos supera es esta caspa radiactiva, irrespirable, trufada de contaminación intelectual, machismo, mediocridad, corrupción, integrismo religioso y marginalidad internacional. Adobado de una buena dosis de pobreza, desahucios, despidos y mendigos nuevos o viejos. ¿Quién se apunta a esta recuperación?
La prima de riesgo ha bajado pero nuestra prima de riesgo moral y democrática explota un poco más cada día. Los mercados se han tranquilizado a costa, parece, de destapar las alcantarillas del paseo de la Castellana. Y alrededores. No pueden contener más toda la basura acumulada en los últimos años. Décadas. Los papeles de Bárcenas, los de Blesa. Hay que hacer limpieza. Emergencia de higiene democrática. ¿Nos quedan fuerzas?
Ha coincidido en el tiempo la misa que celebró monseñor Gallardón desde el monasterio de la Moncloa con el registro que los hombres de azul practicaron en la sede del partido para el que trabaja. Sí, en serio, la policía investiga al partido del gobierno. Y Rajoy mirando para el Vaticano. Catorce horas buscando basura no es una tarea grata. El presidente juró en el Parlamento que no tenía contabilidad "B". En todo caso, yo quiero vivir en un país en el que pueda elegir si me tengo que tragar la misa de Gallardón o me voy a ver la última de los hermanos Cohen.
No lo dice sólo El País y el Huff, lo cuenta en detalle toda la prensa internacional que ha recogido la nueva propuesta de ley del aborto: viaje al pasado, se pongan como se pongan. "Abuso de poder", titula el conservador The Times. ¿Es esta su casposa marca España?
Monseñor Gallardón, ¿por qué piensa usted que países como Francia, Reino Unido o Alemania, que nos sacan ventaja en modernidad y trayectoria democrática, han llegado a una conclusión distinta de su propuesta? No haga el ridículo. No nos abochorne más a quienes vivimos fuera y ponemos la cara por nuestro país. Deje en paz a las mujeres y a sus derechos. No toque la ley y dedíquese a otra cosa. Deje de trabajar para la independencia de Cataluña.
España anestesiada. La indignación solo conduce a la melancolía. Impotencia, cansancio. Las mareas ciudadanas pierden altura. Parece que sólo nos quedan fuerzas para esperar a las elecciones. Pongámonos cómodos que nos queda un rato.
Y España celebra esta Navidad cubierta de blanco. Desde lejos, desde muy lejos, incluso puede parecer bonito. Pero que nadie se confunda: no es nieve, es pura caspa. Y debemos limpiarla.