¿Qué se espera de la segunda cumbre entre EEUU y Corea del Norte?
Trump y Kim se ven desde hoy en Vietnam, con la desnuclearización y la paz como deseos máximos.
Donald Trump y Kim Jong-un se vuelven a ver las caras. El histórico encuentro que mantuvieron el pasado junio -cuatro horas en Singapur- sirvió para firmar una declaración conjunta con la que pretendían "dejar atrás el pasado" y "lograr un gran cambio". El proceso de desnuclearización de Corea del Norte, prometió Washington, debía empezar "muy rápido", gracias al nuevo clima de entendimiento generado con Pyongyang, con piropos cruzados por ambas partes. Un poco vago, todo.
Ahora, este miércoles y este jueves, el encuentro se reedita en Hanoi (Vietnam), y las expectativas se disparan. ¿Puede salir, esta vez sí, un acuerdo de paz entre los dos adversarios? ¿Habrá motivos para que Trump se lleve por esta distensión el Nobel de la Paz, tal y como ha pedido para él Japón? ¿O sólo servirá para la foto?
Por el momento, todo son buenas palabras. En la víspera de su salida hacia Vietnam, Trump dijo que creía que Kim Jong-un y él estaban en sintonía y que habían desarrollado "una relación muy, muy buena" en estos meses. El republicano no ha lanzado las campanas al vuelo y afirma que por ahora está feliz si Corea del Norte sigue como hasta ahora, sin hacer pruebas nucleares. "No tengo prisa. No quiero apresurar a nadie", dijo Trump, tras señalar en Twitter que todo depende de que "el presidente Kim tome una sabia decisión" en la nueva cumbre.
Desde hace días, el hombre clave estadounidense sobre Corea del Norte, Stephen Biegun, y su contraparte asiático, Kim Hyok Chol, mantienen conversaciones técnicas ya en suelo vietnamita, para allanar el camino de sus líderes, con el desarme atómico como eje de todos sus debates.
"[La cumbre entre Trump y Kim] será una oportunidad importante para hacer avances respecto a los compromisos de la cumbre [del pasado junio en] Singapur, sobre transformar las relaciones, construir una paz duradera y lograr la desnuclearización completa", escribió Pompeo en su cuenta de Twitter al llegar a Vietnam.
Kim llegó a Hanoi tras hacerse 4.000 kilómetros en tren, un viaje de más de 60 horas. Todo está bajo la lupa. ¿Es porque tiene miedo a volar, como su padre? No lo parece, ya que a Singapur fue en un avión Boeing 747 de Air China. Quizá ahora, dice The New York Times, ha tratado de desmarcarse de la tutela china y no quiere foto con esa bandera. Un mínimo gesto de independencia. Trump ha sido clásico: ha volado en su Air Force One.
No hay agenda conjunta hasta el miércoles por la tarde, cuando Trump y Kim "se saludarán brevemente a solas" antes de iniciar una cena de trabajo, según ha avanzado la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders. A la cena asistirán, por la parte estadounidense, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el jefe de gabinete en funciones de la Casa Blanca, Mick Mulvaney; mientras que Kim estará acompañado por otros dos funcionarios norcoreanos, entre los que se rumorea que estará el responsable de la inteligencia del país, Kim Yong-chol.
Se espera que el grueso de las reuniones de la cumbre tengan lugar el jueves, aunque todavía se desconocen los detalles de la agenda de esa jornada.
Los analistas internacionales oscilan en sus tribunas entre dos posibilidades básicas: que apenas se profundice en lo hablado hace ocho meses pero al menos eso quede afianzado y Corea del Norte no tenga tentaciones de ampliar su programa armamentístico, o que se dé un paso más, hacia la firma de la paz.
Hay un escenario que no se contempla, a priori: el del colapso total, el fracaso. Es muy "improbable", porque "Trump y Kim están muy involucrados en la reunión", en palabras de Viping Narang, profesor asociado del Instituto de Tecnología de Massachusetts, en declaraciones a AFP.
Luego está la opción día de la marmota, que todo se repita, palabra arriba, palabra abajo. Lo que para Kim puede ser bueno, mantener el statu quo y no comprometerse a mucho más, para Trump puede ser una derrota, síntoma de debilidad. "Lo que sería un fracaso es otra declaración vaga sobre las intenciones con muy poca acción concreta que cada parte esté comprometida a tomar", añade Jung Pak, exanalista de la CIA que ahora es miembro principal de Brookings Institution.
"Hay una paradoja: para que la cumbre sea útil para los norcoreanos, las reuniones a nivel técnico deben ser lo más vagas y extensas posible (...) pero para que la cumbre sea útil para Estados Unidos, las reuniones a nivel de trabajo deben entregar algo concreto", abunda Narang, quien insiste en que si no llegan nuevas restricciones para el régimen norcoreano darán por buena la cita.
Hay una rama de halcones en Washington, liderada por el seguridad nacional de Trump, John Bolton, que podría presionar para que terminen con las conversaciones y concentrarse en la presión contra Kim. Bolton, antes de la cumbre de Singapur, enfadó a a Pyongyang al declarar que EEUU quería seguir con Corea del Norte "el modelo de Libia", en referencia al acuerdo que Washington firmó en 2003 con Trípoli para erradicar las armas libias de destrucción masiva.
Abraham Denmark, director del programa para Asia en el Centro Internacional de Académicos Woodrow Wilson, expresa a la citada agencia su temor de que Trump pueda declarar el final formal a la Guerra de Corea de 1950-53, que se cerró solo con un armisticio, sin una acción significativa de Pyongyang. Sostiene que "un fracaso sería que Estados Unidos dé más de lo que recibe". "Declarar el fin de la guerra es una concesión importante y no debe hacerse a la ligera", añadió Denmark, temiendo un efecto en la dinámica entre las dos Coreas.
Otro gran temor se llevaría Corea del Sur y Japón pues, si Trump alcanza un acuerdo que solo restrinja los misiles intercontinentales -los que pueden alcanzar Estados Unidos-, no habría restricción a los misiles de corto alcance que amenazan a estos dos países.
El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, ha hablado en repetidas ocasiones de la cumbre de Corea del Norte como una forma de proteger a los estadounidenses, sin mencionar una preocupación por los países vecinos, lo que aumenta también las preocupaciones en la región.
El mejor resultado, histórico, a nivel internacional sería un acuerdo verificable, paso a paso, en el que Corea del Norte se comprometa a terminar su programa nuclear más allá de las promesas verbales. Las concesiones norcoreanas con las que Estados Unidos podría cantar victoria incluyen la suspensión de todos los misiles y sitios nucleares del régimen y la destrucción de algunos de ellos, abunda el profesor Denmark.
Para Narang, la destrucción del complejo Yongbyon, el principal centro nuclear de Corea del Norte, sería un paso importante, pero la clave para Washington serían las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU (IAEA) para verificar que Corea del Norte se está deshaciendo de sus armas nucleares.
A cambio, Washington podría comprometerse a abrir una oficina de enlace en Pyongyang, un paso hacia el restablecimiento de relaciones diplomáticas plenas, o declarar el final de la guerra. Para Kim, el objetivo más urgente y deseable es el levantamiento de las sanciones internacionales, que han frenado sus esperanzas de desarrollo económico.
Estados Unidos ha insistido hasta ahora en que no proporcionará ayuda hasta conseguir la desnuclearización. Pero Biegun sugirió recientemente: "No dijimos que no haremos nada hasta que ustedes lo hagan todo".