Por qué voy a seguir el consejo de mi abuela de no casarme
Ni siquiera de pequeña soñaba con un bonito vestido blanco, con un príncipe azul, con un deslumbrante anillo... Creo que si al final me encuentro con el tío que un día saque un anillo de su bolsillo y se ponga de rodillas, saldré corriendo.
Si eres chica, puede que hayas escuchado alguna vez eso de "no te cases nunca". En mi caso, esa frase salió de boca de mi abuela.
En cada reunión familiar llega el inevitable momento en que se aborda la cuestión de tu vida amorosa. Independientemente de si estás soltera o en pareja, el tema del matrimonio se pondrá algún día sobre la mesa, ya sea con un "¿cuándo te vas a casar?" o con un "date prisa en encontrar novio".
Pero ahí entraba mi abuela con su atronador: "No te cases nunca".
¿Y sabéis qué? ¡Que estoy de acuerdo con ella! Sí, soy de esas que no quieren casarse.
Y por cierto, no es algo que venga de ahora. Ni siquiera de pequeña soñaba con un bonito vestido blanco, con un príncipe azul, con un deslumbrante anillo... Y el hecho de que mis padres acabaran divorciándose no hizo más que confirmar mi opinión.
En mi entorno ahora mismo no hay más que bebés y bodas. Así que, a la fuerza y por sorpresa, no me queda otra que imaginarme en esa situación. Lo que pasa es que cuando me imagino de blanco, me veo con Converse en los pies, con una barbacoa en el campo como celebración, rodeada de amigos vestidos en vaqueros, si quieren. En fin, sin ceremonias. Pero hay pocas posibilidades de que esto llegue a ocurrir.
Para mí, el matrimonio tiende a arruinar las cosas; esa es mi impresión. No sé si será la presión que esta etiqueta pone sobre la pareja, o las obligaciones que parece que conlleva. Pero conozco a un montón de parejas que antes de casarse vivían muy bien y, al ponerse los anillos, todo empezó a deteriorarse.
Es verdad que no vivo con ellos, así que no lo sé todo. Pero tengo la impresión de que se pierde una cierta espontaneidad en la pareja. Se sienten obligados a hacer ciertas cosas y a ser una pareja modelo, pero a veces es a costa de dejar de ser uno mismo. Al final acabamos sintiendo rencor hacia nuestra pareja... Y ese es el principio del fin.
Por si eso no fuera suficiente para desalentarme, tengo una clara fobia al compromiso. Creo que si al final me encuentro con el tío que un día saque un anillo de su bolsillo y se ponga de rodillas, saldré corriendo. ¡Y no es una broma! Sin embargo, sí que aspiro a una relación larga. Pero me gusta la idea de vivir el día a día. De seguir siendo una persona por completo y no la mitad de una pareja.
También conozco a chicas a las que les ha entrado miedo después de dar el paso (cuando se dieron cuenta de lo que esto comportaba). Las he visto jugar con sus límites, correr el riesgo de poner su pareja en peligro, porque la presión era demasiado fuerte. Y eso que el matrimonio era el sueño de su vida.
No quiero cambiar de apellido (sí, sé que ya no es obligatorio) ni quiero sentirme encadenada. Me gusta saber que tengo la oportunidad de irme si es necesario. Aunque no me vaya necesariamente. Pero tener esa opción y esa tranquilidad es reconfortante.
Además, añadiré que casarse cuesta un pastón y divorciarse, aún más. Si tengo que elegir, prefiero invertir mi dinero en otra cosa.
Habrá gente que diga que esto se debe a que todavía no he conocido al hombre que me dé ganas de comprometerme. Es posible. Al fin y al cabo, sigo soltera y quizás me falta madurez sentimentalmente hablando. ¡Sólo los imbéciles no cambian de opinión! Pero bueno, de momento, la cuestión no se ha planteado.
En cualquier caso, quiero preguntaros: ¿qué pensáis vosotros del tema del matrimonio?
Este post fue publicado anteriormente en la edición francesa de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano