La desasosegante reflexión de Pepa Bueno tras la victoria de Bolsonaro en Brasil

Jair Bolsonaro será el nuevo presidente de Brasil. Ha ganado con holgura las elecciones con el 55% de los votos frente al 45% de su rival Fernando Hadad. La ultraderecha se hace con el poder en la mayor democracia de Latinoamérica, el quinto país más poblado del mundo y la novena economía del planeta. Hace una semana Bolsonaro prometía a los suyos expulsar a los rojos del país, obligarlos a irse o meterlos en la cárcel. Esta noche prometía respetar la democracia.

También lo dice Trump, que él respeta la democracia y también cuando ganó en Estados Unidos se decía que se moderaría con el ejercicio del poder. No ha pasado y hemos visto en qué consiste para él la democracia: en ignorar a las minorías, insultar a sus críticos, encerrar a su país y utilizar las redes sociales para difundir falsedades. En sembrar, en definitiva, el odio con las consecuencias violentas que vemos estos días.

Bolsonaro responde milimétricamente al nuevo patrón: líderes ultras que llegan al poder no mediante golpes de estado sino a través de las urnas. Y la experiencia nos dice hasta ahora que, desde ahí, socavan las instituciones y socavan la democracia. Así está siendo en Estados Unidos, en Italia, en Polonia, en Hungría. América se queda ahora engullida en un sandwich: por el norte Trump, por el sur Bolsonaro. Y al otro lado del Atlántico el incierto Reino Unido del Brexit y una Europa dividida.

Dicen los optimistas que todavía es posible resistir.