Libros distintos, tecnologías dispares
Según la aplicación que elijamos tendremos una visualización u otra del libro. Lo realmente preocupante es que esto no se limita a tres tipos, sino que se multiplica exponencialmente con el número de dispositivos y aplicaciones existentes.
El responsable de Google Books España, @LuisCollado, diría: "Las cosas llegan cuando tienen que llegar". Sin embargo, llevábamos tanto tiempo hablando sobre el proyecto de libros de Google que apenas nos lo creíamos cuando la semana pasada tuvo su puesta de largo Google eBooks.
Como se esperaba, la tienda de ebooks de Google está dentro de un ecosistema más amplio denominado Google Play que también incluye una tienda de aplicaciones y otra de películas. Si bien está desarrollado en un entorno Android es posible utilizarlo con el iPad y el iPhone con algunas limitaciones como, por ejemplo, comprar directamente a través de la aplicación.
Lo primero que hicimos fue descargar la aplicación y comprar un libro. Compramos uno que ya habíamos adquirido en otro dispositivo y nos dio por comparar las sensibles (o no tanto) diferencias que existían entre ambos. Curiosos por el asunto decidimos comprarlo también en iBooks. Veamos la misma página del mismo libro comprado en Amazon, Google Play e iBooks desde sus respectivas aplicaciones para iPad:
Como podemos ver las tres páginas son distintas. Solamente las diferencias en el entorno donde se presenta el ebook son suficientes para alterar la manera de percibir el libro. No parecen detalles menores las negritas, los indentados, el ancho de caja o el encabezado de la página. El resultado es que tenemos un mismo libro de una misma edición que se ve de tres formas distintas dependiendo del artilugio utilizado.
Esto no debería ser un problema cuando la decisión de los cambios es una opción del lector a través de su aparato como el tipo de letra (es posible cambiarla en dos de las aplicaciones) o el tamaño y el color del "papel" (algo que se puede variar en las tres).
Cuando compramos un libro esperamos que el editor presente un formato recomendado por defecto. Si la manera de ver o percibir el libro cambia según la aplicación que elijamos perderemos gran parte del trabajo del editor en la presentación del contenido, convirtiendo la edición en un accidente tecnológico provocado por las limitaciones de la aplicación de turno.
Algo similar ocurrió con los navegadores web, sin embargo se han hecho verdaderos esfuerzos por adaptarse a los estándares de forma que, independientemente del navegador que utilicemos (Chrome, Firefox, Safari, etc.), podamos ver una página web siempre de la misma forma. De hecho, cuando un navegador se alejaba de los estándares, como las versiones antiguas de los Explorer, se trabajaba para que las páginas web se vieran igual allí también.
Con los lectores de libros electrónicos no ha pasado lo mismo. Según la aplicación que elijamos tendremos una visualización u otra del libro. Lo realmente preocupante es que esto no se limita a tres tipos, sino que se multiplica exponencialmente con el número de dispositivos y aplicaciones existentes. Como lectores entendemos que el contenido sea líquido (es una condición para hacerlo accesible a cualquier dispositivo) y que no esté ligado a una maqueta (es por eso que podemos presentarlo de distintas formas) pero sí deberíamos demandar que la presentación recomendada por el editor se pudiera ver sin problemas en cualquier dispositivo y que una negrita siempre fuera una negrita.
Juan Ramón Jiménez decía que "en edición diferente los libros dicen cosas distintas". Hoy, parafraseando al autor, podemos decir que en tecnologías diferentes los libros también dicen cosas distintas.