El discurso que me gustaría oír
Estimados dirigentes españoles de currículum dudoso: con sus luces y con sus sombras, los líderes inspiradores con visión y sentido de estado, existen. Si no saben ser uno de ellos, al menos cópienles. Si no tienen ideas propias, aprópiense de las buenas ideas ajenas.
Hojear la prensa cada día viene a ser una sucesión de despidos, EREs, imputaciones. Desahucios, dedazos, desafecciones. Desconfianza, corrupción, impunidad. Etc. Cierras los ojos y puedes oír el chapoteo en el fango donde el discurso más elaborado es el "no sé (412), no lo recuerdo (82), no me consta (7)".
Vivir es fácil con los ojos cerrados y la nariz y los oídos tapados. Y un sueldo fijo, claro. Anestesiados, o sea. Sólo así puede dejar de importarte la falta de propuestas tanto por parte de los que están en el poder como de los que aspiran a él. Acostumbrada y harta de que nos cuenten la realidad como es, cada día echo en falta que no haya nadie que proponga un ideal de cómo la realidad debería ser.
Este es el discurso que cada día busco y que me gustaría oír de boca de alguno de nuestros mandatarios:
Sé que creerán que estoy haciendo un ingenuo ejercicio de imaginación. De tan perdida como tenemos la fe en los que nos gobiernan, estamos convencidos de que estos discursos están sacados de un guión de cine y no de un diario de sesiones. Pues bien, déjenme confesarles que el alegato anterior está construido a base de retazos del último discurso sobre el Estado de la Nación de Barack Obama y de la carta que ha dirigido Satya Nadella, el nuevo CEO de Microsoft, a sus empleados. Estos discursos son reales. Existen.
Estimados dirigentes españoles de currículum dudoso: con sus luces y con sus sombras, los líderes inspiradores con visión y sentido de estado, existen. Si no saben ser uno de ellos, al menos cópienles. Si no tienen ideas propias, aprópiense de las buenas ideas ajenas. Si no se saben la lista de los reyes godos porque estaban ocupados aprendiéndose la lista de los peces gordos, rodéense de los auténticos expertos de cada materia y déjense aconsejar, sin olvidar que detrás de cada fría estadística suele haber una familia. Hágannos creer que la alternativa no es depauperar España hasta convertirla en un solar de mano de obra barata sino apostar por convertirla en una nación competitiva e innovadora, y les ayudaremos a construir ese país soñado. Atrévanse a defraudar al que les ha colocado y trabajen por enorgullecer a los que les han votado. Aspiren a la excelencia y no a la ramplonería. Por una vez. De una vez. Gracias.