Termina el día con un final feliz
¿Tienes uno de esos días que estás deseando que termine? Sí, sí, cuando parece que todo sale mal y lo único que quieres es un hombro sobre el que llorar tus penas y meterme debajo de la manta.... Aquí te damos unas cuantas ideas que te harán sentir mucho mejor y te ayudarán a hacer las paces con el mundo y contigo mismo.
¿Tienes uno de esos días que estás deseando que termine? Sí, sí, cuando parece que todo sale mal y lo único que quieres es un hombro sobre el que llorar tus penas y meterte debajo de la manta.
¡Pues nada de eso! Regocijarte con tus desgracias sólo las hará más grandes. En lugar de eso, toma las riendas de la situación y dale un giro de 180º para que, por lo menos, el día termine mejor que como empezó. ¿Que no sabes como hacerlo? Aquí te damos unas cuantas ideas que te harán sentir mucho mejor y te ayudarán a hacer las paces con el mundo y contigo mismo.
- Medita. La meditación es una de las mejores prácticas para devolver la calma y la serenidad. También te ayudará a ser más ecuánime, a ver las cosas tal cual son, sin esa carga emocional que hace que el corazón se acelere y se retuerzan las tripas. Puedes dedicarte un tiempo de 15 o 20 minutos como mínimo.
- Haz una práctica de relajación o visualización consciente. La tensión emocional repercute en el cuerpo creando tensiones inútiles aquí y allá. Cuando nos queremos dar cuenta somos un manojo de músculos tensos. La relajación consciente te ayuda y enseña a localizar esa tensión y liberarla, al tiempo que llevas la atención mental a tu cuerpo y sentir. De esta forma los problemas del día quedan en segundo plano.
- Haz yoga. Por supuesto, una sesión de yoga completa con su calentamiento, secuencia de asanas, ejercicio de respiración y una relajación para terminar es el final perfecto para cualquier día. Trabajas tu cuerpo-mente, lo liberas de tensiones, mejoras tu salud, tu equilibrio, tu estado de ánimo y te prepara para un sueño reparador.
- Da un paseo. A veces algo tan sencillo como salir a pasear y sentir el aire en la cara es suficiente para relajar nuestro entrecejo. Da igual que haga frío, calor o llueva. Sal a la calle dispuesto a tomar una bocanada de aire fresco y soltar las preocupaciones.
- Toma un baño antes de dormir. Cuando la casa esté en silencio y ya no haya nada más que hacer, puedes prepararte un baño de esos de película. Con luz tenue, espuma en la bañera y tal vez una música relajante. Sumérgete en el agua y deja que se diluya la tensión del día.
- Haz deporte. Desde luego, el cuerpo no es el único que se beneficia con la práctica deportiva. El ejercicio físico estimula la producción de endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad, además de otras sustancias como la serotonina y la dopamina, neurotransmisores responsables de la sensación de euforia. Así que ¡muévete! Corre, baila, monta en bicicleta, escala una montaña, haz unos largos en la piscina, ve al gimnasio, haz pilates, un partido de padel...
- Piensa en 3 buenos momentos del día. Seguro que a lo largo de tu agotador día que preferirías olvidar, puedes encontrar 3 momentos que han merecido la pena. Pueden ser en compañía o en soledad. Tal vez el sabor del café mañanero, la canción que sonaba en la radio cuando ibas de camino al trabajo, una charla con un amigo... piensa. Seguro que los encuentras y al final te das cuenta de que tu día no fue tan terrible.