Confirmado: Pablo Iglesias no es Florentino Pérez

Confirmado: Pablo Iglesias no es Florentino Pérez

Podemos parece semejarse a Florentino Pérez, fichando a presuntos galácticos. Comprobando que las encuestas lo colocan progresivamente a distancia del PP, PSOE y C's, Podemos se apresta a inscribir candidatos de renombre en sus listas, como el jurista Javier Pérez-Royo y el general de división Julio Rodríguez.

EFE

En ocasiones, Podemos parece semejarse a Florentino Pérez, fichando a presuntos galácticos. Rozando ya con la yema de los dedos la campaña electoral oficial, y comprobando que las encuestas electorales lo colocan sensible y progresivamente a distancia del PP, PSOE y C's, Podemos se apresta a inscribir candidatos de nombre y renombre en sus listas electorales, a tenor del marketing electoralista. Basten, como botones de muestra, el jurista sevillano Javier Pérez-Royo y el general de división Julio Rodríguez.

Pérez-Royo siempre ha militado y/o colaborado con partidos políticos que Podemos ha considerado habitualmente como caducos, desgastados y habituados a la derrota. Así, ya en 1977 figuró en la candidatura al Congreso del PCE (del que era destacado militante) por Jaén, y por Huelva en 1979. Es decir, y volviendo a fijarnos en los estereotipos aplicados por Podemos, Pérez-Royo militaba desde su juventud en un partido político de la marchita izquierda, acostumbrado y abocado a ser cada vez más perdedor.

Aún en el PCE, representó a dicho partido en la Comisión Redactora del Anteproyecto de Estatuto de Autonomía para Andalucía. Y eso no es todo, pues durante años fue también asesor de la casta socialista, con Felipe González y Manuel Chaves. Tan satisfechos estaban los de la casta con Pérez-Royo (¿y viceversa?) que colaboró con el PSOE en 2014 en un documento de propuesta para una redefinición del federalismo. Ahora, sin embargo, ha sido designado candidato para el Congreso por el sector sevillano de Podemos.

Recuerdo, por ejemplo, los tiempos en que doña Esperanza afeaba a Mariano Rajoy que adjudicase puestos de gobierno con el dedazo, o en los que en El Partido por antonomasia, el PCE, se aceptaba todo cuanto llegaba del venerable dedazo del comité central y del sacrosanto centralismo democrático. Ahora también Podemos parece dejarse ya de transversalidades, círculos y democracias de base, y sus dirigentes colocan en sus listas electorales a galácticos donde consideran más conveniente. ¿A dedazo?

José Julio Rodríguez Fernández, entre otros muchos cargos, ha sido jefe del Estado Mayor de la Defensa con Rodríguez Zapatero y la ministra Chacón, general de división, presidente del Proyecto de Reabastecimiento en Vuelo en la OTAN, y director general de Armamento y Material en el Ministerio de Defensa. El Gobierno de los populares (¡cuán gran oxímoron!) lo acaba de cesar por "pérdida de confianza y falta de idoneidad", lo cual es, a su vez, la enésima salida de pata de banco por parte de los presuntos gobernantes de la nación.

Por un lado, reconozco estar algo confuso cuando oigo a Pablo Iglesias presentar a Julio Rodríguez como "su futuro Ministro de Defensa", cuando creía que Podemos mantenía el punto 4.6 ("Defender la Paz") de su programa para las europeas:

Referéndum vinculante sobre la salida de España de la OTAN. Rechazo de las intervenciones militares en la resolución de conflictos internacionales. Desmantelamiento de las bases militares extranjeras en terceros países. Impulso de las relaciones solidarias entre los pueblos. Papel comprometido de la UE en la paz mundial y creación de un Servicio Civil de Paz, cuya actuación quede circunscrita al ámbito de la interposición y que sustituya a las intervenciones armadas. Promoción de nuevos tratados de desarme.

Dejando de lado, las calculadas ambigüedades sobre el asunto por parte de algunos relevantes dirigentes de Podemos (el borrador de programa del partido declara ahora que Podemos buscará "dotar de una mayor autonomía estratégica a Europa y a España en el seno de la OTAN"), no logro encontrar una sola toma de postura pública y explícita por parte del exgeneral de división que avale tal declaración programática de Podemos, salvo el heroico momento en que prometió y no juró su cargo en la toma de posesión de 2008 como jefe de la JEMAD.

Por otro lado, dicen que, eso sí, "simpatizó" pero "no llegó a afiliarse" a la UMD, Unión Militar Democrática, organización militar clandestina en la dictadura franquista a la que pertenecían nueve militares detenidos en 1976 que, en conjunto, fueron condenados a 43 años de cárcel y, en el caso de siete de ellos, a la pena accesoria de expulsión del Ejército. Pues bien, el general de división Rodríguez esperó a 2010 para condecorar a la UMD con la Cruz al Mérito Militar, ya sin riesgo para su brillante carrera.

Julio Rodríguez ha sido un militar con altas responsabilidades y en ningún caso un antimiltarista (ni creo que ahora lo sea), por lo que dejó las cosas muy claras, por ejemplo, con la intervención militar en Libia, que acabó con el crudo y el gas libios en manos de las multinacionales y con el líder Gadaffi medio achicharrado por las bombas de aviones y drones aliados, primero, y linchado por la chusma, después: "Los F-18 españoles están dedicados a la patrulla aérea de combate en la zona de exclusión", "bajo el mando de la OTAN", y "nuestros aviones usarán la fuerza cuando sea necesario".

Asimismo, tampoco acabo de explicarme por qué ha esperando tanto tiempo el exgeneral de división a decantarse abierta y públicamente por el cambio que ahora tanto dice anhelar, a no ser que haya sido la oferta de un escaño parlamentario la piedra angular de sus decisiones políticas definitivas. En resumidas cuentas, se me antoja algo inexplicable cómo no zozobran los lóbulos centrales y temporales de los militantes de Podemos ante semejante cúmulo de declaraciones, principios y fichajes de su partido en los últimos tiempos.

Para terminar, me vienen también a la mente los fichajes por parte del PSOE de la diputada Irene Lozano y la excomandante Zaida Cantera, pero tales casos carecen de importancia, pues forman parte de la casta, algo de lo que abomina Podemos, el partido del cambio.