Las políticas republicanas lo pasan mal en la era de Donald Trump
Les resulta difícil justificarle, ganar primarias y vivir la ola de feminismo actual.
Las políticas republicanas no lo están pasando bien durante la presidencia de Donald Trump. La ola de feminismo que inunda el mundo tampoco las ha favorecido. Muchos medios progresistas de EEUU apuntan que es su culpa pero los expertos ven, además de causas coyunturales, otras estructurales.
Varias políticas republicanas con décadas de experiencia a cuestas han sufrido las consecuencias de haberse opuesto a Trump cuando aún era candidato. Es el caso de Martha Roby, representante por Alabama, que dijo en 2016: "No puedo mirar a la cara a mis hijos... y justificar el voto para un hombre que promueve y presume de acosar sexualmente a las mujeres".
La republicana cambió el mensaje al proclamarse candidato el magnate y al empezar a notar lo poco que gustaron sus palabras entre sus votantes, en su mayoría blancos sureños que adoran a Trump. Ha salvado por los pelos unas primarias que casi la dejan en el olvido.
Roby es una de las decenas de políticas republicanas que ha entrevistado Politicoy que se encuentran con el mismo problema: criticar a Trump cabrea a muchos votantes que necesitan para ser reelegidas pero no alzar la voz les resta votos de un nicho también clave, las mujeres escépticas hacia el magnate.
"Las bases están con Donald Trump, él no puede equivocarse en nada... Lo tenemos encima como un albatros, alrededor del cuello. ¡Uf! Es un lío para las candidatas", asegura Ilena Ros-Lehtinen, una congresista republicana que se retira en 2018 como representante de Florida y que considera a las mujeres en su partido "una especie en peligro".
Cuando los medios o los ciudadanos intentan que se pronuncien sobre las políticas en muchos casos machistas de Trump, la mayoría de sus compañeras de partido utiliza dos estrategias: hablan de "resultados" y se centran en su experiencia personal con él y en los puntos en los que concuerdan.
La ola feminista las deja atrás pero ¿es culpa suya?
Las republicanas han tenido que hacer frente también a lo que perciben como desprecio y ataques a las mujeres conservadoras, ante el auge del feminismo, que las considera enemigas.
"Si no estás de acuerdo con muchos izquierdistas al 100%, eres 'antimujeres'. Como soy republicana, es como si me descartaran o como si mi trabajo por las mujeres no contara", se queja Cathy McMorris, representante de Washington, que asegura que las empresarias que la apoyan han sufrido boicots.
Los medios conservadores también acusan a los progresistas de haber montado una "guerra contra las republicanas", que son "humilladas", "acosadas" e "insultadas".
Los progresistas consideran que es culpa de las propias republicanas, por formar parte de un partido con ideales que se desentienden de las mujeres, y por apoyar políticamente a un hombre con el historial machista de Trump, uno de los principales detonantes de la nueva ola de empoderamiento femenino.
Algunos van más lejos y apuntan que las conservadoras siempre se han beneficiado de las conquistas para las mujeres que pelean y luchan las progresistas.
La propia ideología conservadora, que se ha exacerbado en la última década en el Partido Republicano, y cuyo último exponente es el propio Trump, provoca que las mismas republicanas se limiten si tienen o quieren tener hijos.
"(La política) les quitaría tiempo de lo que honestamente creen que es su trabajo más importante. Y cuando los niños han crecido, 'madre y ama de casa' no es el mejor currículum para presentarse", apunta a la web especializada FiveThirtyEight Liz Mair, estratega republicana.
Un año récord de candidatas que se presenta peor para las conservadoras
El Partido Republicano cuenta con menos votantes mujeres y candidatas, y éstas tienen peores posibilidades de éxito político, según datos de David Hopkins, experto en ciencias políticas de la Universidad de Boston: "Actualmente, las mujeres profesionales con estudios universitarios (características que suelen tener casi todos los candidatos) es más probable que sean demócratas. Y el Partido Demócrata contiene grupos de interés femenino que les proveen de candidatas".
En un año con récord de candidatas a las dos Cámaras de EEUU en ambos partidos (231 progresistas y 78 conservadoras), las perspectivas de las políticas republicanas son bastante menos brillantes que las de sus homólogas a la izquierda.
Quizá por eso, mientras que un tercio de los candidatos demócratas a las dos Cámaras son mujeres, sólo un 12% de los republicanos no son varones. "Las cosas han cambiado pero, para las republicanas, los números se han mantenido tristemente igual de bajos", apunta Ros-Lehtinen.
Los conservadores prefieren votar a hombres
Esto refleja el otro gran problema al que se enfrentan: sus votantes prefieren candidatos varones, algo que no debería resultar extraño teniendo en cuenta que son conservadores, es decir, partidarios de la tradición, que no ha relegado el mejor y más relevante de los roles a las mujeres.
Como ejemplo, los resultados de una encuesta realizada por la CNN: ante la pregunta de si EEUU estaría mejor o peor si gobernaran más mujeres, un 36% de los republicanos dijo que mejor pero un 21% consideró que estaría peor. Un 28% creyó que igual.
Más de la mitad del electorado demócrata son mujeres; principalmente afroamericanas y latinas, ya que las mujeres blancas forman parte de la base sólida del Partido Republicano desde hace 30 años, aunque con una ligera tendencia a la baja.
"El republicanismo de un electorado sigue prediciendo que habrá menos legisladoras, lo que sugiere que el propio partido, y la ideología cada vez más conservadora que abraza, se ha convertido en la mayor barrera para la representación femenina", apunta Laurel Elder, de la Universidad Hartwick y autor de la antología Las Mujeres de la Derecha.
Algunas adoptan títulos masculinos para no llamar la atención sobre su sexo
"Para muchos hombres es un desafío. Se sentían cómodos enviando a una mujer al Congreso durante años pero no a la hora de sentarla en la silla del gobernador", denuncia en Politico Kristi Noam, candidata a ese puesto en Dakota del Sur, estado que ella define como "un club de amiguetes".
Por eso muchas de ellas exigen que se dirijan a ellas como "congresista" (congressman, literalmente "hombre del Congreso", y no congresswoman, "mujer del Congreso"), como es el caso de Marsha Blackburn (Tennessee), o "presidente" en lugar de "presidenta", como pidió su colega Diane Black.
El propósito de darse un título masculino es invisibilizar su género para no incomodar a sus votantes. Otras, como McMorris, resaltan su papel de madres para que se identifiquen con ella "como persona".
Los medios auguran un torbellino de mujeres demócratas elegidas en las elecciones legislativas que se celebran en noviembre en EEUU. ¿Conseguirán sus compañeras conservadoras seguir su estela?