Las claves de la cumbre histórica entre las dos Coreas
Los líderes de Seúl y Pyongyang se citan en el Sur y el mundo se esperanza ante un posible proceso de desnuclearización del Norte.
Dicen los libros de historia que las dos Coreas, la del Norte y la del Sur, están técnicamente en guerra, que en 1953 sólo acordaron un alto el fuego. Tan frágil, tan inestable, que llevamos 65 años con el corazón encogido. Dicen los titulares de prensa, más recientes, que el ruido de sables se ha trocado en ruido de misiles con carga nuclear, de ahí que el miedo se haya disparado. Pero tras una de las peores escaladas de las últimas décadas -dialéctica pero, también, de ejercicios militares-, estamos en una nueva etapa de distensión. Y este viernes, al fin, es el momento de demostrarlo.
Las dos Coreas celebran este 27 de abril una cumbre que tendrá lugar en su militarizada frontera, un encuentro planificado al milímetro y que tiene como meta alcanzar un acuerdo sobre la desnuclearización del vecino del norte. ¿Y si van más allá y se pacta un acuerdo de paz? Todo son expectativas e ilusiones ante esta cita histórica. Estas son las claves para entender su importancia.
La puesta en escena
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, se va a reunir con el presidente del Sur, Moon Jae-in, en un encuentro que será retransmitido por televisión, algo insólito. Hasta ahora, nunca se ha visto a Kim, mandatario de un país conocido por su opacidad, en una situación tan expuesta. Por ejemplo, el pasado marzo viajó por sorpresa a China y allí se entrevistó con el presidente, Xi Jinping, pero sus conversaciones fueron secretas y no se supo nada hasta que todo estaba pasado. Ahora no. Ahora el mundo podrá mirar.
Según informa la agencia EFE, la tan esperada jornada arrancará a las 9.30 hora local surcoreana (la una y media de la mañana en la España peninsular). Entonces, el líder norcoreano cruzará a pie la línea de demarcación militar que divide los dos países. "Es un gesto trascendental, puesto que será el primer miembro de la dinastía Kim que técnicamente pisa suelo del Sur desde el final de la Guerra de Corea (1950-1953)", sostiene. No es la primera reunión de líderes de ambas Coreas desde la contienda en la península, pero sí la primera vez que un líder del norte cruza al sur: el padre de Kim, Kim Jong-il, se reunió con los presidentes del Sur en dos ocasiones, primero con Kim Dae-jung en 2000 y luego con Roh Moo-hyun, en 2007, pero ambos encuentros se celebraron en Pyongyang, capital del norte.
En la línea de separación estará esperándole Moon Jae-in y ambos serán escoltados por una guarnición de honor hasta la llamada "Casa de la Paz", el pabellón donde se celebrará la cumbre en el lado surcoreano de esa parte de la frontera. Cruzada la frontera, habrá dos reuniones, una por la mañana y otra por la tarde. Ha trascendido que los dos líderes no van a comer juntos, pero que en las salas de la Casa de la Paz se han elegido con cuidado los platos y los cuadros que decoran el espacio, con referencias a los principales símbolos comunes o personajes que han jugado un papel histórico en el acercamiento intercoreano.
Tras el almuerzo, plantarán un árbol junto a un camino que en su día utilizó el fundador del grupo Hyundai, Chung Ju-young (que era norcoreano de nacimiento), para visitar su pueblo natal y donar un millar de reses a Corea del Norte cuando el país trataba de superar la durísima hambruna de los años 90, informa la BBC. EFE añade que la tierra empleada para abonar el pino procede de los volcanes Halla y Paektu, los picos más altos y venerados en Sur y Norte, y el agua usada para regarlo procederá del Han y el Taedong, los ríos que bañan respectivamente Seúl y Pyongyang.
Para seguirlo todo, se ha montado un centro de prensa en la localidad de Goyang, situado a 26 kilómetros del campamento fronterizo donde se celebra la cumbre. Este recinto de 10.000 metros cuadrados acoge a casi 3.000 periodistas procedentes de 41 países diferentes.
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El cambio
"Hace un año solo se hablaba de una posible guerra en la península, y ahora estamos ante una cumbre para tratar la desnuclearización y la paz permanente", destaca el investigador Cho Seong-ryoul, del Instituto surcoreano de Estrategia de Seguridad, quien confía en que la cumbre "sea el inicio de una serie de reuniones regulares" entre Kim y Moon. "El año pasado fue uno de los más peligrosos de las últimas décadas. Mucha gente subestima lo cerca que estuvo de estallar una guerra en Corea", señala en la misma línea Andrei Lankov, profesor de Estudios Coreanos de la Universidad Kookmin en Seúl. Ambos expertos han sido citados por EFE.
