Con hambre y sin cuaderno
La crisis golpea con mayor dureza a los más pequeños. Los padres priorizan los gastos y la educación pasa a ocupar un lugar secundario para aquellos que no cuentan con recursos para cubrir los gastos de los alimentos. Muchos alumnos acuden al colegio sin cuaderno ni el material básico que se les exige.
Las cifras que se publican a diario en los medios de comunicación ocultan los dramas que desencadenan cada una de ellas. El aumento de la tasa del paro se traduce en nuevas tragedias familiares y cada ajuste del Gobierno afecta inmediatamente a muchos trabajadores y a aquellas personas que ven mermados sus derechos con la contracción de los servicios públicos.
Personas a las que no ponemos rostro cuando escuchamos a la vicepresidenta del Gobierno relatar los acuerdos de cada Consejo de Ministros, pero cuyos casos vamos conociendo poco a poco cuando salen a la calle a denunciar que son las nuevas víctimas de los recortes con los que Mariano Rajoy trata de disminuir el déficit público al frenético ritmo impuesto por Angela Merkel.
La peor cara de los dramas la hemos visto en aquellas personas que han acabado con sus vidas desesperadas por el abismo de los desahucios. O en aquellas que han perdido sus puestos de trabajo, su vivienda y deambulan desesperadas sin ninguna esperanza y sin la menor oportunidad de encontrar un nuevo empleo.
Pero, sin duda, una de las que más preocupa es la de aquellos niños y niñas que apenas comen una vez al día, que han abandonado su escolarización y que, incluso, tienen serias dificultades para acceder a la sanidad.
No es la primera vez que escribo en el último año sobre la descarnada realidad que sufren los más pequeños como consecuencia de la crisis económica. Hace varios meses presenté una iniciativa en el Congreso a raíz de un demoledor informe de UNICEF en el que nos aseguraba que más de dos millones de niños viven en España bajo el umbral de la pobreza. Un informe al que se ha sumado otro estudio que ha visto la luz esta semana, realizado por el Observatorio Social de España (OSE), en el que se subraya que la pobreza infantil se ha disparado un 45 por ciento desde el inicio de la crisis en 2007.
Esas son las cifras, pero detrás de cada número se encuentra un niño o una niña que sufre malnutrición. El estudio de la OSE revela que miles de niños no cenan en nuestro país y que sus padres no cuentan con los recursos económicos para garantizarles las tres comidas diarias. Desgarradoras las palabras del presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), Jesús María Sánchez, quien nos alerta de que "algunos niños cuentan en los colegios que hacen una comida al día y tienen hambre".
El profesor de Sociología de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), Sebastià Sarasa, uno de los autores de este estudio, apunta que la situación se ha agravado porque las políticas sociales en España no han sido reorientadas en los primeros momentos de la crisis.
Al crecimiento del desempleo se han sumado medidas que sólo han contribuido a agravar la situación de los menores: la reducción de las becas para estudio y comedores, la dificultad para acceder a la sanidad para los hijos de los inmigrantes en situación irregular, etcétera.
La crisis golpea con mayor dureza a los más pequeños. Quienes pertenecen a familias que eran pobres, hoy lo son más. Y a ellos se ha sumado un creciente número de niños y niñas, que representan las víctimas más vulnerables de la crisis. Niños cuyos padres buscan desesperadamente las escasas salidas a su alcance para cubrir las necesidades más básicas de sus hijos.
La hipoteca y las facturas ahogan la economía de aquellas familias que lo han perdido todo. Y cubrir las necesidades básicas alimenticias de sus hijos se ha convertido en un lujo para muchos.
Los padres priorizan los gastos y la educación pasa a ocupar un lugar secundario para aquellos que no cuentan con recursos para cubrir los gastos de los alimentos. En los centros escolares, la crisis también se ha instalado en las clases y muchos alumnos, según el mismo informe, acuden al colegio sin cuaderno ni el material básico que se les exige. No deja de ser paradójico que con este escenario tan duro, el Gobierno haya decidido incrementar el IVA para el material escolar del 4 al 21 por ciento.
Ningún niño conoce el significado de la prima de riesgo ni a qué nos enfrentamos por la crisis económica pero, según UNICEF, "mucha deuda contraída a altos intereses (la de a largo plazo) repercutirá como parte de una "hipoteca social" que hace que cada niño que nace en este momento en España lo haga con una deuda pública de 15.570 euros".
¿Qué puede hacer el Gobierno para mitigar el impacto de sus políticas sobre los niños? El Gobierno debe proteger de los recortes aquellas inversiones en los ámbitos que plantean desafíos fundamentales a la infancia, como la lucha contra la pobreza, la salud, la educación y la protección. Ámbitos que son imprescindibles para el ejercicio de derechos y el bienestar de los niños, para evitar la discriminación, para promover la igualdad de oportunidades, y para un crecimiento equitativo y sostenible. Y, con carácter vinculante, se debe efectuar un informe de impacto sobre la infancia en toda la legislación y las disposiciones normativas, además de poner en marcha mecanismos formales para evaluar los impactos de la crisis económica y de las políticas de austeridad en los niños y sus familias. Mecanismos que vigilen los efectos de la crisis en el acceso a los servicios esenciales.
En caso contrario, el Gobierno hipotecará el futuro de quienes apenas tienen pasado y viven un presente sobrecogedor. El futuro de niños y niñas que, según un reciente reportaje de RTVE, acuden al colegio con hambre y sin cuaderno.