¿Pero de verdad están los migrantes 'invadiendo' Italia? NO
El nuevo gobierno racista habla de "bomba social" que consume los bienes del país, pero ese relato no se corresponde con la realidad.
El cuento de que los inmigrantes están invadiendo Italia es falso. Por mucho que lo repita el ministro del Interior del actual gobierno racista, Matteo Salvini, los extranjeros que llegan al país escapando de situaciones límite o buscando una vida mejor no se están pegando "la buena vida" ni arriban "en olas masivas". Lo cierto es que contribuyen a la riqueza nacional en niveles altísimos -les están salvando las pensiones, por ejemplo- y cada vez llegan en menor número, como evidencian los datos de Naciones Unidas. Que ahora se nieguen a aceptar un barco como el Aquarius, con 600 personas a bordo, es una afrenta inhumana sin base, levantada sobre el pensamiento xenófobo que defiende La Liga y el miedo de los ciudadanos, un 36% de los cuales cree que la inmigración es el principal problema del país.
Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), dependiente de la ONU, 33.400 migrantes y refugiados han ingresado a Europa por vía marítima entre el 1 de enero y el 6 de junio de este año. Hasta ahora en este mes se han registrado 1.190 llegadas a Italia, Grecia y España, y la mayor parte de las mismas se dieron en España (47% de todas las llegadas a Europa), no en Italia. En nuestro país, tras años de descenso de llegada de embarcaciones, la situación se asemeja ahora a la de hace diez años. Las 33.400 llegadas desde primeros de año es notablemente menor respecto a las las 73.078 a la región en el mismo período el año pasado. Es decir, han bajado un 55% en apenas un año.
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Flavio Di Giacomo, el portavoz de la OIM en Italia, ha explicado que "los 13.808 migrantes que están registrados como llegados por vía marítima al país este año representan un porcentaje del 77.44% menos que el informado el año pasado en el mismo período, cuando 61.201 migrantes y refugiados irregulares llegaron a Italia, y una disminución del 80% respecto de los 70.222 llegados a esta fecha en 2016". "Las llegadas a Italia en mayo está apenas por encima de un sexto en comparación con el volumen de mayo del año pasado, y en un quinto en relación al volumen de mayo de 2016", abunda. La mayoría, este año, son tunecinos y eritreos. Las muertes también han bajado: de 1.668 ahogados en la ruta central del Mediterráneo, camino de Italia, del 1 de enero al 6 de junio del pasado año, a 500.
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Se pueden comparar con los datos de España, donde las principales ONG reclaman más atención para los migrantes que llegan desesperados a nuestras aguas y costas, pero donde no se ha levantado -porque es falsa- la alerta social que vemos en Italia. La portavoz de la OIM para nuestro país, Ana Dodevska, informa de que a 6 de junio, 8.309 migrantes han llegado a través de la ruta española o ruta oeste del Mediterráneo, con 240 muertos. "En junio, con un número de llegadas por vía marítima mayor que en 2015 (414) pero más bajo que en 2016 (715) y 2017 (2.352), la cifra de llegadas por mar a España por año ha estado creciendo constantemente desde 2015", indica.
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El bloqueo que la Unión Europea hizo de la ruta oriental, alcanzando un acuerdo con Turquía que impedía la entrada en territorio comunitario de los inmigrantes y refugiados que venían de Siria o Irán, ha llevado a que se opte por rutas más complicadas y largas, como la del norte de África hacia Italia y España. Para atajar el problema, la UE ha firmado acuerdos con países de tránsito como Libia, reforzando la vigilancia e impidiendo que partan los barcos, una visión más policial que humanitaria.
Italia ha tenido un papel esencial en el diseño de estos acuerdos, como país afectado. De hecho, es el primer receptor de ayudas de Bruselas del paquete de 600 millones de euros directos anuales al respecto, siendo como es una economía rica, la tercera de la zona euro. No es lo mismo que la Grecia de 2015, con la crisis de refugiados en su territorio y el rescate en marcha.
Italia desembolsó más de 4.200 millones de euros en 2017 para atender el flujo de inmigrantes ilegales vía mar, según AFP. Un 18% fue destinado para el rescate en el mar, el 13% para asistencia médica y 65% restante para instalar a los que solicitan asilo. A finales de enero, residían en estructuras privadas de la península 182.000 inmigrantes, repartidos en el 40% de las municipalidades, a las cuales el Estado compensa con 35 euros por persona y por día.
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Dan más, mucho más
Según el Instituto Italiano de Estadística (Istat), los extranjeros con documentos que residen en Italia son cinco millones sobre una población de 60,5 millones de habitantes, el 8%, por debajo de Francia (11,2%) o Reino Unido (13%), por ejemplo. La mayoría son rumanos (23%) seguidos por albaneses (9%) y marroquíes (8%). Trabajan en pequeños negocios, en el sector servicios o como empleados domésticos, en la agricultura y la construcción, puestos que los italianos no tienen mucho interés en ocupar, básicamente. La "bomba social" que consume los bienes del país, como la llama los críticos, no es tal.
Estos trabajadores aportan unos 8.000 millones de euros a la seguridad social nacional y reciben, en cambio, unos 3.000, según el organismo que gestiona las pensiones, el INPS. La razón: muchos son relativamente jóvenes y tienen mucha vida por delante para pagar impuestos y cotizar.
En los últimos cuatro años han llegado 690.000 extranjeros, en su mayoría provenientes de África subsahariana. Buena parte de ellos, unos 500.000, según las estimaciones, son indocumentados, una cifra que la Liga berlusconiana eleva a 630.000. Como afina el European Council on Foreign Relations, esa cifra no es la de inmigrantes en el país, "sino el número de llegadas entre 2014 y 2017, muchos de los cuales pueden haber abandonado Italia para llegar a otros países europeos".
De ellos, hay un 5% de solicitantes de asilo a los que se ha otorgado ya el estatus de refugiado. La ultraderecha mezcla los datos y dice que esas son las únicas personas que podrán quedarse legalmente. "Pero eso no significa que el otro 95% sea ilegal. Alrededor del 35% han sido aceptados bajo la protección subsidiaria y humanitaria y tienen todo el derecho de estar en Italia. Es engañoso y peligroso representarlos como inmigrantes ilegales", indica en un análisis el especialista Stefano M. Torelli.
El ECFR recuerda, a quienes defiendan las repatriaciones como vía de solución, que "Italia ha podido repatriar a menos de 20.000 personas por año", por dos razones: no hay muchos acuerdos bilaterales con los países de origen ni hay dinero, toda vez que el viaje de vuelta al país más cercano a la bota, Túnez, es de 3.833 euros por persona. Es "imposible" devolverlos a todos, resume.
Pero es que, además, no puede ni debe, porque Italia tiene la obligación de tramitar la solicitud de asilo de quien lo solicite, conforme al derecho internacional humanitario. El problema al que se enfrentan estos refugiados es que el Estado italiano se demora un promedio de dos años para estudiar una solicitud, un tiempo en el que el solicitante se desespera y el local desconfía. Por ley los inmigrantes no pueden trabajar durante ese tiempo y sólo en algunas localidades se han tratado de montar actividades o talleres que llenen su tiempo y les ayuden a integrarse. Amnistía Internacional, de hecho, ha alertado en estos años del "clima de odio" creciente entre los italianos.