Sorpresas y Mudanzas Sánchez
"Hay que ver, en un mes este chico ha hecho justo lo contrario de lo que venía haciendo. Desde que presentó, de ahora para ahora mismo, la moción de censura y consiguió los apoyos suficientes, hasta que ha formado el Gobierno no ha dado puntada sin hilo. Todo lo ha hecho con serenidad, aplomo, y mucha imaginación. Todo su equipo es una suma de mensajes muy bien hilvanados...". Ella es una desencantada con el PSOE, y crítica del secretario general socialista, inopinadamente presidente del Gobierno en un 'plis plas', no se sabe por cuántos meses. Pero como dice la frase hecha (hecha por Jesús de Nazaret al parecer hace alrededor de 2.000 años) "A Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César".
Los apoyos que consiguió los cargó el diablo. Un juez catalán y separatista comenta a su parroquia en 'youtube', que ríe alborozada, que Sánchez creyó que les engañaba cuando tras embrollarles con el medio y el largo plazo les prometió que si él llegaba a La Moncloa empezarían por dialogar sobre la recuperación del Estatut de 2006, aquél que el PP envió al TC, que lo afeitó un poco. Este video es la prueba del algodón. Todos engañaron a todos. Las intenciones de todos eran distintas; pero confluían en un punto: provocar una crisis, la salida de Mariano Rajoy, aprovechando la crudeza de la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la 'Época I' de la trama Gürtel.
Como se vio cuando, en efecto, Sánchez sacó un conejo de la chistera, y consiguió los votos necesarios para que prosperara la moción de censura, los 'apoyos desinteresados' se volvieron interesados. Por ejemplo, los de 'Podemos'. Si Pablo Iglesias (bis) dijo que eran a cambio de nada, para lavar su mal paso de negarle el apoyo a Sánchez que le abrió las puertas a Rajoy, al día siguiente portavoces podemitas ya advertían que con ministros morados la cosa sería más llevadera. Los independentistas del PDeCAT aclaraban que su apoyo, en realidad, trataba de llevar al caos. El PNV, como siempre, una vela a Dios y otra al diablo. Por un lado conseguían una financiación adicional muy sustanciosa, para seguir subiendo por la escalera de caracol, y por el otro, se ponían del lado de la mayoría social aprovechando la sentencia demoledora contra la corrupción en el y del PP.
Y cuando todo el mundo esperaba un gobierno al modo tradicional, se encontró con un Sánchez que no parecía el mismo Sánchez simplón y desnortado de antes. Su discurso veleta, muy barométrico, se aclaró de repente. Si hablaba de diálogo con los independentistas (da lo mismo catalanes que vascos) nombró ministro de Exteriores a uno de sus más claros y radicales combatientes, Josep Borrell, socialista, ex ministro, ex presidente del Parlamento europeo, capaz de entender y de hacerse entender en varios idiomas (esta es una tónica en la mayoría de los ministros nombrados).
El 'gesto' de aprovechar el decaimiento del 155 para cesar el control previo de las cuentas de la Generalitat, en realidad es un globo de colores. Como demostró el locuaz Montoro, lo engañaron a pesar de eso. Lo que importa es que la UCO y la fiscalía y los jueces, y el Tribunal de Cuentas, sigan de vigilia.
La apuesta por Europa y por la disciplina económica tiene otro nombre: Nadia Calviño, ex directora general de Presupuesto de la UE, una mujer de excepcional valía y gran prestigio en Bruselas. No es menor la intencionalidad que se desprende del nombramiento del astronauta con pasaporte español, el madrileño Pedro Duque, como ministro de Investigación, Ciencia y Universidades. Es un astronauta que tendrá que lidiar con muchos extraterrestres, con perdón, que no viven en el mundo actual. Sin presupuestos suficientes no hay ciencia ni investigación, y sin universidades con gobernanza y procedimientos modernos, adaptados a las circunstancias, equivalentes a los que son habituales en las universidades europeas y americanas, y en general a la 'premier ligue' mundial, será imposible codearse con los mejores. También ha habido otros gestos, con mucho calado ideológico, en el sentido de asumir los nuevos hábitos y el cambio acelerado de costumbres, asimismo con mucho efecto mediático. Prometer el cargo sin biblia ni crucifijos, y formar un consejo de ministros con mayoría de mujeres....
