Un gran festejo para el desarrollo local en Haiti
La comparsa y los tambores con cadencias caribeñas retumban en el ambiente. Familias enteras bailan alegres ritmos, cientos de comerciantes aprovechan la ocasión para vender sus productos: ropa, frutas, artesanías, carne y plátanos fritos.
La comparsa y los tambores con cadencias caribeñas retumban en el ambiente. Familias enteras bailan alegres ritmos, cientos de comerciantes aprovechan la ocasión para vender sus productos: ropa, frutas, artesanías, carne y plátanos fritos. Sodo, que en Creole significa "Salto de Agua", un apacible pueblo en el centro de Haití se transforma cada año del 14 al 16 de julio en una explosión de sonidos, colores y experiencias.
Sodo es reconocido en todo el país por su importancia en las religiones católica y Vudú. Según la tradición Ezili Dantor, una deidad en Vudú y el equivalente a la Virgen del Carmen para los católicos, apareció en tres diferentes partes de la ciudad. Durante los días de la celebración las diferencias entre las dos religiones llegan a ser mínimas debido a que los asistentes celebran la fecha de manera similar. Por ejemplo, la gran mayoría de los peregrinos llevan consigo un recipiente, parecido a una jícara pidiendo caridad a los transeúntes: comida, dinero, agua. Durante toda su travesía tendrán que sobrevivir de la ayuda de extraños, la tradición indica que así debe ser.
Aproximadamente a un kilómetro y medio al norte del centro de Sodo se encuentra una hermosa cascada con aguas de manantial -que da origen al nombre del pueblo- y que es el centro neurálgico de la comunidad: todo aquel que asiste a la celebración tiene como fin esencial lavarse el cuerpo en sus aguas, consideradas sagradas, para tener buena suerte y prosperidad todo el año. Durante el baño, el peregrino deberá dejar una prenda de ropa para que el río se la lleve. Al estar ahí en cualquier momento se observan prendas volando: shorts, camisas, calzones que flotan en el agua mientras el dueño se despoja de sus problemas y de un peso menos encima.
La devoción, la alegría, la fe en la celebración podrían posicionar al festival religioso y a Haití en la mira de turistas internacionales. Sin embargo, a pesar de que miles de haitianos asisten al festival, no existe la infraestructura de servicios turísticos necesarios para una estancia cómoda. Por ejemplo, sólo hay un modesto hotel en la ciudad con menos de 10 cuartos y su capacidad se ve rebasada durante los días santos. La gente debe acampar en las calles durante su estadía. No hay tuberías para distribuir agua para consumo humano, encontrar baños utilizables es extremadamente raro. Aunque el municipio quiere posicionar la festividad como evento turístico de talla internacional, proporcionan pocos servicios para asistir a los visitantes.
La Fundación W.K. Kellogg tiene el compromiso de trabajar en once comunas de Haití por lo menos 10 años, Sodo es parte de este grupo. La inversión de la Fundación comienza con un plan comunal en el cual las familias locales priorizarán sus necesidades y la manera en la que lograrán las metas que se planteen. Durante 2012 y 2013, líderes locales y nacionales trabajarán en el plan con apoyo de una organización irlandesa, Concern Worldwide.
Sodo tiene la ventaja de contar con el turismo como área de oportunidad que detone la economía local y familiar y que indirectamente podrá influir en la inyección de recursos a otras prioridades como sanidad, agricultura e infraestructura básica. El festival es un gran orgullo para la comunidad, por lo que los habitantes se encuentran con la oportunidad de demostrar que el desarrollo de ciudades rurales es posible si la comunidad se organiza para ubicar su potencial y la manera de desarrollarlo. En el momento en que las familias en Sodo lleguen a tener una calidad de vida digna y plena, existirán las condiciones para que la comunidad ofrezca un festival de talla internacional donde peregrinos y turistas mundiales gocen la cultura haitiana e inyecten recursos a la economía de Sodo.