¿Importar el Black Friday a España?
Cuando llegué a España en 1998, una de las cosas que me sedujo de la cultura, fue que había menos énfasis en el consumismo y más en la calidad de vida. Cuando volvía a EEUU me resultaba vulgar el hiperconsumismo de mi país pero con el paso de los años, veo cada vez menos diferencia entre ambos.
No es la primera vez que España trata de importar algo de mi país. Creo que Silicon Valley gana el premio sobre el concepto estadounidense que más se quiere importar. Pero entre los días festivos ya hay varios ejemplos: Halloween, ya se celebra aquí y peor, el día de San Valentín, el día festivo impulsado por Hallmark y otras empresas.
Me enteré a través de este artículo en El País de que los grandes almacenes de España quieren importar una fiesta que no es una fiesta. O sea, sí, la mayoría de los estadounidenses no trabajan el viernes después de Thanksgiving (Acción de Gracias), que se celebra el último jueves de noviembre y forma parte de un superpuente, o lo que nosotros llamamos un fin de semana de cuatro días. Por lo tanto, es lógico que mucha gente aproveche del día para empezar las compras de Navidad. Cada vez más, los negocios se aprovechan de este fenómeno con ofertas y horarios más amplios porque ganan entre un 20 y un 40% de sus ventas anuales durante la temporada de fiestas.
Así llegamos al Black Friday de hoy en día, famoso por algunos clientes agresivos y las peleas por los juguetes más deseados. Cada año es peor y esta vez está marcado por las protestas de los trabajadores de Walmart, que empezó a abrir a las 22:00 la noche de Thanksgiving y este año han abierto a las 18:00 y no cierran hasta las 22:00 del viernes. Thanksgiving es una fiesta muy importante en EEUU y abrir este día es como abrir el día de Navidad.
La verdadera noticia son las protestas de los empleados. Walmart emplea a más personas que cualquier otro negocio en EEUU y es el número uno en el famoso ranking de los 500 de la revista Fortune por sus ingresos de 2013. Los empleados no solamente están indignados por no poder pasar el día de Thanksgiving con sus familias, sino que ganan tan poco dinero que muchos no pueden permitirse montar una cena de Thanksgiving. Se trata de un término que me resulta violento: los trabajadores pobres.
Los grandes almacenes y restaurantes de comida rápida que ganan beneficios astronómicos pagan el sueldo mínimo a sus empleados, que es tan poco dinero que necesitan ayuda del Gobierno para comer y por supuesto tener acceso a servicios sanitarios. Al final, todos los ciudadanos están subvencionando a la empresa más grande del mundo.
Todo esto representa la parte más fea del consumismo de mi país y una indiferencia completa por el supuesto espíritu humanista de las fiestas. ¿De verdad queremos importar eso a España?
Cuando llegué a España en 1998, una de las cosas que me sedujo de la cultura fue que había menos énfasis en el consumismo y más en la calidad de vida. Cuando volvía a EEUU esos primeros años me resultaba vulgar el hiperconsumismo de mi país pero con el paso de los años, veo cada vez menos diferencia entre ambos. Entiendo que un Black Friday español no puede llegar a tener el mismo significado porque no hay Thanksgiving ni un superpuente. Si los grandes almacenes quieren dar ofertas, genial. Pero, por favor, que no aspiren a esta fiesta de valores vacíos, tan negra como su nombre.