Los observadores coinciden en que este cambio radical ha sido posible por una "conjunción de factores" que incluye la voluntad de supervivencia del régimen norcoreano y los "papeles complementarios" que han desempeñado los líderes del Norte y del Sur, así como la relajación de la tensión con Washington y la posibilidad de encuentros en altas esferas.
El contenido
Lo más importante es lo que se va a tratar en esa mesa ovalada, elegida para reducir entre los participantes "la distancia psicológica" entre las delegaciones y que en su parte central mide 2.018 milímetros de ancho, para simbolizar el año de la histórica cita. Según están filtrando los respectivos equipos, se firmará un acuerdo tras la última reunión y se realizará un anuncio. Su formato dependerá enteramente del "contenido de dicho texto", según ha explicado este jueves la oficina presidencial surcoreana. Así que todo son preguntas: ¿comparecerán juntos los dos líderes? ¿Leerán una declaración conjunta o la harán pública, sin más? ¿Se expondrán a las preguntas de los informadores, sobre todo Kim, considerado uno de los principales depredadores mundiales de la libertad de prensa?
Mario Esteban, investigador principal para Asia-Pacífico en el Real Instituto Elcano, ha colgado un vídeo en Twitter en el que expone las grandes cuestiones en juego en esta cumbre, desde el empleo del lenguaje a las precisiones que deben incluir los acuerdos para ser verdaderamente trascendentes.
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La cumbre, primera entre los dos estados en 11 años, no sólo busca la distensión entre vecinos, sino preparar la del norte con Estados Unidos. Kim y el presidente norteamericano, Donald Trump, se han comprometido a mantener en mayo o en junio un encuentro bilateral que debe rebajar la tensión de los últimos meses.
La desnuclearización, central
La desnuclearización de Corea del Norte será una de las cuestiones más importantes que se pongan encima de la mesa. Desde el año 2006, Pyongyang ha llevado a cabo seis pruebas nucleares. La última y más potente tuvo lugar el pasado septiembre y fue el test que permitió a Kim afirmar que había "completado sus objetivos" en materia de armas atómicas. Estados Unidos y Corea del Sur lanzaron como respuesta su mayor ejercicio aéreo conjunto y comenzaron a mover tropas, en un intento de mostrar las garras para prevenir al adversario.
El pasado mes, en China, Kim Jong-un se comprometió abiertamente a la desnuclearización de su país. El portal especializado en Corea del Norte 38northpublicó a principios de abril que ya podría haber detenido las operaciones de su único reactor atómico. Y de seguido se supo que el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, viajó a finales de marzo a Corea del Norte para reunirse con su líder, una noticia que confirmó en Twitter el propio Trump y que dejaba un mensaje claro: "¡La desnuclearización será algo grande para el mundo!". Por ahí van los tiros.
Sin embargo, entre los expertos hay división de opiniones sobre los logros reales que se puedan consegur en esta cumbre del viernes. Puede haber diversos grados de compromiso: uno simbólico, de no avanzar más en este programa armamentístico ni hacer más pruebas; otro más profundo, de cerrar centros de investigación y lanzaderas, y el final, máximo, que nadie aguarda, de acabar con todo su plan atómico.
La incógnita es grande, porque ni se sabe realmente el potencial que guarda Pyongyang, y porque la volatilidad de la zona y del carácter de Kim lo complican todo. Lo más realista es que se logre un compromiso de palabra para ir empezando. El norte ya ha demostrado que, con lo que tiene, puede enervar al mundo. Ahora, pues, no es el momento para hablar tanto de una desnuclearización completa, verificable e irreversible, como reclama la línea más dura de la Administración Trump, sino de mantener el movimiento iniciado para lograr esa meta a largo plazo.
Como moneda de cambio, afirma la prensa surcoreana, el presidente Moon ha hecho mención al complejo Kaesong, un inusual punto de cooperación entre las Coreas donde son empleados miles de trabajadores norcoreanos por fábricas surcoreanas. El recinto fue cerrado en 2016 bajo el argumento de que el Norte se estaba apropiando del sueldo que se le daba a los empleados norcoreanos para invertirlo en su programa nuclear. Moon ha dicho ahora que está dispuesto a reabrirlo si se produce algún paso concreto hacia la desnuclearización.
