Muere uno de los buzos que intentaba rescatar a los niños atrapados en Tailandia
Es un duro golpe para los socorristas, que insisten en lo complicado del rescate
Un buzo tailandés ha muerto este viernes tras haber ayudado a los niños atrapados desde hace trece días en una cueva inundada del norte del país, un golpe duro para los socorristas.
"Tras haber entregado una reserva de oxígeno, a su vuelta, no tuvo suficiente oxígeno", ha anunciado el vicepresdiente de la provincia de Chiang Rai, Passakorn Boonyaluck.
Este exmiembro de los comandos de la Marina tailandesa "perdió el conocimiento en el camino de vuelta, su compañero de buceo intentó ayudarle y llevarlo", ha precisado el jefe de los comandos de la Marina, Apakorn Yookongkaew. "Aunque hayamos perdido a un hombre, seguimos teniendo fe en nuestra misión", aseguró, con la voz temblorosa, el viernes por la mañana.
La tragedia recuerda la dificultad del camino que hay que recorrer, bajo el agua, hasta llegar a los doce niños y su entrenador de fútbol, bloqueados en esta cueva inundada.
Los socorristas trataban el viernes de avanzar al máximo en sus preparativos de evacuación antes de que retorne la lluvia esta semana, según indican todas las previsiones meteorológicas. Esperan poder, con ayuda de bombas, que el nivel del agua baje a tiempo lo suficiente como para que los niños puedan salir de allí sin tener que bucear o haciéndolo en momentos contados.
La difícil operación de rescate
De momento, un buzo experimentado necesita 11 horas para hacer un viaje de ida y vuelta hasta donde están los niños: seis de ida y cinco de vuelta gracias a la corriente. El recorrido es de varios kilómetros e incluye pasos angostos y tramos bajo el agua.
Pero los socorristas evitan pronunciarse a favor de una evacuación de los niños buceando. "Seguimos considerando varias opciones", ha declarado el general Chalongchai Caiyakam.
Por ahora, los socorristas dicen que prefieren esperar a que baje el agua, excepto para suministrarles víveres durante semanas: esto permitiría a los niños salir a pie por la galería, con una parte mínima de tramos submarinos que se tengan que recorrer con máscaras.
Es la opción privilegiada por los socorristas, que pusieron en marcha un sistema de bombeo, asistidos por ingenieros japoneses, que ya ha sacado de la cueva de 10 km de largo el equivalente de más de 50 piscinas olímpicas.
La amenaza de la lluvia
Las autoridades pretenden evitar un plan de emergencia que incluya una salida precipitada. La muerte de este buzo ha supuesto un golpe duro para la moral de los cientos de socorristas movilizados, muchos de ellos extranjeros, australianos o británicos.
Pero si con las lluvias anunciadas para el viernes el nivel de agua vuelve a subir, quizá no tengan elección.
Fue a causa del monzón que los niños se quedaron bloqueados en la cueva el 23 de junio, tras haber decidido, por una razón que todavía no está clara, visitarla después de su entrenamiento de fútbol, con el entrenador, de 25 años.
Mientras, los rescatistas siguen buscando una vía de entrada desde la cumbre de la montaña que esté conectada o sea fácil conectarla con una perforadora, con la parte de la cueva donde están los niños.
El viernes debían pasar por allí con un detector de movimiento para intentar determinar la localización exacta de los niños desde el exterior.