Gracias por esa gran aventura
Nos contagió su ilusión a los más de nueve mil jóvenes que hemos participado en alguna de las treinta ediciones de Ruta Quetzal. La curiosidad por la historia, la hermandad con otras culturas, el respeto por la naturaleza son parte de los grandes valores que te llevas para siempre tras haber realizado esta gran aventura.
Foto: EFE
Esta mañana el teléfono móvil vibraba de una forma peculiar. Desde la cama y todavía somnolienta, reviso todos los whatssaps. Entre ellos, el de un grupo de grandes amigos y compañeros de una gran aventura que viví hace ya unos buenos años.
Ha fallecido Miguel de la Quadra-Salcedo...
Me he estremecido con la noticia. Pero siendo realmente sincera, no ha sido tristeza lo que he sentido. Al revés, porque quien nos ha dejado ha sido alguien que supo vivir y que hizo de su vida una aventura continua. Recordando su biografía sólo me queda la certeza de que exprimió su tiempo, con pasión y entusiasmo con cada oportunidad que se le presentó.
Esa ilusión fue la que nos contagió a los más de nueve mil jóvenes que hemos participado en alguna de las treinta ediciones de Ruta Quetzal. La curiosidad por la historia, la hermandad con otras culturas, el respeto por la naturaleza son parte de los grandes valores que te llevas para siempre tras haber realizado esta gran aventura.
Fue un viaje iniciático en muchísimos sentidos. O al menos para mí. 1999 fue un año motor en mi vida, a partir del cual he seguido mi camino, mi conciencia sobre lo que me rodea y sobre lo que está más allá..., al otro lado del mar, en esas tierras lejanas que una siempre recuerda e imagina.
Con 17 años tuve la gran oportunidad de seguir los pasos del Cid Campeador, de convertirme en peregrina recorriendo el Camino de Santiago, desde San Juan de Luz hasta Santiago de Compostela, viajar en el tiempo hasta principios del siglo XVI y ser como Cristóbal Colon en su cuarto viaje a las Indias, recorriendo las islas de la costa panameña sin saber que estaba ante el nuevo continente. Lo maravilloso es que los ruteros de aquel año sí lo descubrimos, repitiendo el camino de Vasco Núñez de Balboa cuando se encontró con 'Los mares del Sur', al mismo tiempo que fuimos testigos de la devolución del Canal al Estado panameño.
Y todo ello, no vamos a negarlo, con ampollas, con pocas horas sueño, con cansancio acumulado y, sí, voy a decirlo también, no con todas las sesiones de ducha que hubiéramos deseado. Pero... ¿quién no recuerda las duchas bajo la lluvia tropical? ¿O a manguerazo limpio de la unidad de bomberos de turno?
Y todo gracias a Miguel de la Quadra-Salcedo quien, con su ilusión y entusiasmo, cogió la oportunidad de impulsar este programa para el intercambio y conciencia de otras culturas.
Hoy soy otra rutera más que recuerda la gran herencia que nos dejaste a los que te seguimos con tu flauta por Hammelin..,. o mejor dicho, al ritmo del Oboe de Gabriel, banda sonora de la película La Misión, creando nuestra propia película por las Américas.