En realidad es un gobierno de dos caras, o de dos funciones: un gobierno mediático para ganar imagen, tanto en el mundo exterior (no me refiero ahora a la estratosfera) como en el interior, capaz de cambiar la cara del PSOE y sacarlo de la tendencia a la baja en las encuestas, para iniciar una tendencia al alza. Lo importante de las encuestas es la tendencia, por lo que más allá del efecto inmediato hay que programar su sostenibilidad en el tiempo y la capacidad de sus miembros para neutralizar el efecto contra-publicitario de los ataques de la 'agit-prop' enemiga que sufrirá Sánchez y su gobierno desde todos los flancos. En esta operación de superar obstáculos hasta las próximas elecciones, Sánchez solo tendrá aliados de conveniencia a tiempo parcial.
Pablo Iglesias ya ha dicho que se siente defraudado porque el líder socialista se ha olvidado de él; los separatistas catalanes han entendido el mensaje del PSOE a través de la oficialización de que el espíritu de fondo del Comité Federal y la estrategia en cuanto a Cataluña está encarnada en Josep Borrell. Las manos tendidas, las muestras de buena voluntad, quizás el acercamiento de algunos políticos presos, un Estatut mejorado, dentro de un orden (el constitucional) y cosas por el estilo, solo pretenden conseguir un cosa: que cuando los golpistas quieran repetir el golpe les pase como le pasó a ETA cuando desoyó el diálogo ofrecido por Rodríguez Zapatero e hicieron estallar la bomba en la T4. Perdió apoyo social, el gobierno apretó las tuercas y ETA se asfixió en su soberbia,
La apuesta nítidamente europea, ha descolocado a quienes creían que el gabinete iba a estar escorado hacia la autarquía populista. Nadia Calviño no es la mensajera: es el propio mensaje. El PNV ve con desconfianza la firmeza sanchista frente a la rebelión de la Generalitat. Los posibles votos que consiga el partido socialista en el rescate de los desencantados del PSC, preocupan a los ambiguos de Ada Colau. Una parte de Izquierda Unida es más favorable a este programa que al seguidismo de la engañifa bolivariana. Ciudadanos necesita socavar las nuevas repescas socialistas, no solo en Cataluña, a través del efecto Borrell, sino en toda España. Y el PP, pues peor.
El desafío de Pedro Sánchez es poliédrico. Sigue siendo un equilibrista que camina en la cuerda floja, y que en vez de una red abajo tiene a varias tribus caníbales que se acechan entre sí para ver en que olla se cuece. El PP ha sacado su cara más dura – en todos los sentidos- y ha iniciado el ataque con toda la artillería, incluyendo la neolítica de la pedrada. El martillo de herejes, Rafael Hernando, ha reclamado que el nuevo presidente celebre, pero ya, el debate sobre el estado de la Nación para que el mundo se entere de todo lo que ha hecho Mariano Rajoy.
Pero esta petición es una prueba en contrario. Algo importante no hizo Rajoy: no celebró el debate del estado de la Nación en los últimos tres años, porque no le dio la gana.
Volvemos, pues, a las andadas. Pero esto es sencillamente recuperar los hábitos que llevaron a que la corrupción gangrenara a todo la organización conservadora. Fue la incapacidad de analizar la realidad, sustanciada en la frase de Rajoy, "no es una trama del PP sino una trama contra el PP". La 'Gürtel', fue la correa que les fue asfixiando poco a poco.
Podemos está cometiendo el mismo error, aunque se ha precipitado en la venganza; si bien Íñigo Errejón ha salido en ayuda de la razón táctica. Todavía se recuerda, porque fue anteayer, que Iglesias le ofreció el apoyo a Sánchez "sin contraprestaciones", generosamente, para echar a Rajoy, epítome del dejar hacer. No colarán mucho ahora las lágrimas de caimán y las amenazas de que el gobierno no podrá gobernar. El discurso ético, encima, está caducado: aún está reciente la compra de la mansión del matrimonio Iglesias-Montero por más de 600.000 euros, que ha sido un torpedo contra la línea de flotación de la credibilidad de unos dirigentes que ya han fichado por la 'casta'.
Vamos a ver si los próximos movimientos del 'redivivo Sánchez' consiguen el efecto que persigue: una combinación de diálogo y 'buen rollo' con un programa atractivo y asumido por la gente que logre torcer la tendencia de las encuestas de los últimos años.
Para que Sánchez tenga éxito será imprescindible que ni el PP ni Podemos, ni los nacionalistas catalanes ni los vascos cambien y se moderen. Ante la sensatez y el equilibrio del programa de Sánchez no habría nada peor para él que la sensatez y el equilibrio de sus adversarios.