Entre las concesiones que Pyongyang podría obtener a cambio figuran una relajación de las sanciones internacionales que pesan sobre el régimen, impuestas incluso por la ONU, la reanudación de la cooperación económica con el Sur o una reducción de las maniobras militares de Seúl y Washington, aunque hay numerosos diplomáticos occidentales que se muestran reacios a abrir la mano con el norte, tras sus amenazas de los últimos meses. Por ejemplo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se ha mostrado partidario de "mantener la presión" a Corea del Norte y las sanciones implementadas por la ONU por su programa de ensayos nucleares hasta que no se produzcan "cambios concretos en las acciones" de Pyongyang.
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¿Y si van más allá?
Seúl -la única de las dos partes que da algunos detalles de lo por venir- ha mostrado esperanzas, además, en la posibilidad de establecer una paz permanente entre ambas Coreas. El conflicto que libraron acabó en 1953 con un alto el fuego, pero no un acuerdo de paz formal. De ahí que se busque un texto final que finiquite la contienda, al fin.
El presidente surcoreano ha considerado que "se debe buscar" un acuerdo de paz entre las Coreas para poner fin al conflicto que comenzó en 1950. El armisticio que puso fin a la contienda fue firmado por Corea del Norte, sus aliados chinos en la guerra y el mando de la ONU encabezado por Estados Unidos -que apoyó al Sur, dando inicio a décadas de apoyo claro a unos y enemistad clara con otros-.
Lo habitual es que cuando se llega a un acuerdo formal, todas las partes implicadas en el conflicto participen en el final, pero en este caso se baraja la posibilidad de que se produzca un pacto intercoreano, exclusivamente, sin intervención china o norteamericana.
En la parte práctica, se podría llegar a un acuerdo de menor calado pero altamente simbólico sobre los encuentros entre familias coreanas separadas por el conflicto, que llevan suspendidos desde el 2015 y que ahora podrían retomarse.
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La antesala de la reunión con Trump
Seúl y Washington han anunciado que detienen sus maniobras militares este viernes, día de la cumbre entre las dos Coreas, de cara a favorecer el acercamiento entre ambas. Es el primer y vistoso gesto, el hielo roto antes de la cita. Si el Sur aguarda con ansia lo que va a pasar (le va su presente y su futuro en ello), en EEUU miran de reojo para preparar, sobre la base que se decida, la reunión de Kim y Trump.
El magnate ha dicho este jueves que se barajan cinco posibles lugares y fechas para su encuentro con el norcoreano, si bien también ha advertido de que dicha reunión "incluso podría no tener lugar". "Lo estamos haciendo muy bien con Corea del Norte", ha asegurado Trump, durante una entrevista con la cadena Fox News. Ha enfatizado lo bien que, dice, fue el encuentro de Pompeo con Kim, que no estaba ni en la agenda inicial y acabó durando más de una hora. "Tenemos imágenes increíbles de los dos hablando y reuniéndose que me encantaría difundir", ha afirmado el republicano.
Mayo o junio son los meses que se plantean como propicios para el encuentro. De celebrarse, sería la primera vez que los líderes de Corea del Norte y EEUU se reúnen tras casi 70 años de confrontación iniciados con la Guerra de Corea y de 25 años de negociaciones fallidas y tensiones a cuenta del programa atómico norcoreano.
Trump ha dicho reiteradamente que el objetivo de su acercamiento al líder norcoreano es que Corea del Norte "se deshaga de sus misiles nucleares". Preguntado exactamente por cómo define él la "desnuclearización", Trump respondió el pasado miércoles: "Significa que se deshacen de sus misiles nucleares, es muy simple". El régimen norcoreano ha condicionado en el pasado la desnuclearización a la retirada de las tropas estadounidenses de Corea del Sur, una condición que no está claro que Trump esté dispuesto a aceptar. "No hemos hecho ninguna concesión" para aceptar la reunión, añadió Trump.
A la espera de ver lo que pasa este viernes, ya es más que evidente el cambio de la administración norteamericana hasta en las palabras. Trump describe ahora a Kim como un líder "muy honorable", un elogio que contrasta con el duro lenguaje con el que el estadounidense acostumbraba a referirse a él, incluido su famoso mote de "hombre cohete". Si el de Washington se mofó del surcoreano por ser "gordo y bajo", Kim lo tildó de "viejo chocho" y "lunático". A ver qué flores se lanzan si llegan a verse cara a cara.