La fractura entre ERC y JxCAT deja al independentismo sin mayoría en el Parlament
La cámara catalana rechaza reprobar al Rey y el derecho de autodeterminación de Cataluña.
La ruptura en el independentismo se ha consumado después de varios conatos durante la semana pasada. El Govern, cada vez más tocado, queda en una situación de absoluta incertidumbre y ha perdido diversas votaciones este martes. De poco ha servido la "conjura para la unidad" que escenificaron el pasado viernes el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y el vicepresidente, Pere Aragonès. El independentismo ha perdido la mayoría parlamentaria y ha visto como la cámara catalana rechazaba reprobar al Rey o el derecho de autodeterminación de Cataluña.
El independentismo tiene cuatro votos menos en el Parlament desde este martes. Los votos de Carles Puigdemont, Jordi Turull, Jordi Sànchez y Josep Rull no se contabilizan tras el portazo de ERC a las pretensiones de JxCAT, que se ha negado a designar de manera efectiva un sustituto para estos diputados suspendidos. Los republicanos han votado junto al PSC en la Mesa y han dejado sin efecto esos cuatro votos, siguiendo las recomendaciones de los letrados del Parlament.
Los cuatro diputados suspendidos han hecho público una carta, escrita a mano y firmada desde Waterloo y la cárcel de Lledoners, donde aseguran que "asumirán la decisión" y sus derechos "dejarán de ser contabilizados".
El resultado es que el independentismo ya no tiene la mayoría absoluta en el hemiciclo. El bloque secesionista (JxCAT, ERC y CUP) suma ahora 65 diputados, los mismos que el bloque formado por C's, PSC, Comuns y PP. La mayoría absoluta está en 68 escaños. Con este nuevo escenario, el independentismo ha perdido este martes hasta seis votaciones de propuestas de resolución impulsadas por los partidos en el Govern.
La batalla soterrada
Tanto ERC como JxCAT han tratado de evitar los reproches durante sus discursos en la cámara y se han centrado en criticar la "injerencia judicial" que sufren en el Parlament así como la "situación de excepcionalidad". También las críticas en privado han sido mucho más moderadas este martes que las de la semana pasada.
La portavoz del Govern, Elsa Artadi, también ha tratado de tranquilizar la situación al mediodía asegurando que las discrepancias entre los grupos "no tienen ningún motivo para afectar al Govern". Las caras de los consellers en el hemiciclo, sin embargo, no indicaban demasiado optimismo.
A pesar de las buenas palabras, resulta ya difícil de esconder la batalla entre ERC y JxCAT para liderar el independentismo. JxCAT ha preferido perder las votaciones en la cámara y señalar a ERC antes que admitir que sus diputados necesitan un sustituto, tras haber basado toda su campaña electoral en la restitución del Govern y en el regreso de Puigdemont. Más pronto que tarde habrá comicios en Cataluña –el Govern tendrá muchas dificultades para tirar adelante cualquier votación– y la pugna soterrada entre ambos partidos se libra pensando ya en esas elecciones.
Desde ERC consideran que en JxCAT hay una conjura para quemar al president del Parlament, Roger Torrent, una de las pocas caras visibles de ERC tras la huida de Marta Rovira y el encarcelamiento de Oriol Junqueras. El partido está en fase de reconstrucción y quieren evitar más inhabilitaciones de los líderes actuales.
Por eso Torrent se negó a desobedecer al Tribunal Constitucional el pasado 30 de enero y suspendió el pleno de investidura en el que se iba a investir a Carles Puigdemont a distancia. Los republicanos creen que en JxCAT se la tienen jurada desde esa fecha y tratan de dejar en evidencia tanto a Torrent como a ERC, forzando situaciones como la ocurrida este martes en el Parlament.
Nadie sabe cómo el Govern pretende tirar adelante a partir de ahora las votaciones en el Parlament. Hasta la fecha no se ha aprobado ni una sola ley durante la legislatura y, con el nuevo repartimiento de escaños, todavía será más complicado.