Los pelados y la economía
¿La calvicie es sinónimo de autoridad, poder o conocimiento académico? ¿Es necesaria para que un ajuste sea creíble? ¿O simplemente es sinónimo del estrés que genera la complejidad del presente económico-financiero mundial?
Un grupo de hombres calvos tomó decisiones económicas clave en los últimos años. Quiénes son, cómo ascendieron al poder, y cómo perdieron el reconocimiento mundial por mérito propio: Luis de Guindos, Domingo Cavallo, Henry Paulson, Alan Greenspan son algunos ejemplos.
El debate sobre la relación entre la calvicie y la economía se reavivó con la referencia de la presidenta argentina Cristina Fernández a la foto del ministro de economía de España, Luis de Guindos, en la tapa del diario El País. "Miren el pelado ése", fue la frase que desató duras críticas.
La mandataria sudamericana quiso jugar a su favor con dos variables: por un lado, contrastar su plan económico con los anuncios de ajuste de España y mostrar la crisis de otros países que siguen las recetas del FMI. Por otro lado, quiso hacer referencia implícita al parecido de la pronunciada calvicie de De Guindos -sin duda, la cara del ajuste español- con la del exministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, uno de los artífices de la crisis social y económica de 2001.
Cavallo fue uno de los creadores del plan de convertibilidad que transformó un peso en un dólar y que logró frenar la hiperinflación de los años 80. Un indomable déficit fiscal y la acumulación de una deuda externa impagable hizo insostenible el corset monetario 10 años después.
En el medio, Cavallo fue candidato a intendente de Buenos Aires y hasta se postuló como presidente, sin éxito. El ex súper ministro argentino leyó mejor que nadie el dardo de la presidenta argentina. En su blog, tomó el güante y contestó: "Haberse burlado de los esfuerzos responsables y transparentes que está haciendo el Gobierno Español para superar una crisis muy aguda es de una necedad suprema".
De Guindos y Cavallo no son los únicos hombres con poco pelo en la cabeza que trascendieron en la economía mundial de los últimos tiempos. Alan Greenspan, el titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos entre 1987 y 2006, fue considerado casi un dios de la política monetaria moderna. Su estrategia de bajas tasas de interés permitió un auge del consumo gracias a los créditos baratos. Autos, electrodomésticos, y especialmente propiedades, se vendieron a niveles nunca antes vistos. Sin embargo, la fiesta terminó costando cara porque muchos norteamericanos tomaron deuda por encima de sus posibilidades de repago, desencadenando de esa forma la crisis de las llamadas hipotecas basura, que empujó al país a una de sus peores recesiones con una tasa de desempleo histórica por encima del 10%.
Greenspan perdió su brillo ante la sociedad y hasta se lo acusó de no controlar los excesos de Wall Street. Una vez fuera del poder, para librarse de parte de sus culpas escribió en 2007 el libro The Age of Turbulence: adventures in a new world (La era de la turbulencia, aventuras del nuevo mundo). El otrora gurú admirado hoy se dedica a pleno a su consultora Greenspan Associates, con sede en Washington.
Su sucesor en la Fed fue otro calvo célebre, Ben Bernanke. Tuvo que sobrellevar la sombra de los 19 años de gestión de Greenspan en uno de los puestos con más poder económico del mundo. Para la opinión general pasó de ser un tibio desconocido a un moderado brillante que evitó que la debacle financiera de Estados Unidos, luego la de todo el mundo, fuera peor de lo que era. Se animó a criticar a los banqueros por su codicia y con él, por primera vez en la historia, el presidente de la Reserva Federal da una conferencia de prensa por mes. La revista Time lo eligió la personalidad del año en 2009.
Henry Paulson es otro pelado que pasará a la historia. En julio de 2006 aceptó el ofrecimiento de George W. Bush para el cargo de secretario del Tesoro de Estados Unidos. Llegó con el aval de Wall Street, ya que renunció a su sillón de CEO de Goldman Sachs para asumir la función pública. Era el mejor técnico para entenderse directamente con sus pares del mundo de las finanzas. En plena crisis de 2008-2009 tuvo que salir a apagar el incendio con la herramienta menos imaginada por él: la estatización de bancos, como Bank of America, Citigroup o la aseguradora AIG, para salvarlos de la quiebra. El monto de rescates con fondos públicos ascendió a los 700 mil millones de dólares estadounidenses. Se ganó el rechazo de toda una sociedad que ya comenzaba a padecer el desempleo y a la que no le parecía justo que sus impuestos se destinaran a cubrir los excesos de un grupo de banqueros millonarios.
Paulson vive en Chicago y preside el Paulson Institute, que se especializa en las relaciones China-Estados Unidos. Mantiene un perfil bajo, a tal punto que hace poco el semanario The New Yorker lo sorprendió realizando un excéntrico avistaje de pájaros en el Central Park de Nueva York. También a modo de expiación publicó su libro sobre cómo manejó la crisis financiera.
El último pelado ilustre de esta breve y respetuosa reseña es Guido Mantega. Hace seis años que es ministro de Hacienda de Brasil, un récord absoluto para un país que supo de hiperinflaciones, devaluaciones y cambios de monedas. Es uno de los responsables de que hoy Brasil sea la sexta economía del mundo y uno de los líderes de los BRICS. Crecimiento sostenido, moneda fuerte, desarrollo industrial dentro y fuera del país, e inflación controlada son algunos de sus logros. Ingresó en la primera presidencia de Lula da Silva y convenció a Dilma Rousseff de mantenerlo en el cargo. Incluso acuñó globalmente el término "guerra de monedas" para explicar las diferencias cambiarias que afectaron los flujos de capitales hacia distintos países en 2011.
Luego de tantos personajes con poco pelo y mucho peso en la economía mundial, caben las siguientes preguntas: ¿La calvicie es sinónimo de autoridad, poder o conocimiento académico? ¿Es necesaria para que un ajuste sea creíble? ¿O simplemente es sinónimo del estrés que genera la complejidad del presente económico-financiero mundial?
Este post estará disponible también en el blog del autor La revancha de Keynes.