Carta abierta al chico del supermercado
Hace poco estaba saliendo del supermercado cuando vi cómo le hacías una foto a mi coche, que estaba aparcado en una plaza reservada para discapacitados. Pero te fuiste al verme llegar. Ojalá no te hubieras ido, ojalá te hubieras quedado y así habría podido explicarte todo. Sí, mi coche tiene pegatinas de carreras.
Querido chico del supermercado:
Si esta carta llega a mucha gente, a lo mejor acaba llegándote a ti. Espero que sí.
Hace poco estaba saliendo del supermercado cuando vi cómo le sacabas una foto a mi coche, que estaba aparcado en una plaza reservada para discapacitados. Pero te fuiste al verme llegar. Ojalá no te hubieras ido, ojalá te hubieras quedado y así habría podido explicarte todo.
Sí, mi coche tiene pegatinas de carreras. Sí, es irónico ver aparcado en una plaza para discapacitados un coche que lleva pegatinas por haber participado en carreras de 13,1 y de 25 kilómetros. Entiendo por qué hiciste la foto. Mi lado más bromista espera de verdad que tanto tú como tus amigos os hayáis echado unas risas gracias a esa imagen.
Pero también espero que te fijaras en mi hijo cuando salimos de la tienda. Aunque sea ya mayor, iba en un carrito. Por él tengo la tarjeta de aparcamiento para discapacitados.
Supongo que no se te ocurrió esa posibilidad y por eso estoy escribiendo esta carta.
Mi hijo tiene una discapacidad permanente. Puede andar, pero no distancias largas, y padece muchos problemas de salud que a veces le impiden andar prácticamente por completo.
Y no somos los únicos ni un caso aislado. Puede que yo me vea condicionada porque tengo muchos amigos con hijos discapacitados y porque me paso mucho tiempo buscando una plaza para discapacitados libre en los hospitales infantiles a los que a menudo tenemos que ir.
Lo único que quiero que entiendas es que hay niños discapacitados que requieren tener una tarjeta de aparcamiento para discapacitados. Y quiero dejar claro que no la utilizo a no ser que esté con mi hijo.
Me gustaría haber podido hablar contigo un rato porque creo que habríamos tenido una conversación interesante y lo más probable es que yo también hubiera visto las cosas de otra manera después de escuchar tu punto de vista. Aunque la verdad es que mi hijo estaba enrabietado y puede que no hubiéramos podido aprovechar mucho. Así que, si te encuentras este post por Internet, házmelo saber porque me gustaría hablar contigo.
Puedes ver el blog de Alethea (en inglés) en Ben's Writing Running Mom.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros.